BILBAO - Poco después de los atentados en Barcelona y Cambrils, los Mossos d’Esquadra comenzaron a trabajar con la hipótesis de que los ataques yihadistas habían sido obra de una sola célula conformada por doce personas. Ayer la dieron por desarticulada tras abatir a disparos al único de sus miembros que no había muerto ni estaba detenido, Younes Abouyaaqoub. Las circunstancias que rodearon el tiroteo reafirman a los agentes catalanes en la impresión de que hubo una sola célula detrás de los atentados, aunque la investigación no está cerrada.
Todo comenzó a las 16.30 horas de la tarde. En ese momento, los Mossos informaron de una operación en Subirats. No dieron más detalles, pero en otros ámbitos se difundió que los agentes habían abatido a disparos a un joven que portaba un cinturón de explosivos. Las fuerzas de seguridad cruzaban los dedos para que el joven fuese efectivamente Abouyaaqoub, y no otra persona. Lo contrario hubiera supuesto aflorar la identidad de otro yihadista no controlado hasta la fecha por los agentes catalanes, y muy probablemente hubiera supuesto a su vez la existencia de otra célula con capacidad operativa y preparada para atentar.
Verificar la autenticidad de los explosivos era otro factor determinante. Aunque el abatido fuera Abouyaaqoub, era imprescindible que el cinturón fuera falso porque, de lo contrario, los indicios hubieran apuntado a un entramado más amplio. Para comprenderlo basta recordar que la célula había quedado completamente desarmada y había perdido todas sus bombas en la explosión del piso de Alcanar tras un error en la manipulación de las sustancias y las bombonas de gas. De hecho, ese incidente obligó a los yihadistas a aparcar su plan inicial de provocar una gran matanza en lugares emblemáticos de Barcelona portando bombas en las furgonetas, y también los abocó a llevar cinturones falsos en Cambrils. Por lo tanto, solo hubiera sido concebible que Abouyaaqoub portara uno verdadero si contase con el apoyo logístico de otra célula o algún colaborador que trabajase con los doce miembros del grupo ya desarticulado.
Pero todo apuntaba ayer a que el huido actuó en solitario en sus últimas horas con vida. No solo porque el cinturón fuese falso. En primer lugar, a pesar de que habían pasado cuatro días desde los atentados, Abouyaaqoub apareció en Subirats, a tan solo 41 kilómetros de distancia de Sant Just Desvern, donde las fuerzas de seguridad le perdieron el rastro después de que abandonase el coche que robó al joven Pau Pérez. Hasta ayer, se especulaba con que hubiera cruzado la frontera con el Estado francés y, de hecho, las autoridades galas estaban colaborando en su búsqueda a contrarreloj. Pero el periplo del huido acabó mucho antes.
entre viñedos Además, los Mossos lo encontraron agazapado entre unos viñedos después de recibir el aviso telefónico de una vecina. El huido estuvo deambulando sin encontrar un refugio seguro que lo ocultara de la acción policial. Antes de ser visto por la vecina, el jefe de la comisaría de Vilafranca del Penedès lo vio rondando por la estación de tren.
Abouyaaqoub iba prácticamente con lo puesto, con una camisa sobre una camiseta de manga corta, y con armas rudimentarias. Portaba unos cuchillos, y ahora se trata de dilucidar si con alguno de ellos acabó con la vida de Pau Pérez. El jefe de los Mossos, Josep Lluís Trapero, confirmó ayer que el huido estaba solo. “Han entrado también varias llamadas sobre una furgoneta, personas... pero se ha comprobado cada llamada y se ha visto que no tenían verosimilitud. Esto suele pasar en todos los países tras atentados de estos hechos”, aclaró. La dimensión de la célula, con doce miembros, ya era de por sí llamativa comparada con las desarticuladas en otros países europeos. En cualquier caso, Trapero no descartó que puedan surgir “novedades” en las próximas semanas. El president Puigdemont defendió el papel de los Mossos y reivindicó su acceso al intercambio de datos en las bases de Europol, un paso que cree ineludible.