El dolor que ETA causó durante décadas a la sociedad vasca sigue aún muy presente. Es lógico y así se desprende de las contestaciones que sobre el final del terrorismo ha recogido la encuesta Focus EiTB realizada por la empresa Gizaker. Frente a los grandes consensos, que los hay, en torno por ejemplo al acercamiento de presos (un 77%), otros datos ponen de manifiesto que aquel final imaginado por ETA y quienes la apoyaban, que incluía una amnistía negociada, no solo es inviable sino que supondría contrariar a la mayoría de la sociedad vasca.
Pasar página sí, pero no de cualquier manera. Cuando se propone a los encuestados que valoren qué importancia tienen diferentes “cuestiones para un final definitivo del terrorismo” y que las valoren de cero a diez, la disolución de ETA aparece como un elemento definitivo (9,1) con una aprobación del 88,6%. Es decir, ese paso no debe demorarse como ocurrió con el desarme (sobre el que también se pregunta y que un 78,4% opina que tuvo que haberse producido antes).
El segundo factor más puntuado es “el reconocimiento del daño causado a las víctimas” (8,3) y el tercero (7,9) “el acercamiento de los presos”. El orden no es casual, porque la mayoría opina que una cosa puede llevar a la otra y que, desatado el primer nudo, se avanzará mejor en el segundo, y después en el tercero.
Pero hay un factor que sí me parece preocupante para abordar no ya el final del terrorismo (yo creo que eso está ya finiquitado), sino sus consecuencias. Pese a que una abrumadora mayoría en preguntas formuladas de diferente manera está por el acercamiento de presos, la cosa cambia cuando se pregunta por si “el Gobierno español debe facilitar la reinserción de los presos siguiendo las vías legales”. Algo más de la mitad (52,3%) afirma que “sí, de todos sin exclusión”; un 18,7% pone como condición que no tengan delitos de sangre, y un 13,2% se opone a la reinserción y exige un cumplimiento íntegro de las penas.
Es decir, que casi uno de cada tres encuestados no cree en la reinserción y prima más el concepto de prisión como pago del delito cometido, incluso aunque sea como indica la pregunta “siguiendo las vías legales”. Me parece preocupante y solo explicable porque el daño fue enorme y aún está reciente ese alto porcentaje de la población que se niega a cambios en el tratamiento penitenciario pese a que la violencia de ETA sea ya cosa del pasado. Imagino que aún queda mucha pedagogía sobre lo que debe ser una política penitenciaria acorde a la realidad y que contribuya a cerrar ese terrible pasado.