BILBAO - Covite ha retomado su campaña de colocación de placas en memoria de las víctimas del terrorismo, una iniciativa que desarrolló con nocturnidad en la madrugada del sábado y sin el consentimiento de las instituciones públicas. El colectivo presidido por Consuelo Ordóñez volvió a echar un pulso a los ayuntamientos de Bilbao y Donostia, ambos gobernados por el PNV y a los que abiertamente pretende “desafiar”, según sus propias palabras. Los alcaldes Juan Mari Aburto y Eneko Goia anunciaron su intención de retirar las placas porque incumplen la normativa del uso de espacios públicos al no contar con la autorización municipal y porque, aunque están de acuerdo en que debe haber espacios dedicados a las víctimas, quieren fijarlos desde el consenso. La hermana del edil popular asesinado por ETA respondió que volverá a colocarlas, y los acusó de ocultar la historia del terrorismo y de incumplir sus promesas sobre la colocación de placas.
La dinámica de las placas “clandestinas”, tal y como Covite las denomina, se saldó ayer con la colocación masiva de 62 distintivos en recuerdo a 86 víctimas del terrorismo de ETA, los GAL y la Triple A. De ellas, 48 se colocaron en Bilbao para recordar a 62 damnificados. Una de esas placas la colocó Iñigo Pascual en memoria de su padre, el ingeniero de Lemoiz asesinado por ETA en 1982, Ángel Pascual. En Donostia, el hijo de Gregorio Ordóñez, Javier, colocó un distintivo para honrar la memoria de su padre.
La polémica se remonta a 2014, cuando la capital vizcaina ya retiró las primeras placas de Covite con el argumento de que no hacerlo hubiera dado vía libre a que cualquier vecino colocara otros distintivos con mensajes menos nobles o con cualquier trivialidad. El Ayuntamiento pidió seguir los procedimientos y actuar desde el consenso para fijar un elemento identificativo (una placa u otro formato) en recuerdo de los asesinados. Cabe recordar que ese mismo año se colocó ante el Museo Guggenheim una placa oficial en memoria del ertzaina Txema Agirre. Covite entiende que se ha incumplido el compromiso del exalcalde Ibon Areso porque no han proliferado los distintivos, y ya el pasado mes de diciembre se produjo un ultimátum del colectivo a su sucesor Aburto.
En Donostia, el pulso arrancó durante el mandato de Juan Karlos Izagirre, de Bildu. En ese caso, la controversia no fue solo política, sino que quedó al descubierto que algunos vecinos y víctimas tampoco compartían la iniciativa de Covite. Fue el caso de Bárbara Durkhop, viuda del socialista Enrique Casas, que retiró la placa que se encontró por sorpresa en el garaje de su casa al volver de un viaje. Una comunidad de vecinos también retiró unas placas sobre Begoña Urroz y Manuel Orcera porque fueron colocadas sin su permiso y justo después de las obras de rehabilitación de la fachada, cuando además los asesinatos no se habían producido en ese punto. Covite amonestó a los vecinos asegurando que el valor de la defensa de la vida está por encima de un daño estético.
Aburto repitió ayer que quitará las placas. “Esta actitud no es de recibo. Cuando toda la sociedad manifestó ayer [en referencia al homenaje en Gasteiz] su voluntad de reconocimiento hacia las víctimas y de avanzar hacia un futuro en paz elaborado de forma conjunta, sobran las actitudes provocadoras como la vivida esta noche”, dijo. Fuentes del gabinete de Eneko Goia consultadas por Efe se expresaron en una dirección similar, asegurando que este “no es el camino” ni tampoco el “deseo de muchos familiares”. Además, recordaron que se ha reactivado el Foro de Víctimas en el ayuntamiento para que cada una pueda volcar sus ideas. Apostaron por “un espacio que honre a las víctimas”, pero “contando con los propios afectados y con el mayor consenso posible”.
Covite escogió el día europeo en recuerdo a las víctimas del terrorismo para desplegar su iniciativa y tener un altavoz. Un día antes, por decisión propia, se quedó fuera de la foto del homenaje conjunto que brindaron en Gasteiz las instituciones, asociaciones de damnificados y agentes sociales con el impulso del Gobierno Vasco, cuyas políticas de memoria no comparte. Covite se ha mostrado muy crítica con los jeltzales, pero también ha protagonizado desencuentros importantes con el PP de la comunidad autónoma, sobre todo durante la etapa de Arantza Quiroga, donde algunos sectores consideraron que la asociación de víctimas había caído en la politización y en los brazos de UPyD.
ordóñez insiste Covite puso en valor ayer su dinámica y la colocación de insignias como la de Gregorio Ordóñez, “que apenas permaneció intacta unas horas después de que fuera colocada”. Su presidenta tachó a los ayuntamientos de “irresponsables por incumplir sus compromisos”. “Intentar ocultar la historia del terrorismo y sus consecuencias a las nuevas generaciones es un ejercicio de irresponsabilidad muy grave”, dijo, para añadir después que, si los ayuntamientos retiran las placas, “al menos tendrán que buscarlas e informarse de dónde se cometieron los crímenes terroristas”. Covite no dio muestras de replegarse. De hecho, entre las insignias colocadas se encuentra la de Miguel Paredes y Elena Moreno, que ha sido retirada en tres ocasiones y que en la madrugada del sábado volvió a colocar una de sus hijas, Tamara. Paredes y Moreno fueron tiroteados en la puerta de un bar en Donostia, en 1990, cuando ETA los señaló como toxicómanos, aunque en las autopsias no aparecieron restos de droga en sus cuerpos.