Cinco años después de que el 10 de junio de 2012 se presentara en público, y tres años y 25 días después de que se inscribiera en el Registro de Partidos Políticos del Ministerio del Interior, EH Bildu arrancó el pasado martes un debate para ser otra cosa. Los resultados de este proceso, “abierto” y que quiere actualizar la esencia de la forma de hacer política de izquierdas y soberanista, deberían esperar a junio, pero ya se intuyen: habrá militantes propios y una estructura propia de partido donde las cuatro fuerzas actuales pierden peso. Novedades ante las que ya han surgido discrepancias.

Arnaldo Otegi (Sortu), Pello Urizar (EA), Oskar Matute (Alternatiba) y Rebeka Ubera (Aralar) suscribieron el 1 de abril en Iruñea “un contrato nuevo, que permita adecuar tanto la estructura y el funcionamiento internos como la praxis política de EH Bildu a la nueva realidad”. Un compromiso que, días después, el exalcalde de Donostia Juan Karlos Izagirre interpretó: “Están diciendo que están dispuestos a perder protagonismo y a pasar a ser un espacio abierto en el que aquellas personas, sin preguntar de dónde vienen, a qué partido o sector pertenecen, están dispuestas a compartir el proyecto de EH Bildu, y tengan su sitio y lo tengan con un protagonismo que no han tenido”.

El martes se lanzó de manera oficial un proceso que el anterior secretario general de Sortu, Hasier Arraiz, prometió en diversas ocasiones, sobre todo tras la ??pérdida de poder foral y municipal de 2015, y la caída de 7 a 2

?diputados en las generales de aquel mismo año. El germen de EH Bildu, Bildu, unió en 2011 a EA, Alternatiba e independientes “de izquierdas y abertzales”. Tradiciones políticas similares, pero diversas (la de la izquierda abertzale oficial, la ?del centro-izquierda institucional y la del soberanismo de izquierdas), y logró unos resultados notables en votos y en poder, con la Diputación de Gipuzkoa y el Ayuntamiento de Donostia como máximos exponentes.

Meses después, las generales de 2011 supusieron la entrada de Aralar en esa coalición, que se bautizó como Amaiur y que en meses se convertiría en EH Bildu con la adscripción de parte de los “independientes” en miembros de la ya legalizada Sortu.

La coalición debutó con su nombre actual en las autonómicas de 2012, donde apostó por la escritora y profesora de la UPV/EHU Laura Mintegi como cabeza de cartel. Un año y medio después dimitió y en 2016 reconoció que hubo “cosas que no se han hecho bien”, en alusión a una “falta de democracia interna y obstáculos en los canales de participación”. Con la marcha de Mintegi, EH Bildu dio en 2014 carpetazo a un ciclo y tenía sobre la mesa problemas, como la falta de portavocía y discurso propio, que en diversos momentos habían aflorado desde 2011.

El contexto, sobre todo el de la sucesión electoral -también los avatares económicos y el final de ETA-, aplazó una reflexión que llega ahora y lo hace con polémica. Un proceso que coincide con el final de los llevados a cabo primero en el conjunto de la izquierda abertzale (donde se incluyen LAB y Ernai) y, después, por parte de los militantes de Sortu. La actualización de Zutik Euskal Herria! que puso el punto final a la estrategia político-violenta del MLNV.

Como EH Bildu ahora, Sortu quiere rebatir las críticas de verticalidad?. Abrirse a la ciudadanía. Combina en sus nuevos estatutos órganos que reglamentan la presencia de militantes ?y gente que, sin ser militante ni próxima al partido, esté interesada en aportar en una mesa de debate sectorial. Como ?pretende ?Podemos? con sus círculos?.

EH Bildu, según el documento político a debate que dio a conocer el miércoles Gara, quiere convertirse en una combinación de la horizontalidad de los movimientos y la jerarquía y agilidad de los partidos, como aprobó Sortu en su reformulación. Y también se fija en votantes que se han sentido atraídos por el partido morado ?y pueden estar decepcionados ?al ?haber ubicado ?“las oportunidades de democratización en el cambio estatal y lo han visto truncado”.

Una de las claves de las conclusiones que se dejan entrever es la pérdida de poder que tendrán las cuatro formaciones (Sortu, EA, Alternatiba y Aralar) en favor de los independientes. Mantendrán, eso sí, una Mesa de Partidos cuyo visto bueno será imprescindible en varias decisiones, como la entrada de nuevos partidos.

Este cambio viene provocado en cierta medida por las críticas que en procesos como el de la izquierda abertzale han señalado que ?los discursos ??de la coalición y ?del partido era?n el mismo. Así se recogió entre las enmiendas del proceso Abian de la izquierda abertzale: “El discurso de Sortu y el de EH Bildu no se diferencian en nada. Nuestro discurso se sitúa dentro del sistema”. En la reformulación de los estatutos, Sortu ?se ??ha reservado un espacio para su propia acción al margen de EH Bildu.

La coalición se va a estructurar como un partido, con sus militantes (bilkides), y una dirección a modo de ejecutiva de 22 miembros más la secretaría general que debería dar mayor celeridad a la sigla a la hora de tomar decisiones y en la que los partidos tendrán menos presencia. En teoría, menos control en favor de los independientes. Lo que aspiraba a ser la vía Mintegi, ?retomada y multiplicada en las últimas autonómicas sobre el triunvirato Maddalen Iriarte- Miren Larrion-Jasone Agirre. Una coalición más “abierta” en la que, sin embargo, hay quien observa el riesgo de que termine identificada con la izquierda abertzale. De hecho, algunos adversarios políticos ?han calificado? a representantes de ?EH Bildu como “?de la izquierda abertzale”, lo que ha motivado más de un encontronazo en debates parlamentarios y electorales.

críticas de ea “La creación de una nueva formación jerarquizada con la inevitable impronta reduccionista de la imagen plural de la coalición (que bien aprovechan los adversarios de EH Bildu) perjudica en primer lugar a EH Bildu, a sus objetivos electorales, y será motivo de graves discrepancias en EA”, avanzaron nueve miembros de esta formación, entre los que se encuentra el exdirigente Koldo Amezketa, en El Diario Vasco. La formación que lidera Urizar fijó en 2016 su congreso interno para este junio, que será cuando también concluya el proceso de EH Bildu.

La denuncia de estos militantes de EA es clara. Tanto en los tiempos del proceso, que ha arrancado meses después de que Sortu concluyera el suyo, como en el fondo: “A pesar de las reiteradas demandas a la dirección de EA para que no se den pasos y se contraigan compromisos antes de que la militancia se pronuncie en el Congreso, la actual dirección presenta hechos consumados como el mencionado acuerdo en Iruñ?ea en el que se propone subordinar y eclipsar la identidad de los partidos en coalición y crear una nueva formación cada vez más caricaturizada interesadamente como heredera única de la izquierda abertzale”.

“Lo enmarcamos de una forma natural, sana, desdramatizada, y es también una preocupación que tiene cierta parte de la gente de EH Bildu que se va a escuchar, evidentemente, se va a discutir y se va a debatir y que se va a tener en consideración”, relativizó el martes Jasone Agirre, que se comprometió a que en las próximas semanas, en las reflexiones y el futuro de esta nueva coalición, estén “abiertas las puertas a todo el mundo, a toda la gente que cree que la política se puede hacer de otra manera”.

Un nuevo EH Bildu que, a tenor de las palabras de Izagirre, Agirre y los críticos en EA, afronta un debate que en la salida del proceso de reflexión ya ha fijado ?cómo será la meta.