Los barrios más olvidados de las grandes ciudades vascas y del conjunto del Estado español siguen siendo los agujeros negros de la democracia. Estos barrios con niveles de renta más bajos presentan altos índices de abstención electoral y sacan los colores al sistema de participación política y de igualdad de oportunidades. Otxarkoaga o Altamira, en Bilbao, o fuera de Euskadi, la Cañada Real, en Madrid; Torre Baró, en Barcelona; La Coma, en Valencia; o el Polígono Sur, en Sevilla; son los ejemplos de la vinculación estrecha entre nivel de renta y participación electoral. En algunos casos estos barrios coexisten a menos de una manzana con zonas donde sus vecinos desarrollan su proyecto de vida con los recursos necesarios para disponer de una buena calidad de vida y que acuden a las urnas en gran proporción.

Estas son las conclusiones y los datos recogidos por Braulio Gómez y Manuel Trujillo en el estudio Urnas vacías en los suburbios de las ciudades, publicado por el Observatorio Social de la Caixa. El informe está basado en los resultados de las elecciones autonómicas andaluzas de 2015 y las municipales celebradas ese mismo año en el Estado español.

El dato más demoledor hace referencia a que en algunos barrios, dos de cada tres ciudadanos no hace uso de su derecho a votar. Esto ocurre principalmente en las ciudades grandes, superiores a 100.000 habitantes, y se caracterizan por ser barrios que padecen algún grado de exclusión social. Los diez suburbios que lideran este ranking se sitúan en Madrid, Barcelona, Valencia, Sevilla, Zaragoza, Málaga, Murcia, Palma de Mallorca y Bilbao, que aparece en el noveno lugar de los más abstencionistas, según los datos arrojados por el escrutinio de las elecciones locales de 2015 analizados por Braulio Gómez, investigador en Ciencia Política en la Universidad de Deusto, y Manuel Trujillo, experto en estadística.

Los dos investigadores han estudiado las secciones electorales en las ciudades de tamaño medio y grandes, que coincide con los barrios de esas urbes. De ese modo han podido observar el comportamiento electoral de los barrios que registran los valores más extremos de abstención. “Si vives en un barrio de una ciudad caracterizado por su situación de exclusión social, tienes una alta probabilidad de no participar en ningún tipo de elección”, subraya Gómez. Es precisamente ahí donde aparecen las barriadas más estigmatizadas cuya baja participación electoral resalta aún más cuando se pone en comparación con las secciones electorales donde más personas acude a votar.

De este modo, en Bilbao, la diferencia entre el barrio con menor participación (Otxarkoaga) y el de mayor (Abando) es de un 39%, es decir, que si en este último votaron 82 de cada cien ciudadanos, en aquel solo 43 depositaron su papeleta en la urna. Esta diferencia es menor entre los extremos de Gasteiz (26%) y cae aún más en Donostia (19%).

Las tecnologías de la información no han frenado la desconexión entre los excluidos y la urna electoral. Tampoco la denominada nueva política o partidos emergentes como Podemos han logrado acercar a las urnas a los ciudadanos de estas barriadas que presentan un cuadro de alta concentración de ciudadanos desconectados de la vida laboral, de la vida social y de la era digital. “La nueva política no ha sido lo suficientemente innovadora y creativa para atraer a las urnas a esos ciudadanos”, destaca el politólogo. Y lo peor es que la situación se puede enquistar, ya que los más pobres “dejan de ser objetivo prioritario” de los partidos políticos y eso hace que se acentúe aún más el agujero negro democrático”, apostilla Gómez.