Madrid - Es habitual que los líderes estatales desembarquen en la campaña de las elecciones autonómicas para respaldar a sus candidatos, y los comicios catalanes del día 21 no iban a ser una excepción, menos aún cuando esta cita se percibe como una cuestión de Estado para sepultar el proceso soberanista. El socialista Pedro Sánchez respaldó ayer a Miquel Iceta, y Albert Rivera llegó para impulsar a Inés Arrimadas en el meteórico ascenso de Ciudadanos. El presidente español, Mariano Rajoy, también ha decidido volcarse. El viernes participó en el mitin de Xavier García Albiol en Lleida, en un momento en que ni la peor pesadilla de Rajoy hubiera augurado unas expectativas electorales tan bajas. Además, la aplicación del artículo 155 y las elecciones que él mismo ha provocado podrían volverse en su contra porque van a espolear el ascenso de Ciudadanos en Catalunya, y esa situación podría llevar a Rivera a realizar una oposición más dura en el Congreso de los Diputados para preparar un eventual asalto a la Moncloa. Las elecciones van a dar a C’s un reducto importante en Catalunya para hacerse fuerte. La propia formación naranja fue quien más presionó para activar el 155 y las elecciones.

Los últimos años han sido una travesía en el desierto para el PP en Catalunya. El recurso contra el Estatut, las dificultades para tejer un discurso propio y el sentimiento de orfandad de los populares catalanes, atados de manos para presentar una propuesta de financiación atractiva, tienen su reflejo, por ejemplo, en los once escaños actuales que ocupan en el Parlament, sobre un total de 135 asientos. Las encuestas vaticinan unos resultados aún peores. El CIS prevé siete escaños, y algunos medios catalanes perfilan un auténtico descalabro hasta la última posición, con tan solo cinco actas, por debajo de una CUP a la que los populares presentan como una formación radical y residual. El PP es consciente de las debilidades que arrastra desde hace años, y ahora se suma la dificultad añadida de Ciudadanos, que está vaciando de apoyos a los populares con su imagen de voto útil del constitucionalismo.

El PP sabe que no podrá capitalizar la puesta en marcha del artículo 155 de la Constitución española, y la pelea ahora está en salvar la honra y quedarse en torno a los diez escaños. Corre el riesgo de tener problemas para justificar el artículo 155 si no se consigue un vuelco electoral claro y contundente a favor del constitucionalismo, algo que no prevé ninguna encuesta con tanta rotundidad. También cruza los dedos para que el soberanismo renuncie a la vía unilateral y la situación política se normalice. De esa forma, podría dejar de aplicar el artículo 155 y estaría en condiciones de negociar sus Presupuestos con el PNV, que no entrará en las conversaciones mientras el autogobierno catalán esté suspendido. Hay quien especula ya con la repetición de las elecciones catalanas y con un escenario de ingobernabilidad y mayorías nada claras, lo que, a su vez, abocaría al Gobierno español a una situación de inestabilidad que acercaría al propio Rajoy a un adelanto electoral.

rentabilizar el 155 Rajoy preside el gobierno que ha activado el artículo 155 de la Constitución española para suspender el autogobierno, deponer a todo el Govern y forzar unas elecciones. Los sondeos no arrojan resultados concluyentes. Algunos vaticinan que el soberanismo mantendrá la mayoría absoluta, y otros, como el CIS, creen que se quedará a un escaño de la meta, pero tampoco implica que el constitucionalismo se lleve el gato al agua. Según ese sondeo, ERC ganaría con 32 escaños, seguida muy de cerca por los 31 o 32 de Ciudadanos, que atendiendo únicamente a esa cifra estaría en disposición de propiciar un gobierno unionista. No obstante, el constitucionalismo necesitaría a Catalunya en Comú para lograr la mayoría absoluta, y parece evidente que Xavier Domènech no está por la labor. Tiene en mente un pacto con ERC, y quizás con el PSC, para alumbrar un gobierno transversal. Los socialistas también recelan de la idea del frente constitucionalista.

Ese escenario aleja la posibilidad de un gobierno unionista, uno de los objetivos del 155 y, además, las elecciones van a fortalecer a C’s, rival directo del PP. Rajoy ha tratado de desviar el relato de los resultados del 155 hacia la normalidad que, a su juicio, impera ahora en Catalunya, donde no se ha producido ningún levantamiento contra el artículo y han empezado a aflorar las disensiones entre los soberanistas. Rajoy lo considera un éxito en sí mismo y espera que se traduzca en la defunción del procés. Si apostase por seguir aplicando el 155, se esfumaría cualquier posibilidad de aprobar sus Presupuestos. Los presentará en enero, después de las elecciones, si ve margen para pactar con el PNV.