Gurs (Béarn) - Decenas de ciudadanos de Nafarroa, Gipuzkoa, Bizkaia y Araba participaron ayer en los actos de homenaje a las personas que fueron internadas entre 1939 y 1945 en el campo de concentración de Gurs. En los actos celebrados en lo que hoy en día queda del campo bearnés, a escasos kilómetros de Zuberoa, se desplazaron también los irundarras Ricardo Arruti y José de Sola y el bilbaíno Luis Ortiz Alfau. Los tres huyeron al exilio en Francia y durante un tiempo fueron retenidos en Gurs. Arruti agradeció ayer el “cariño” recibido por parte de la ciudadanía y de las instituciones y recordó las duras condiciones que sufrió durante su estancia en el campo, con tan solo siete años. En total, unos 60 000 mujeres, hombres y niños fueron retenidos en Gurs durante el tiempo en el que estuvo en funcionamiento, y para muchos judíos, gitanos u homosexuales fue una primera etapa antes de ser deportados hacia los campos de exterminio de Drancy y Auschwitz.

Durante la Segunda Guerra Mundial las autoridades galas decidieron construir un campo para acoger, entre otros, a los refugiados que huían de la España franquista. Los principales cargos electos conservadores de Iparralde consiguieron que el campo no se construyera en tierras vascas, de ahí su ubicación en la vecina región del Béarn. En tan solo seis semanas se acondicionó un campo de dos kilómetros de largo y 500 metros de ancho en el que fueron internados cerca de 20.000 republicanos, entre ellos algo más de 6.500 ciudadanos de Navarra, Gipuzkoa, Bizkaia y Araba. En total el recinto fue usado como centro de detención para personas de 54 nacionalidades, entre ellos cientos de vascos que bautizaron como Gernika Berri los barracones en los que tuvieron que amontonarse y vivir en pésimas condiciones. Más de un millar de personas fallecieron en Gurs, entre ellos el guipuzcoano Jesús Etxarri Luluaga cuyos restos mortales reposan en el cementerio colidante al campo béarnes.

Homenajes institucionales El lehendakari Iñigo Urkullu; la presidenta de Nafarroa, Uxue Barkos, y el presidente socialista de Aquitania Alain Rousset presidieron ayer el acto institucional organizado por el Instituto Gogora y que pretendía recordar y reconocer el sufrimiento padecido por las miles de personas confinadas en Gurs. En el multitudinario homenaje se subrayó que este campo, que estaba destinado a ser refugio de las víctimas del régimen franquista, se convirtió finalmente en un campo de concentración.

Las máximas autoridades de Aquitania, Nafarroa y la CAV recordaron que, tras perder la Guerra Civil, miles de personas atravesaron los Pirineos con la esperanza de encontrar una tierra de acogida. Nada presagiaba lo que les esperaba: malas condiciones de higiene, barracones insalubres, alimentación insuficiente, y todo esto encerrados entre alambres de espino. Los presentes en el homenaje coincidieron en que Gurs fue un auténtico campo de concentración en lugar de un campo de acogida.

El lehendakari destacó en el campo de Gurs la importancia de “recordar a las víctimas y reconocer su lucha por la libertad y la democracia”. Urkullu recalcó el hecho de que algunas nunca volvieron a Euskadi mientras otras pudieron hacerlo, pero después de cuarenta años. Según expuso, “las víctimas se dispersaron en la oscuridad, el frío y el silencio impuesto del exilio”. A su juicio, recuperar su memoria y honrarles es un deber “ético, social, y político”. Urkullu señaló que el reconocimiento a las personas confinadas en Gurs tiene un profundo significado de presente ya que a su juicio “no difiere del sufrimiento injusto de las personas refugiadas que están ahora huyendo de la guerra y de la injusticia y que se encuentran en las fronteras europeas”. En el acto también participaron representantes de EH Bildu, como Pello Urizar o Jone Goirizelaia.

Nafarroa Poco antes del acto en el que se unieron los ejecutivos de Gasteiz, Burdeos e Iruñea, las máximas autoridades de la Comunidad Foral inauguraron un monolito para rendir un homenaje por primera vez a los 500 navarros y navarras que pasaron por Gurs. Ante la presidenta del Parlamento foral, Ainhoa Aznarez, y decenas de descendientes de las víctimas de la Guerra Civil y del exilio, la presidenta navarra afirmó que ya era hora de terminar con el “silencio infame” al que han sido sometidas las personas que sufrieron en primera persona la persecución y la represión que asoló Nafarroa, donde más de tres mil personas fueron asesinadas.

Barkos aseguró que las víctimas nunca han sido olvidadas del todo y que en todo caso solo lo han sido por “la historia de los vencedores que no tuvieron la dignidad de reconocer el daño causado en una sociedad que destruyeron”. Los ejecutivos que conforman la eurorregión Euskadi-Aquitania-Nafarroa abogaron por mantener viva la memoria para preparar un futuro mejor en una Europa, que a su juicio, actúa de forma injusta al rechazar acoger a las personas que siguen huyendo por la guerra.