tras salir de la prisión, Arnaldo Otegi manifestó su sorpresa al encontrarse con un País Vasco donde el sentimiento independentista ha caído hasta apenas alcanzar al 20% de la población. Sin embargo, también es en este preciso momento cuando el Legislativo vasco puede sumar una de las proporciones más elevadas de su historia de representantes defensores del derecho a decidir. La cuestión no ha pasado desapercibida para un PP que trata de recuperar apoyos en Euskadi y que para ello no ha dudado en enviar de nuevo a la comunidad a Alfonso Alonso, exalcalde de Vitoria y en breve exministro de Sanidad, para tratar de reverdecer los laureles de los tiempos en los que la sociedad vasca estaba mucho más polarizada entre constitucionalistas y soberanistas.
El propio Alonso apelaba esta semana al voto al PP para evitar que Euskadi “se deslice hacia la ruptura”, como Catalunya, y advertía de que en el próximo Parlamento habrá “una acumulación de fuerzas a favor de la autodeterminación” con PNV, EH Bildu y Podemos. Nerea Llanos, secretaria general del PP vasco, afirmaba en la misma línea que su partido será “un auténtico seguro” para evitar el “Brexit vasco”.
Efectivamente, la irrupción de la formación de Pablo Iglesias en Euskadi suma un nuevo actor al tradicional tetrapartidismo vasco -con permiso de UPyD, que ha tenido un parlamentario en Gasteiz en las últimas dos legislaturas-, desequilibrando de forma crucial el panorama en relación al soberanismo, pero difuminando también la política de bloques que ha caracterizado a Euskadi en los últimos cuarenta años.
En todo caso, el discurso de Alonso y Llanos pasa por alto que ya en la pasada legislatura el peso del soberanismo en el Parlamento era abrumadoramente mayoritario -48 escaños de PNV y EH Bildu, 27 y 21 respectivamente-, frente a los 27 que sumaban el PSE -16 parlamentarios-, el PP -10- y el portavoz de UPyD, Gorka Maneiro. Habría que dar otro salto atrás para encontrar una mayoría constitucionalista en el Legislativo de Gasteiz, que de hecho cobró carácter ejecutivo con la elección de Patxi López como lehendakari pese a que las elecciones las ganó Juan José Ibarretxe.
Ahora todo es distinto. Una fuerza estatal se posiciona del lado de quienes defienden el derecho a decidir -hasta el punto de celebrar el Aberri Eguna- y, si tras los comicios su suma y la de EH Bildu sobrepasa los actuales 21 parlamentarios de la coalición abertzale, el peso del soberanismo subirá aún más en la Cámara, dado que al menos a priori al PNV parece soplarle el viento a favor.
Sin proyecto común Sin embargo, eso no significa que todos esos parlamentarios vayan a remar en favor del proyecto común de carácter nacional que vaticina Alonso y estimula EH Bildu. De hecho, en la anterior legislatura los pasos dados no han ido más allá de una ponencia de autogobierno que echó la persiana sin acuerdo, no ya entre constitucionalistas y nacionalistas, sino entre los propios abertzales.
La entrada de Podemos en el Parlamento, en coalición con Equo y Ezker Anitza, sumará partidarios del derecho de autodeterminación a la Cámara, pero al menos de entrada EH Bildu recela de su posicionamiento. El PNV, por su parte, cuenta con su propio borrador para actualizar el autogobierno, al que tendría que sumar al resto de actores. En ese sentido, cuando en la década pasada el lehendakari Ibarretxe lo apostó todo a su Propuesta de Estatuto Político de la Comunidad de Euskadi Batasuna sólo le prestó los votos justos a Ibarretxe, tres, para que pudiera recibir el portazo del Congreso de los Diputados.
La apuesta de la actual EH Bildu, vistos los malos resultados de las últimas convocatorias electorales, pasa por ceder el protagonismo a la sociedad civil, siguiendo la estela de Catalunya pero, como dijo la candidata alavesa Miren Larrion a DNA, sin trasladar su modelo tal cual.
Ahora se abre una nueva precampaña electoral y todo indica que la autodeterminación, un tema soterrado en una legislatura marcada por la lucha contra la crisis y la gestión de las consecuencias de medio siglo de violencia de ETA, va a cobrar protagonismo. El PP se postula a sí mismo como único garante de la unidad de España entre los partidos vascos, y su estrategia pasa por presionar al PNV para que se posicione en favor o en contra de la independencia. Vuelven a escucharse en la política vasca las palabras “división” y “enfrentamiento”; Alonso habla de un “discurso nacionalista muy agresivo”, y sus dardos tienen un claro receptor, Sabin Etxea. “Nosotros sabemos cuál es la posición de Bildu, pero el PNV tiene que dejarse de ambigüedades y decir que no va a apostar por esa vía catalana en el País Vasco”, dijo el ministro en funciones, ejerciendo ya como candidato a lehendakari. - DNA