Es verdad Arkaitz Rodríguez, Donostia no es Alepo. Y sí, hay mujeres asesinadas por la violencia machista, trabajadores que fallecen en accidentes de trabajo y se la olvidado citar que una hambruna amenaza Yemen sin que estemos todo el mundo poniendo remedio alguno. No hace falta que venga el líder de Sortu a recordarlo cuando le preguntan por un hecho concreto, como el ataque a la sede del PNV en Gipuzkoa. Y no, no es un atentado lanzar basura y pintarrajear una sede política. Atentado era asesinar y complicidad no levantar la voz en contra, que es lo que ha venido pasando. Entonces, la formación a la que hoy representa Sortu actuaba ante los atentados con la misma displicencia con la que responde Arkaitz Rodríguez ante las repreguntas de Dani Alvarez en el Boulevard de Radio Euskadi sobre su actitud respecto al ataque, orquestado, organizado y difundido por los propios autores que vienen sufriendo varias sedes del PNV
A pesar de la insistencia del periodista por aclarar cuál es la actitud de Sortu ante estos hechos, solo se pudo sacar algo que resulta críptico, pero que descifrado el enigma resulta revelador. Dice Rodríguez: “Sortu no lo hubiera hecho, porque permite utilizarlo como cortina de humo”. Ni atisbo de reflexión sobre cómo deben conducirse las relaciones entre formaciones políticas, sobre el respeto al adversario, sobre el tratamiento civilizado de las discrepancias? Todo se reduce en su universo a una cuestión táctica: no lo haríamos porque se hablará más del ataque que de la incineradora o del pacto PNV-PP.
La parte críptica de la afirmación corresponde a la relación de Ernai, firmante de los desmanes, con Sortu. Tengo la impresión de que como diría el aforismo gallego “leña verde e xente nova, todo é fume”, y en el humo, en la nebulosa es donde prefiere establecer sus relaciones ese sector de la izquierda abertzale con el resto de partidos. A veces, dialogo y me siento en tu propia sede. Otras, te mando unos encapuchados.
Pero lo que trasciende de estos hechos no es, en eso tienen razón Rodríguez, el daño material. Una pintada, se borra y la porquería, se limpia. Lo que es más difícil de recomponer es la relación de respeto al adversario político cuando se le trata directamente como a un enemigo y, por lo tanto, susceptible de ser atacado en cualquier frente. Lo que viene a expresar es que lo que no gano en una votación en las Juntas Generales, en el Parlamento, o en un pleno municipal, lo trato de conquistar insultándote en la calle.