Bilbao - El Consejo de la Juventud de Euskadi (EGK) en colaboración con el Gobierno Vasco ha presentado el trabajo Jóvenes y Paz: reflexiones sobre el pasado, oportunidades en el presente, retos para el futuro, fruto de un trabajo de tres años en los que han puesto en común reflexiones de más de dos centenares de jóvenes vascos.
Han presentado un trabajo de tres años en los que han reflexionado sobre la paz y la convivencia. ¿Cómo se ha desarrollado?
-Empezó en 2014 cuando se firmó un convenio con el Gobierno Vasco, y a raíz de eso se han desarrollado diferentes actividades con jóvenes para abordar este tema que, a priori, podía resultar difícil. Por destacar algunas de las actividades, una de ellas fue un encuentro en un albergue donde los jóvenes se juntaron con víctimas y victimarios. Fue una manera de poner en común situaciones y emociones.
Dicen que la paz y la convivencia quizá no sea una prioridad para la juventud, pero se han involucrado en esta cuestión.
-Lo cierto es que quizá no era la principal prioridad teniendo en cuenta la crisis que ha afectado de manera importante a los jóvenes, con la necesidad de empleo, pero lo que sí nos hemos dado cuenta es que, a pesar de no ser el eje básico, cuando se han creado espacios de participación de los jóvenes en cuestiones de paz, ahí hemos estado. De hecho, han sido más de 250 los jóvenes que han tomado parte en estas jornadas de reflexión. Interés sí que existe y se ha demostrado.
Estos encuentros comenzaron tres años después de que ETA anunciara el final de su actividad. ¿Era el momento apropiado, tres años después?
-No sé si era el momento más adecuado, pero lo que está claro es que en algún momento los jóvenes debíamos abordar esta cuestión. En cuanto el Gobierno Vasco nos dio esa oportunidad y se abrió la puerta, nos metimos a fondo. En EGK ya se había tratado el tema de la paz, pero había un parón y cuando el Gobierno Vasco nos ofreció el convenio, vimos que era el momento de volver a impulsar esta cuestión.
Afirman que no se trataba de llegar a consensos, sino que cada uno expresara sus sentimientos. Entiendo que en los encuentros participaron jóvenes de distintas sensibilidades.
-No era cuestión de llegar a un acuerdo único, sino que era más poner sobre la mesa nuestras emociones, que muchas veces es lo más difícil, y escuchar a otras personas. Eso no significa que no haya asuntos en los que sí hemos llegado a acuerdos o por lo menos veíamos que nos entendíamos.
¿Ha sido difícil esos encuentros con jóvenes de diferentes sensibilidades?
-En EGK hay 60 asociaciones y hay que manejarlas. Quizá paz y convivencia puede resultar un tema más conflictivo, pero con voluntad se hace. Hay que sentarse y debatir.
Mirando las reflexiones, una de ellas es que los jóvenes consideran que el conflicto vasco no era un enfrentamiento entre dos bandos en este país, sino que todos estábamos involucrados.
-Consideramos que todos formamos parte de este conflicto porque no es únicamente esos dos bandos, sino cómo se vivía el día a día. Al final las vivencias no son las mismas y por eso creíamos que nosotros, como juventud, debíamos tomar parte en esta reflexión sobre paz y convivencia porque somos los que debemos abordar el futuro.
Hablan de la memoria y el relato. Hoy en día una cuestión importante es el relato de lo que ha sucedido en este país. ¿Qué pueden aportar los jóvenes?
-Lo que hemos vivido y cómo ha sido nuestro día a día. Lo que tenemos claro es que es necesario recoger todos los testimonios porque es así como se dan pasos de futuro. Conocer lo que ha pasado desde distintos puntos de vista es la mejor manera de dar esos pasos.
Abordan también cuestiones como la política penitenciaria.
-Tenemos claro que hay que proceder a un acercamiento de los presos a cárceles vascas y, además, revisar algunas condenas. Consideramos que una justicia restaurativa es básica para afrontar este proceso.
Tampoco se olvidan de las víctimas. ¿Consideran que se han dado los suficientes pasos para reconocer su daño?
-Hay muchos tipos de víctimas y una de las cosas a resaltar de esos encuentros es que las víctimas no se podían agrupar todas en un mismo grupo. Pero todas son víctimas.
Reclaman asimismo autocrítica a quienes todavía no lo han hecho. ¿Queda camino por recorrer en esta cuestión?
-La sociedad está dando pasos mientras los partidos están atrincherados en sus discursos. Si no se mueven de sus postulados no se pueden dar pasos. La petición de autocrítica es generalizada. No ponemos el acento en nadie en concreto. Consideramos que cada uno debe hacer su análisis sobre dónde está, qué es lo que ha hecho y qué debería hacer.
¿Consideran que la sociedad avanza mucho más rápido que los partidos?
-Si la sociedad está dispuesta a dar pasos, como lo hemos demostrado los jóvenes, la pregunta es por qué a los partidos les cuesta dar esos pasos.
Critican también la actuación de los medios de comunicación
-Se debe acabar con los mensajes de odio, dejar de buscar culpables y sí buscar soluciones.
La sensación que se desprende es que los jóvenes tienen reproches que hacer.
-No se trata de reprochar. Lo que nosotros sacamos de estos encuentros es todo en clave para avanzar, de mirar hacia el futuro.
¿Se sienten privilegiados por no haber vivido directamente el punto más candente de la violencia en Euskadi?
-No sé si privilegiados, porque hemos vivido esa problemática por todo lo que nos han transmitido nuestros padres, pero tener la oportunidad de construir el futuro es algo que muchos no la tienen. Por eso los jóvenes reivindicamos el derecho a participar en la construcción de un futuro en paz y convivencia.
Y sin la pesada mochila del vivir el día a día de la violencia.
-Esa mochila dejará de esta ahí cuando haya espacios para poder debatir sin tapujos sobre esta cuestión.
¿Mantienen contacto con jóvenes del Estado? ¿Cómo ven la situación en Euskadi y cómo nos ven?
-Cuando jóvenes que han participado en estos encuentros de paz, cuando se han reunido con otros jóvenes del Estado, señalaban que había cierto resquemor por no decir que tenían cierto odio. El problema es el desconocimiento de lo que ha pasado en Euskadi y del trabajo se está realizando ahora.
¿Tienen previsto continuar esta colaboración con el Gobierno Vasco?
-La intención es seguir trabajando con ellos y la idea es que haya otro convenio, esta vez sobre los Derechos Humanos en general para abordar cuestiones como la situación de los refugiados.
Además de esta cuestión de paz y convivencia, ¿cuál es el mayor problema con el que se enfrenta la juventud de Euskadi?
-Empleo y vivienda. Tenemos muchas carencias. Hay muchos trabajos precarios, la ayuda en viviendas sería algo fundamental. Ese el principal foco. Para tener un proyecto de vida es necesario que podamos incorporarnos al mercado laboral con garantías.