BILBaO - Raquel González es hija de un excapitán de la Guardia Civil destinado en Euskadi y llegó a vivir un tiempo en el cuartel de La Salve. Conoce de primera mano la vida bajo la amenaza de ETA y le pide en su final que no trate de blanquear el relato de lo sucedido.
¿Cómo está viendo el final de ETA?
-Todavía me cuesta ver que sea el final, tras los desarmes de mercadillo a los que hemos asistido. Yo espero un final de verdad, con todas las armas entregadas, con los huidos pagando por lo que hicieron y con el compromiso de explicar a la sociedad la historia real, sin blanqueos de ningún tipo.
Y en lo personal, ¿cómo está viviendo la ausencia de violencia?
-Al principio cuesta creerlo, porque antes había treguas que se rompían cuando alguien moría. Pero cuando ves que la cosa va adelante, te llena de alegría porque ves que el Estado de derecho y las fuerzas de seguridad pueden más que la barbarie. Eso es una satisfacción, pero te queda la espinita de que lo están convirtiendo en un circo.
¿Debería el Gobierno español flexibilizar la política penitenciaria con los presos de ETA?
-Incluso si fuera presidenta del PP de Bizkaia, poca mano tendría yo para decidir sobre esa cuestión. El partido tiene una posición clara a ese respecto y yo me atengo a ella.
¿Se pueden despachar los casos de corrupción en el PP como asuntos individuales o es algo sistémico?
-Hay que asumir responsabilidades aunque uno no tenga nada que ver y no hay que cerrar en falso, para que no quede la sombra de la duda sobre el partido por una o dos ovejas negras. Echo de menos más explicaciones sobre lo ocurrido y lo que se ha hecho para evitarlo. No se puede pasar de puntillas sobre este tema.
También sobre el PP de Bizkaia ha planeado en un par de ocasiones la sombra de la corrupción. ¿Ha actuado bien la dirección?
-Se ha actuado de forma contundente en lo judicial, pero no se ha zanjado bien el asunto con la afiliación y con la sociedad. No se ha dejado lo suficientemente claro qué ha pasado y por qué.