Aunque haya pasado desapercibido entre procesiones y desarmes, el martes, el PSE y el PNV consiguieron sacar adelante los Presupuestos del Gobierno Vasco, gracias al PP.

Unos Presupuestos que, como siempre ocurre, son los más sociales de la historia para quien los presenta y los de recortes nunca conocidos para quien los enmienda.

Poco que decir pues sobre las partidas, salvo que para juzgarlas no basta con compararlas con las del año anterior. Hasta igualar el gasto social de los Presupuestos del año 2008 -aquel en el que la crisis empezaba a asomar la patita- todos los presupuestos han sido y serán restrictivos.

Tiene mucha más miga la propia negociación presupuestaria. Es cierto que los Presupuestos del Gobierno Vasco, como todos los presupuestos, no tienen muchísimo margen de maniobra. Pero una cosa es que parte del presupuesto esté comprometido y otra muy diferente que sea prácticamente imposible alterar una coma como repiten todos los gobiernos del mundo.

Precisamente porque sí hay posibilidad de cambiar las partidas y de orientar el presupuesto en uno u otro sentido, pocas veces ocurre que el único que sale indemne de una negociación es quien, sin formar parte del gobierno, decide apoyar los presupuestos.

Así las cosas, tenemos un PNV que ha tenido que tirar del archivo de agravios para tejer una cortina de humo, en este caso ELA, y justificar así un acuerdo presupuestario, gratuito sí, pero con quien hasta hace nada era “enemigo del autogobierno”.

Un PSE-PSOE que ha sacado los Presupuestos de uno de sus gobiernos autonómicos, aunque sea en minoritaria coalición, con quien se ha convertido en el arma arrojadiza de sus primarias, esto es el PP. A una EH Bildu que, queriendo dar un hasta ahora desconocido perfil negociador, se apresuró a anunciar a bombo y platillo enmiendas por un escalofriante 1,5% del Presupuesto pero que luego transformaron en enmienda a la totalidad. A un Elkarrekin Podemos que sigue en el empeño de buscar su sitio en el Parlamento y que la única carrera que ha ganado es la de registrar la enmienda a la totalidad antes que nadie.

Y finalmente, el PP. El Partido Popular de Euskadi, o País Vasco como les gusta decir, para ser más precisos. Un PP que se ha convertido en el inesperado vencedor de toda esta historia, ya que cabe la posibilidad de que su abstención por 29 irrisorios millones de euros, lejos de ser interpretada como un regalo, permita garantizar a Mariano Rajoy sacar adelante sus propios Presupuestos, lo que, sin duda, será recordado una y otra vez por Alfonso Alonso, tanto dentro de sus filas como fuera de ellas.

De ahí, precisamente, que el PNV se esté esforzando tanto en convencernos de que el OK a los presupuestos vascos del PP nada tiene que ver con el (presunto) OK del PNV a los presupuestos españoles, y que eso, de darse, solo responderá a cuestiones estrictamente económicas.

Nadie está en esto para regalarle victorias al adversario. Otra cosa es que te crean, claro.