Barcelona - Ante la polarización existente en el espectro político catalán, el PSC intenta reivindicarse como alternativa y marcar perfil propio, para hacer frente también a sus divergencias internas que se han agudizado tras las detenciones del jueves. En este contexto, su líder Miquel Iceta defendió ayer que los socialistas catalanes deben realizar nuevas propuestas ante las elecciones del 21-D, “una situación excepcional”, y deben abrirse a acuerdos con la izquierda y el centro para lograr mayorías, en referencia a los comuns y a Ciudadanos. “Quiero tender la mano a la izquierda y al centro, quiero un gran acuerdo que suponga una gran victoria para Catalunya: necesitamos amplias mayorías para el acuerdo y el cambio de un pacto de Estado para Catalunya que implique más autogobierno y mejor financiación”, expresó Iceta.

En el PSC aseguran que su objetivo de cara a la cita electoral es restituir la centralidad política, el diálogo entre las instituciones y la negociación para encontrar una solución acordada a la crisis catalana. Y, para ello, miran a Ciudadanos -con quien han tenido gran afinidad en la última legislatura en el Parlament- y a Ada Colau, lo que a priori parece casi imposible debido a la manifiesta imcompatibilidad entre la formación naranja y los comuns.

Por ello, el sector de Colau y de Podemos quiere arrastrar a Iceta hacia un pacto a tres bandas con ERC, que podría sumar una amplia mayoría en el futuro Parlament. Es decir, un acuerdo de legislatura con la izquierda como eje en lugar del independentismo, a semejanza del tripartito que gobernó Catalunya durante siete años. En Podemos y sus confluencias ya han dado pasos para allanar el camino de esta triple alianza. Lo evidencia la reunión que mantuvieron en agosto Pablo Iglesias, Xavier Domènech y Oriol Junqueras en casa del empresario Jaume Roures.

Con el PSC en esta encrucijada, lo único que parece ocurrir por el momento es el resquebrajamiento de la unidad interna. Ayer mismo, voces del sector catalanista del partido denunciaron la prisión decretada contra Junqueras y los ocho exconsellers y pidieron su liberación inmediata. Entre ellos, históricos y exdirigentes como Raimon Obiols, Joan Carles Mas o Jordi Font, que alertan además del peligro de “bunkerización” si la derecha española impone sus tesis. En un manifiesto, denuncian que la politización de la justicia “ha alcanzado una gravedad extraordinaria en España” y demandan a los tribunales “prudencia y responsabilidad”. Además, los socialistas catalanes han sufrido otra baja en sus filas: la exdiputada Esperanza Esteve abandona la militancia por “desacuerdos crecientes” con la posición de la formación. Esteve ocupó asiento en el Congreso en tres legislaturas y era miembro del Consejo Nacional del PSC.

PÉRDIDA DE PODER Por otra parte, el respaldo del PSOE a los encarcelamientos les está incluso costando perder terreno en los municipios a los socialistas catalanes. Por ejemplo, en Sant Cugat del Vallès el PSC ha quedado fuera de la corporación municipal tras romper el PDeCAT el pacto de gobierno. Esto se suma a lo ocurrido en Terrassa, donde el alcalde Jordi Ballart, del PSC, y cinco concejales dimitieron en protesta por el ingreso en prisión del Govern destituido. Ahora los socialistas corren el riesgo de perder la alcaldía de la localidad, la cuarta ciudad de Catalunya.

En este complicado escenario, desde la dirección estatal del PSOE intentan insuflar ánimos en la militancia del PSC. El secretario de Organización, José Luis Ábalos, elogió la gestión de los socialistas catalanes, que a su juicio han apostado “han estado a la altura como nunca” y “son los que más sacrificio han aportado”, zanjó.