Ala izquierda abertzale nunca le ha gustado el turismo. Bueno, nunca no. Salvo cuando EH Bildu gobernaba en Donostia y Gipuzkoa. Entonces, el alcalde donostiarra Juan Karlos Izagirre se enfadó muchísimo con el Gobierno Vasco, que había insinuado que el descenso del número de turistas tenía algo que ver con los recelos hacia la entonces novedosa gestión política en la capital guipuzcoana. EH Bildu lideró desde las instituciones que controlaba muchos proyectos y planes de expansión turística. “Los datos son así de tozudos y han dejado sin razón de ser todas las predicciones de los y las agoreras de turno. Gipuzkoa recibe cada vez más visitantes, el año 2014 fue el mejor de la historia y este 2015 va por el mismo camino. No hay más que mirar los datos de Semana Santa, cuando nos visitaron nada más y nada menos que un 15,9% más de personas que en 2014. Mientras, Bizkaia aún no ha cerrado en positivo ningún año en toda la legislatura”, afirmaba entre eufórico y enfurruñado Izagirre. “Donostia ha recibido más visitantes que nunca y la tendencia sigue siendo al alza, sobre todo de cara a un 2016 que promete ser inolvidable en todos los sentidos”, insistió el entonces alcalde. Inolvidable sí que fue.
Hablamos de hace escasamente dos años.
¿Qué ha cambiado desde entonces para que la izquierda abertzale se vea obligada ahora a emprender una nueva campaña contra el turismo y, quiérase o no, contra los turistas? La respuesta no está en el viento, sino en la Casa Consistorial donostiarra. Y en Catalunya, hay que fastidiarse.
Decía al principio que a la izquierda aber-tzale nunca le ha gustado el turismo. No solo por las campañas de ETA en las que sembró de bombas muchos lugares e intereses turísticos por toda la península, en especial en el Mediterráneo y, claro está, en Catalunya. Coherencia de ida y vuelta.
El turismo en Euskadi Sur ha sido casi residual hasta ahora. No así en Iparralde. Por eso, en el verano de 1983 el norte del País vivió una brutal campaña contra el turismo denominada Turisma... aski!, en la que Iparretarrak hizo explotar numerosas bombas contra intereses turísticos, incluida una en la sede del Comité de Coordinación Turística del País Vasco. “La política turística acentúa y perpetúa la opresión que sufre el pueblo vasco. Esta campaña contra la turistificación se inscribe, pues, dentro del marco de nuestra lucha de liberación nacional”, argumentaba IK.
Treinta y cuatro años después, la historia se repite en Hego Euskal Herria, a rebufo de lo que ocurre en Barcelona y otras ciudades catalanas, donde las juventudes de la CUP están haciendo de las suyas atacando el turismo. Aquí lidera la campaña Ernai, las juventudes de Sortu: Tourist, go home. Los guiris les molestan cuando hace un par de años les servían para cuadrar los números. Esperemos que lo de Ernai no pase “a mayores”. En todos los sentidos. Todos somos y seremos turistas.