nueva york - Los yazidíes, una minoría religiosa cuyas raíces se remontan a 2.000 años antes de Cristo, conmemoran desde ayer a las víctimas de uno de los primeros genocidios del siglo XXI reconocido por la ONU, perpetrado hace dos años por el grupo terrorista Estado Islámico en el norte de Irak. Al menos 5.000 hombres y niños fueron asesinados y más de 7.000 mujeres y niñas secuestradas por los yihadistas del Estado Islámico (EI) que arrasaron en la madrugada del 2 al 3 de agosto de 2014 la localidad de Sinyar, de la que huyeron otras 200.000 personas, mientras varios cientos o miles -se desconoce la cifra- murieron de hambre y sed al ser cercados en un monte cercano.

“Muchos de ellos siguen cautivos en Siria donde son sometidos a los más inimaginables horrores”, dijo la Comisión de investigación de Naciones Unidas sobre atrocidades el pasado 16 de junio, al considerar que el EI cometió “genocidio”, “múltiples” crímenes contra la Humanidad y crímenes de guerra contra los yazidíes. La ONU calcula que 3.200 mujeres y niños yazidíes están aún cautivos del EI, que utiliza a las mujeres como esclavas sexuales y adoctrina a los menores como militantes para usarlos en la guerra.

“Les suplico: eliminen por completo al Dáesh (acrónimo en árabe del EI)”, había pedido seis meses antes ante el Consejo de Seguridad de la ONU la joven yazidí Nadia Murad, al relatar cómo fue secuestrada y violada por miembros del grupo terrorista. Murad rememoró cómo los yihadistas mataron a la mayoría de los varones de su aldea, como la separaron de su familia en el norte iraquí y cómo la intercambiaron, junto a otras mujeres y niñas, para entregarla a distintos hombres. La joven logró escapar y, posteriormente, llegar como refugiada a Alemania.

Las imágenes de las mujeres, ancianos y niños yazidíes huyendo a través del monte, donde muchos de ellos, acorralados por los yihadistas, murieron de hambre y sed, llevaron a EEUU a tomar la espinosa decisión de volver a intervenir militarmente en Irak, en esa ocasión con bombardeos al frente de una coalición internacional. Dos años después, aún se desconoce la cifra de fallecidos en el monte Sinyar, donde murieron muchos niños y bebés, cuyos cadáveres quedaron abandonados a la intemperie en la desesperada huida de sus familiares.

De etnia kurda, la minoría religiosa yazidí, heredera del zoroastrismo persa y adoradora del fuego, lleva siglos sufriendo la opresión de otras religiones, que la consideran “adoradores del diablo”. - Efe