Bilbao - El recuerdo personal del eurodiputado socialista Ramón Jáuregui de la manifestación de Bilbao es que “era una tarde muy calurosa, había una inmensa masa de gente y sobre todo mucha pasión, angustia, miedo y la sensación de que estábamos librando una batalla de minutos porque teníamos la esperanza de que la movilización ciudadana pudiera hacerles recapacitar”.

Admite que “todo hacía presagiar que era un secuestro con una pretensión imposible”, ya que “se inscribió en un contexto muy malo, de gran tensión” y en el que “la izquierda abertzale había marcado la estrategia Oldartzen, la extensión del sufrimiento”. Pese a ello, “teníamos la esperanza de que la manifestación iba a resultar eficaz y la movilización me dio ánimos. Ese fue mi sentimiento: aquí está el pueblo, el país, la gente, y creía que se lo iban a pensar”.

Jáuregui destaca a su vez que “el Pacto de Ajuria Enea lideró esa respuesta ciudadana”. La rápida reacción al secuestro y la unidad de los partidos supusieron “uno de los momentos más brillantes de aquel pacto que constituyó un antes y un después en la lucha contra ETA. Representó la superación de la fractura entre nacionalistas y no nacionalistas para pasar a un país dividido entre demócratas y violentos”. Un “salto gigantesco que se expresó con toda su fuerza en la convocatoria de la marcha contra ETA para que no matara a Miguel Ángel”.

Como consecuencia, la banda “se tomó muy en serio el Pacto de Ajuria Enea” e impulsó una “estrategia muy hábil para hacerlo descarrilar, y en cierto modo lo consiguió”, según él, a partir de 1998 con la “tregua trampa” de más de un año y el Pacto de Estella, que dio al traste con Ajuria Enea.