durante casi todo un año, los partidos políticos españoles se han entregado al combate ideológico contra el rival, el Congreso de los Diputados no ha estado operativo y en el Palacio de La Moncloa se ha operado lo justo para que el país pudiera levantar la persiana todos los días. Ha sido un año sin gobierno, un año durante el que el Gran Hermano de Bruselas no ha dejado de mirar al sur de los Pirineos, a la espera de que se desenredara la situación, dejando hacer, habida cuenta de que España crecía, y de que las reformas impuestas desde Europa en el último cuatrienio operaban los resultados esperados hubiera o no alguien con mando en plaza en Madrid.

Ahora el espejismo de la España de la dialéctica hueca y de las tertulias maniqueas se esfuma, y 2017 augura un doloroso baño de realidad para una sociedad a la que los poderes económicos han concedido un año de prórroga, una carencia en su hipoteca, que ahora hay que volver a pagar íntegramente. Hay que cumplir “los compromisos con los socios europeos”, es decir, seguir controlando el déficit según los parámetros que Bruselas considera razonables; es decir, más austeridad.

Y por ello, la aprobación de un Presupuesto para 2017 le resulta crucial a Mariano Rajoy. El Presupuesto es la herramienta principal de funcionamiento de un gobierno, pero lo es más aún cuando hay que devolver a la cuadra a un potro que lleva un año desbocado, y por tanto sus advertencias al PSOE pidiendo su apoyo no son tanto un chantaje a los socialistas, a día de hoy cautivos y desarmados, como la constatación de una realidad. Si no dispone de un Presupuesto ajustado a lo que le exigen en Bruselas tendrá que convocar elecciones -a no ser que la UE tolere una prórroga-, y no será precisamente el PP el más perjudicado si hay que volver a la urnas.

Cuenta a su favor con la ventaja de que la economía crece y de que no se le van a congelar los fondos estructurales europeos por incumplir el objetivo de déficit durante este año de barra libre, pero ahora toca ajustarse otra vez el cinturón y ya con la hucha de la Seguridad Social al límite habrá que hacer recortes, subir los impuestos o sacarle la tijera a las comunidades autónomas, o un poco de todo eso. En ese contexto, Rajoy ha encargado a su nueva encargada de negociar con las autonomías, Soraya Sáenz de Santamaría, que abra una ronda con los nacionalistas para buscar apoyos presupuestarios, toda vez que el portavoz del PSOE, Antonio Hernando, le ha dicho que, “casi seguro”, votara en contra, aunque los socialistas sí están dispuestos a negociar enmiendas.

suma con los nacionalistas Con los 32 escaños de Ciudadanos, los 8 de la antigua Convergència y los 5 del PNV Rajoy sumaría 179 votos, tres por encima de la mayoría absoluta, y por ello los primeros interlocutores de Santamaría han sido Francesc Homs, diputado del PDCat, y Aitor Esteban, portavoz del PNV en el Congreso.

La cuestión es si es demasiado tarde o no para entenderse con el partido al que el PP le ha declarado una guerra política y judicial a cuenta del procès y, sobre todo, en la medida en que afecta a Euskadi, si es posible reabrir unas relaciones con Euskadi que en la legislatura de la mayoría absoluta han sido nulas.

Aitor Esteban se sentó con Sáenz de Santamaría sin muchas expectativas y salió de la reunión tal y como entró. “Si no hay un cambio de actitud con respecto al autogobierno vasco no hay partido”, señaló el portavoz nacionalista, repitiendo el argumento que el PNV esgrime desde el 20 de diciembre, y que hasta la fecha ha rebotado en las paredes de La Moncloa, por cuanto cada semana el Gobierno Vasco se encuentra con un nuevo recurso a las leyes aprobadas por el Parlamento de la CAV.

Sin embargo, en las últimas semanas el PP ha emprendido un sutil giro, siquiera en el campo de las palabras, que no en el de los hechos. En la sesión de investidura, Esteban pidió “menos leña y más grano” a Rajoy y éste le ofreció su tractor. La reunión de esta semana con Sáenz de Santamaría, por más que fuera una mera toma de contacto, parece confirmar que lo del Congreso fue algo más que una chanza parlamentaria.

Este miércoles, en Bilbao, un día después de la reunión entre Esteban y Sáenz de Santamaría, el lehendakari Urkullu resaltaba ante el rey Felipe VI la importancia de ofrecer “un marco de confianza y estabilidad” para superar estos “momentos de incertidumbre e inestabilidad”. Sólo mediante “el diálogo y el acuerdo” se puede alcanzar esa estabilidad, pues “conformar un Gobierno no es garantía de estabilidad y tampoco soluciona los problemas directamente”.

No aclaró Urkullu si hablaba del gobierno de España o del de Euskadi, pero sí hizo una llamada directa a “retomar” el diálogo institucional y el acuerdo entre Euskadi y el Estado de forma que se “superen cinco años de inmovilismo y retroceso en los elementos básicos” del autogobierno. Urkullu reclamó negociar para aprobar la liquidación y la Ley quinquenal del Cupo vasco, un movimiento pendiente desde hace años, pero un día más tarde Esteban enfriaba las expectativas y advertía de que ni así el PP obtendrá el respaldo jeltzale. “No va a haber más remedio que una prórroga”, vaticinaba el parlamentario nacionalista, que reclama gestos tangibles para sentarse a hablar.

Mayorías. Con el apoyo del PSOE y Ciudadanos, el PP no tendría problemas para sacar adelante los Presupuestos de 2017, pero los socialistas se muestran, de momentos, reacios a respaldar a Rajoy. Otra posibilidad sería sumar a PP y C’s los votos del PNV y del PDCat.

Malas relaciones. Para alcanzar un pacto con estas fuerzas el PP debería engrasar unas relaciones que han sido muy malas con los nacionalistas catalanes en la legislatura de la mayoría absoluta, y prácticamente inexistentes con el PNV.

El lehendakari reclamó el pasado miércoles al PP una actitud más proclive al diálogo.

El portavoz nacionalista en el Congreso advierte de que el PP debe dar un giro de 180 grados y atender a los planteamientos de la agenda vasca.

El vicesecretario del PP llamó el viernes a los jeltzales a mantener una actitud “conciliadora”.

El diputado del PNV cree que Rajoy quiere prorrogar las Cuentas para 2017.