BARCELONA. Los programas de televisión estuvieron siguiendo los acontecimientos también durante la noche y la madrugada con las últimas informaciones, especialmente al saber que el problema no se limitaba a Barcelona, sino que había varios puntos en Catalunya con actividades terroristas, y mostraban en el mapa Ripoll, Cambrils y Alcanar. Asimismo, trajeron todo un ejército de expertos en seguridad y servicios secretos, quienes admitieron que no podían añadir nada a la excelente información de diarios, radios y televisiones españolas. Quizá lo más curioso sean las interpretaciones de la tragedia y de las motivaciones de los terroristas: por una parte, señalan que en España y en el resto de los países europeos hay una marginación de los inmigrantes mucho mayor de la que se registra en Estados Unidos, algo que puede explicar su radicalismo político y la facilidad con que se sienten atraídos por el terrorismo.
Ciertamente, en Estados Unidos hay menos guetos de inmigrantes al estilo de París, Bruselas o algunos barrios del extrarradio barcelonés, pero también es cierto que el origen nacional y religioso de quienes vienen a EEUU acostumbra a ser diferente, pues hay menos árabes y musulmanes y muchos más asiáticos y latinos. Hay algunas comunidades, como los encargados de cultivar dátiles en el estado de California, que proceden casi exclusivamente de países islámicos, pero las condiciones de vida en las explotaciones agrícolas difícilmente se prestan al desarrollo de zonas urbanas marginales donde fermenta el descontento y a las que la policía raramente tiene acceso.
En el caso de España, después de unas breves especulaciones en cuanto a la posibilidad de un atentado autonomista, los comentarios apuntaban el jueves a una situación especialmente compleja con el islam: Estado Islámico (EI), según algunas teorías, se quiere vengar de la Reconquista, algo que basaban en un documento de EI que se compromete, antes del año 2020, a “echar a los invasores” que usurparon las tierras islámicas españolas en los ocho siglos desde el desembarco de los bereberes en la Península hasta el fin del Reino de Granada.
Según esta teoría, el hecho de que el mundo árabe conozca a España todavía como Al-Ándalus significa que no ha aceptado la realidad de los últimos seis siglos, y recuerdan que, para muchos creyentes islámicos, una vez que un territorio ha sido musulmán no puede pertenecer ya a ninguna otra religión.
Servicios secretos En cuanto a las reacciones oficiales a los atentados, era constante la expresión de solidaridad, tanto porque España es miembro de la OTAN como por la sensibilidad especial norteamericana ante el terrorismo. La repetición de ofertas de ayuda, según varios expertos, se debe a la ventaja de Estados Unidos en cuestiones de servicios secretos. La razón es tanto económica como demográfica: la cantidad de posibles terroristas que residen en Europa desborda a los servicios policiales y de contra espionaje, mientras que EEUU tiene los recursos de un país continente y una plétora de servicios secretos.
No se trata solo de la CIA, sino que también está la NSA (National Security Agency, un servicio civil para vigilancia electrónica), la DIA (Defense Intelligence Agency), organizaciones cuyos nombres ni siquiera se conocen por el público y servicios locales por ejemplo en Nueva York, que nacieron después del 11-S. Todas ellas englobadas en la DNI (Directorate of National Intelligence), creada igualmente en respuesta a los atentados contra las Torres Gemelas.
Estas ayudas aparentemente ya se ofrecieron, según informaba el mismo jueves el diario barcelonés El Periódico, e incluso advirtieron a las autoridades españolas de un ataque con vehículos en La Rambla, pero ningún portavoz de ninguna agencia confirmó aquí estas informaciones. Lo que no significa que no sean ciertas: una norma de los servicios secretos es no confirmar ni desmentir nunca.
En el ambiente político sobrecargado que vive ahora Estados Unidos, era imposible evitar sacarle provecho a la tragedia de Barcelona: mientras los medios anti-Trump comparaban a los manifestantes racistas de Charlottesville con los terroristas de Barcelona, los medios conservadores llevaban el agua a su molino diciendo “cuánta razón tiene Trump al no querer inmigrantes”. Para ilustrar el problema, mostraban a los migrantes que desembarcaban en una playa de Cádiz y recomendaban que España y toda Europa siga el modelo australiano y simplemente obligue a regresar a los barcos con emigrantes.