gasteiz - ¿Qué sintió al ver a cuatro exministros de Aznar declarando en un juicio? ¿Qué análisis hace de lo ocurrido en su partido desde que estallaron los escándalos de corrupción?

-Eran ministros de un siglo anterior, del siglo pasado. Estamos viendo cosas que ocurrieron hace quince o veinte años, y luego casos más recientes. Llevamos muchos años, parece que no termina nunca, es todo muy lento. Lo que pido es que hagamos catarsis lo más rápido posible, que se castigue a los culpables. Hemos cambiado nuestras leyes, hemos endurecido los controles, nadie va a poder garantizar que no haya corrupción porque está en la naturaleza humana, pero al menos que sea más difícil y no haya tolerancia política ni social. Y que haya una justicia que actúe con rapidez en los juicios y la aplicación de las penas, y no tenemos eso en España. Está gente fueron ministros hace ya mucho tiempo.

Por fin, tras años de elecciones concatenadas, ustedes y otros partidos han podido celebrar sus congresos pendientes. ¿Está satisfecho con el resultado del cónclave vizcaíno? ¿Se ha sentido incómodo como presidente viendo la pugna entre González y Llanos?

-Hay algo positivo, que Bizkaia se despierta, se moviliza por una reflexión suya, que nace tras momentos de malos resultados, con un proceso de crítica interna por estar en una situación inferior a la que les corresponde. Ha habido una reacción y eso es bueno, no era muy frecuente ir con dos listas en el PP, pero lo importante es lo que sepan hacer el día después y que toda esa energía la canalicen para construir una alternativa para Bizkaia. Ya están dando pasos para limar asperezas y yo animo a que esos pasos se den. En Gipuzkoa, por otro lado, es difícil, porque el partido fue golpeado durante muchos años, y la labor que hay que hacer es volver a tomar el protagonismo social. Sémper va a tener que hacer mucha calle.

En Álava, en cambio, la victoria de Oyarzábal ha sido incontestable. ¿Sienten que pueden recuperar los gobiernos de Vitoria y de la Diputación?

-El reto en Álava es doble, por un lado aspiramos a ser la primera fuerza política, y tener la mejor oferta en las instituciones; y en segundo lugar, queremos cambiar la alternativa de PNV con Bildu y Podemos, que no ha funcionado y no es eficaz. Queremos trasladar a Álava otras fórmulas de diálogo que están funcionando en Euskadi.

¿El contexto general ayuda en ese sentido?

-El empeño de hacer alcalde al que quedó tercero te obliga a hacer cosas raras y dar la vuelta a eso es complicado, para nosotros porque nos desalojaron, y para ellos, porque quedan amarrados a un socio que a lo mejor no es el que más les conviene. Esto está bloqueando mucho la política en Álava, así que vamos a hablar para ver si buscamos situaciones de desbloqueo; en eso estamos trabajando. En 2015 ofrecimos un acuerdo al PNV y no quiso, ganamos en votos en la Diputación pero tenían mas junteros, les ofrecimos gobernar en la Diputación y nosotros en el Ayuntamiento. Habría sido lo más positivo, pero se tomó otra decisión, y sigo convencido de que fue una mala decisión para el conjunto de la gente, no solo para nosotros, que nos echaron. Y como sigo convencido de que se tenía que haber hecho otra cosa verdaderamente transversal, sigo pensando lo mismo, y trato de llevarlo a cabo. Me parece muy triste que lo que es bueno para Euskadi no se pueda trasladar a Álava. Claro que competimos electoralmente aquí, pero hay que respetar la manera de ser de cada territorio y cada ciudad; ellos tenían un prejuicio con respecto a la posibilidad de pactar con el PP aquí, pero no con Podemos, lo que es bastante sorprendente.