MADRID - Al margen del engorroso debate que está protagonizando la plurinacionalidad del Estado proclamada por Sánchez, en el PSOE también hay divergencias en torno a la respuesta que debe dar Madrid a la convocatoria del referéndum independentista en Catalunya. La puesta en marcha de la maquinaria soberanista ha coincidido con el aterrizaje de la nueva cúpula tras el turbulento vuelo de las primarias y un congreso menos apacible de lo esperado. A su llegada a Ferraz, y a instancias de una vieja gloria del socialismo, la renovada dirección se ha encontrado abierto el melón sobre la aplicación del controvertido artículo 155 de la Constitución. El responsable ha sido Alfonso Guerra, exvicepresidente del Gobierno español, quien encendió la mecha al solicitar abiertamente la activación del delicado mecanismo que suspendería la autonomía de Catalunya.
Al término de la primera reunión de la nueva Ejecutiva, el portavoz, Óscar Puente, desautorizó las demandas de Guerra -que respaldó a Susana Díaz en la carrera por la Secretaría General- y quiso apartar sus declaraciones de la postura oficial del partido. “Es una idea que solo ha puesto Alfonso Guerra encima de la mesa y, por tanto, vamos a dejarlo como una opinión y espero no ir más allá”, manifestó. En su opinión, apretar el botón del 155 supondría una medida “cruenta”, un adjetivo de cierta dureza que esgrimió en varias ocasiones para subrayar su rechazo frontal. “Por mucho que forme parte de la Constitución, es una medida cruenta porque pasa por la suspensión de la autonomía de Catalunya”, ratificó.
Puente no confirmó si Sánchez tiene prevista en su agenda una reunión con el president de la Generalitat catalana, Carles Puigdemont, pero incidió en el diálogo como solución para que no se llegue a medidas tan drásticas como la citada activación del artículo 155. Así, el también alcalde de Valladolid situó al PSOE en una posición intermedia entre el “rupturismo” de las fuerzas independentistas y del “inmovilismo” encarnado por el Ejecutivo de Mariano Rajoy.