El pasado jueves, el nuevamente elegido Secretario General del Partido Socialista Obrero Español, Pedro Sánchez, mantuvo una reunión con, no se sabe muy bien si el PNV o con el Gobierno Vasco. Y digo esto porque en la misma estaban el lehendakari del Gobierno Vasco y el presidente del EBB del PNV con la secretaria general del PSE y el secretario general del PSOE; así, si pretendía ser una reunión entre partidos, el lehendakari no debería haber estado; y si Pedro Sánchez lo que quería era reunirse con el Gobierno vasco, quien estaba de más era Andoni Ortuzar.
Pero en fin, al margen de la cada vez menos disimulada unidad del gobierno con el PNV y viceversa, lo que está claro es que Sánchez venía con el discurso bien aprendido. Lejos de aquel balbuceante “una nación es aquella en la que hay gente que tiene un sentimiento de pertenencia” que le respondió al otrora rival en las primarias Patxi López cuando éste le pregunto si sabía lo que era una nación; esta vez Pedro Sánchez venía preparado.
Es más, antes de entrar a la reunión, insisto, no se sabe muy bien con quien, soltó de un plumazo que su proyecto es el de la España federal de nación de naciones porque Euskadi, qué duda cabe, es una nación, y que pretendía el apoyo del PNV para tal misión.
Pues bien, más allá de la retórica, que puede estar bien para salir de un Congreso con una propuesta de consenso, el modelo territorial de un Estado, (máxime cuando se está pensando en reformar la Constitución española con Cataluña a dos meses de celebrar un referéndum independentista) requiere de mucha más concreción.
Si el concepto de nación viene acompañado de la negación de la bilateralidad entre esa nación y el Estado central, y ni mucho menos incluye el reconocimiento de la misma como sujeto político, en realidad, lo único que se está reconociendo es una especie de plus folclórico, que en poco o en nada altera el status quo actual y, que por lo tanto, no viene a resolver ninguno de los problemas que desde el punto de vista territorial tiene el Estado español.
Ahora bien, si cuando se habla de nación de naciones, se está pensando en reconocer la condición de sujeto político de cada una de esas naciones y, por lo tanto, su capacidad para decidir su modelo de relación con el Estado, en ese caso, sí se estaría ante una propuesta valiente que podría tener mucho recorrido, más allá incluso de Euskadi y Cataluña.
Sin embargo, mucho me temo que cuando Sánchez habla de nación, en realidad, lo único que está buscando es alejarse, en el plano discursivo, de un Partido Popular que ha hecho de la indivisible unidad de la patria uno de los patrones básicos de su ideario político y, que ante el referéndum del próximo 1 de octubre en Cataluña, no está demostrando ninguna capacidad de reacción.
Así pues, sería bueno que en adelante, el PSOE, antes de seguir buscando aliados para su reforma constitucional aclarara qué entiende por Estado federal de nación de naciones, para que tanto las formaciones abiertamente independentistas, como las que lo son un poco menos pero siguen creyendo en el derecho a decidir, sepan a qué atenerse de tal forma y manera que no repitamos los esquemas de 78 pero con términos más amables.