Virgilio escribió que hay que “temer a los griegos hasta cuando hacen regalos” y seguramente que de haber escrito acerca de los macedonios, la frase habría sido “sus promesas se las lleva el viento”. Y es que por segunda vez en un año los políticos macedonios han pactado conductas correctas y buena fe para sacar al país del atolladero en el que lleva sumido desde hace año y medio. Las primeras promesas fueron incumplidas descaradamente y por todo el mundo y las segundas, ya se verá?.

A principio del 2015, el jefe de la oposición -el socialdemócrata Zoran Zaev- comenzó a desvelar conversaciones grabadas clandestinamente en que se evidenciaban delitos, falsificaciones electorales y corrupciones llevadas a cabo por funcionarios y hombres públicos del partido gubernamental, el nacional conservador del jefe del Gabinete, Nicola Gruevski.

La crisis consiguiente -cuyo punto álgido fue la decisión del presidente macedonio, Jorge Ivanov, miembro también del partido gubernamental VMRO, de absolver por decreto a todos los implicados en el escándalo de las escuchas telefónicas- amenazaba con sumir al país en un colapso administrativo y gubernamental tan grave, que medió en el asunto el comisario de la UE para la ampliación de la Comunidad -Johannes Hahn-, logrando la promesa de todos los protagonistas de ir “honradamente” a nuevos comicios.

La realidad es que absolutamente nadie se atuvo a la promesa y menos que nadie, el bloque gubernamental de Gruevski, así que Macedonia volvía a encaminarse al colapso político y administrativo.

Para evitar males mayores, esta vez llevó la mediación la Unión Europea al alimón con los Estados Unidos. Y nuevamente prometieron los protagonistas macedonios buena conducta. Porque la mala conducta, que se venía practicando desde mucho antes de la crisis del 2015, ha obligado a puntualizar en los acuerdos que ahora se hará un censo electoral “real”. Es decir, en el que figuren solo personas vivas y con derecho de voto; que la información electoral de los medios estatales de comunicación de masas será correcta y acorde con la verdad; y que cien días antes de la celebración de las nuevas elecciones, asumiría el gobierno un Gabinete provisional y neutral.

La necesidad de todo esto parece evidente, de puro sentido común. Pero como experiencias pasadas obligan a la prudencia, partidos macedonios y mediadores internacionales han dado un plazo hasta finales de agosto para que las promesas se lleven a la práctica. Si no fuera así, no se convocarán elecciones, alargando la crisis aún más.