pamplona - Tras la clausura del Monumento a los Caídos el pasado miércoles en Pamplona, este cementerio franquista está más cerca del disfrute de toda la ciudadanía. De hecho, serán los habitantes de la ciudad los que decidan qué destino prefieren para el inmueble, a través de un proceso participativo que abrirá el Ayuntamiento. Hay opiniones diversas, pero el alcalde de Iruñea ya se decanta por consolidar el edificio, cambiando su uso para “desvincularlo” de su función original.
Joseba Asiron valoró ayer que la clausura del cementerio, culminada con la retirada de los restos mortales de los últimos combatientes franquistas que quedaban en su seno, entre ellos los generales Mola y Sanjurjo, supone “un primer paso para potenciar la convivencia de la ciudad” y para “cerrar heridas del pasado y encarar el futuro con una base sólida”. Opinó que el 16 de noviembre fue “un día histórico para la ciudad, por cuanto después de 80 años se vio por fin cumplida una reivindicación que latía en la sociedad”. “Más allá de lo que diga la ley de Memoria Histórica, que por supuesto este cementerio incumplía”, su situación “afectaba a la lógica y al sentido común”. Por ello, consideró que con la intervención en la cripta, Iruñea “es ya una ciudad más justa con su historia”. Añadió que “tenemos por delante un futuro de esperanza, una ciudad donde todos y todas tengan cabida”.
El primer edil, acompañado del doctor forense de la Sociedad de Ciencias Aranzadi, Paco Etxeberria, que coordinó el proceso, compareció ayer para agradecer a todos los agentes participantes y hacer balance de la actuación llevada a cabo en el Monumento de los Caídos. Afirmó que el debate sobre el destino del edificio se llevará a cabo “a través de un proceso de participación ciudadana”. “No descartamos un concurso de ideas al respecto”, dijo.
Sobre si pudiera plantearse el derribo de los Caídos, el alcalde de Iruñea opinó que para algunos el edificio en sí es un “símbolo franquista”, por lo que “una opción es la del derribo, aunque otros opinamos que se podría cambiar el relato o uso del inmueble para desvincularlo de su función original”, es decir, recuperar el edificio con otro fin, como ha pasado en “otras ciudades de Europa y de todo el mundo”.