Las carreras pasillo arriba pasillo abajo estaban ayer garantizadas y el atuendo de muchos periodistas ya no era de etiqueta. También desenfundaron sus conocimientos en fisonomía para saber, según el rostro de los diputados, si la declaración de independencia se produciría o no. Y es que cuando empezaron a darse los primeros retrasos en la hora de celebración del Pleno todo el mundo se temía lo peor.
Poco a poco los cerca de 700 alcaldes venidos de toda Catalunya iban tomando posiciones, sobre todo en el bar del Parlament. Puigdemont los convocó un día antes a participar en el Pleno, puesto que tenía una encomienda para ellos: hacerles prometer de forma solemne su compromiso con la República. Y es que todo apunta a que el mundo municipal tendrá un papel decisivo en la defensa de las instituciones y el nuevo orden catalán.
El Pleno empezó tarde pero siguió el curso esperado sin grandes aspavientos. Dos sillas vacías con dos lazadas amarillas recordaban a Jordi Cuixart y Jordi Sánchez que siguen encarcelados. Los diputados del PSC, PP y Ciudadanos abandonaron el hemiciclo poco antes de empezar la votación de la resolución independentista. Los populares marcharon al grito de “¡Viva España!” dejando en sus asientos banderas españolas y catalanas que se quedarían dispuestas hasta el final del Pleno. Las banderas que no se quedaron en su puesto habitual fueron las que ondean en la fachada del Parlament. Poco antes de las 16.00 horas alguien descolgó tanto la española como la senyera.
Ayer fue un día cargado de simbología, pero sobre todo de muchos abrazos. Los nervios de los diputados afloraron con mucha intensidad al finalizar el Pleno y se materializaron en llantos y risas a partes iguales. La diputada de la CUP Gabriela Sierra consoló por un buen rato a la exconsejera de Educación y miembro del PDeCAT, Irene Rigau. El exalcalde convergente de Barcelona Xavier Trias dedicó también un buen rato a besar y abrazar a todas las diputadas de la CUP. El conseller de Salud, Toni Comín, corría de punta a punta de las alfombras abrazando y besando a compañeros y periodistas. La tensión había caído en picado por un momento pero pronto se recuperaría el estado de alerta ya que el Consejo de Ministros del Estado español estaba a punto de empezar y con él, la entrada en vigor de la aplicación del temido artículo 155.