gernika-lumo - Iñigo Urkullu cumplió ayer el solemne trámite para convertirse con todas las de la ley lehendakari por segundo mandato consecutivo tras la investidura el pasado jueves en el Parlamento Vasco. Tras jurar el cargo en la Casa de Juntas de Gernika-Lumo, dejó por escrito una promesa en el libro de firmas de honor en el que se compromete a trabajar por una Euskadi “para todos y mejor”. El acto protocolario estuvo preñado de simbolismo y apenas hubo discursos o declaraciones, dejando todo el protagonismo al ritual de la toma de posesión y al propio lehendakari.
La figura de Fidel Castro, cuyo deceso se conocía en Euskadi por la mañana, y la presencia en Gernika de la vicepresidenta del Gobierno español, Soraya Sáenz de Santamaría, y del president de la Generalitat de Catalunya, Carles Puigdemont, no se lo ponían fácil al lehendakari, aunque finalmente todo el protagonismo se lo llevó Urkullu, al que, pese a repetir en el cargo, se le notaba visiblemente emocionado, tratando por momentos de contener las lágrimas.
Urkullu juró su cargo bajo el Árbol de Gernika, con la misma fórmula y el mismo rito que hace cuatro años. Llegó a la Casa de Juntas de Gernika poco antes del mediodía, acompañado de su esposa Lucía Arieta-Araunabeña, portando la makila que le identificaba como presidente del Gobierno vasco y entre vítores de las decenas de personas que se congregaron en las inmediaciones del acceso al recinto foral. Tras ser recibido por la presidenta de la Mesa del Parlamento Vasco, Bakartxo Tejeria, entró en el salón de plenos de la Casa de Juntas donde le esperan alrededor de trescientos invitados, la mayoría de ellos destacados representantes institucionales y representantes de los partidos políticos vascos. Tras recibir la makila de níspero salió al exterior del edificio donde permaneció unos minutos en soledad junto al emblemático Árbol viejo, antes de volver al roble nuevo donde posó con los tres exlehendakaris presentes en el acto, Carlos Garaikoetxea, José Antonio Ardanza y Patxi López (Juan José Ibarretxe, de viaje en Londres, no asistió).
La toma de posesión de Urkullu deparó muchas imágenes que siendo gestuales pueden avanzar cambios en la política vasca e incluso en la española. Urkullu logró unir a Sáenz de Santamaría y Puigdemont en Gernika, atemperando la imagen de choque de trenes a la que parece que están abocadas las relaciones entre el Gobierno español y la Generalitat catalana debido al proceso independentista iniciado por las fuerzas y el gobierno soberanista catalán que Madrid rechaza.
La nueva política territorial que pretender encarnar la vicepresidenta en esta legislatura, especialmente hacia Catalunya y Euskadi, vivió ayer un nuevo gesto en el saludo que se dieron ambos mandatarios y algunos mensajes cruzados. Mandaba el protocolo y el protagonismo estaba centrado en el lehendakari, pero el deshielo en las relaciones es un hecho. Aunque de momento no hay más que gestos, nada de contenidos ni tampoco cambios de planteamiento.
No fueron los únicos altos representantes gubernamentales que quisieron estar en la jura de Urkullu. También la presidenta del Gobierno de Nafarroa, Uxue Barkos, se personó en Gernika en un gesto que refuerza la buena relación entre ella y el lehendakari y el compromiso mutuo de establecer puentes y buscar sinergias entre las dos comunidades autónomas. La llegada de Barkos a la Casa de Juntas fue una de las más aplaudidas por los ciudadanos que aguardaban a la entrada del recinto... solo comparable con el silencio abrumador que se hizo de súbito cuando Puigdemont entró en la sala de plenos, poco antes de que Sáenz de Santamaría le siguiera los pasos. El morbo de lo que ambos podían deparar hizo enmudecer a los cargos y políticos presentes. Los dos se sentaron el uno junto al otro en primera línea de la sala y junto a ellos estuvo el presidente del Gobierno de Canarias, Fernando Clavijo, que tampoco quiso perderse el acto.
Todos ellos -salvo la vicepresidenta española que, en tanto que es también ministra de Administraciones Públicas, le va en el cargo estar presente en las tomas de posesión de los presidentes autonómicos- se autoinvitaron a la ceremonia con fines, seguramente, que van más allá de los meramente protocolarios. Que no vinieron a pasar la mañana sino con la vocación de sacar algún partido en clave política y de dejar huella lo demuestra su interés por firmar en el libro de firmas de honor de la Casa de Juntas. Como se reproduce en las imágenes de abajo de esta información, estamparon su firma y dejaron un mensaje de reconocimiento al lehendakari y en tono conciliador para abordar el diálogo.
eh bildu, con normalidad No solo la presencia rutilante de los tres presidentes autonómicos y de la vicepresidenta española delataron que subrepticiamente había en juego algo que más que un acto protocolario. El estreno de Elkarrekin Podemos en este evento y la presencia más normalizada y numerosa que nunca de la izquierda abertzale fueron un buen indicador de que los tiempos convulsos en la política vasca contaminada por la violencia están quedando atrás.
La representación de EH Bildu estuvo liderada por Arnaldo Otegi que se saludó y compartió conversación con todos, salvo con Sáenz de Santamaría y el líder del PP vasco Alfonso Alonso. También estuvieron Maddalen Iriarte, candidata a lehendakari por la coalición, y las otras dos cabezas de lista las pasadas elecciones, Miren Larrion y Jasone Agirre, así como la veterana Jone Goirizelaia y el también parlamentario Iker Casanova.
La representación de Elkarrekin Podemos también fue nutrida y estudo liderada por Pili Zabala, Nagua Alba y Lander Martínez. Tras superar los primeros momentos de timidez e inexperiencia, se abrieron a los corrillos. Los mismos que requerirá el gobierno de PNV y PSE para trenzar acuerdos y mayorías sufientes esta legislatura.