madrid - La victoria del PP en las elecciones generales abre un nuevo escenario de negociaciones para evitar una nueva convocatoria electoral, un proceso en el que Mariano Rajoy tendrá un papel protagonista y que no estará exento de aristas. El líder popular parece tener prisa, quiere tener cerrado el acuerdo a finales de julio, por lo que emplazó ayer mismo a PSOE y Ciudadanos a negociar ya un Gobierno estable, pero ambos rechazaron ayudarle en su objetivo. Rajo, no obstante, dejó claro que no renunciará a constituir el nuevo Gobierno -un mensaje a quienes especulan con su marcha para desatascar posibles bloqueos-.
El candidato del PP salió reforzado de la cita con las urnas y se hizo con 137 escaños, 14 más de los cosechados el 20D, pero aún lejos de los 176 que le darían mayoría suficiente para gobernar. Tan lejos que ni un posible apoyo de los 32 diputados de Ciudadanos -cuyo líder, Albert Rivera, ha advertido en campaña de que no respaldará a Rajoy y se ha mostrado abierto a apoyar a otro candidato del PP- no sería suficiente para alcanzar la mayoría. De hecho, si a esa suma se añadieran los votos de PNV (5) y Coalición Canaria (1), alcanzaría los 175.
“Nosotros no queremos que Rajoy gobierne, más claro no lo podemos decir”, señalaba Albert Rivera el pasado 16 de junio. Esa fue una de las líneas rojas que su partido defendió durante toda la campaña que este lunes, un día después de las elecciones, parece desdibujarse. “Nunca hubo veto a Rajoy. Los escaños del PP son del PP y los de Ciudadanos son de Ciudadanos. Y los 3,2 millones que han votado a Ciudadanos no son de Rajoy ni de Sánchez, y con nuestros escaños vamos a debatir contenidos y vamos a hablar de eso”, afirmó ayer el líder de Ciudadanos
la gran coalición En esas circunstancias, al PP necesitaría alguna abstención para al menos solventar la investidura de Rajoy y comenzar a gobernar en minoría. El presidente del PP es consciente de que tiene en sus manos la posibilidad de formar nuevo Gobierno, para lo que ha decidido no cerrarse ni una sola puerta. Lo ha hecho para volver a la carga con su oferta de entendimiento mutuo bajo cualquier fórmula que permita poner en marcha la legislatura y un Gobierno estable que, de entrada, se ponga a elaborar los Presupuestos del Estado y gestionar las consecuencias del Brexit. Rajoy ha recordado la amplitud de su victoria sobre los demás en las urnas, sus casi ocho millones de votos y los 52 escaños que tiene por encima del segundo partido, para exigir el derecho a gobernar con cualquier fórmula que se plantee: primero en gran coalición y segundo con apoyos externos fijos que den estabilidad al nuevo Ejecutivo, con el PSOE, con Ciudadanos o con nacionalistas del PNV o CC? según cuadre.
Pero, al margen del PSOE y de Unidos Podemos, el resto de partidos con representación parlamentaria son ERC (9), CDC (8) y EH Bildu (2). La pulsión independentista de Convergència, tradicional apoyo de gobiernos en minoría en el pasado y sus acusaciones al Gobierno de haber “conspirado” contra ellos, complica y mucho que den vía libre a Rajoy para gobernar. De ese modo, los focos se vuelven al PSOE y a la “gran coalición” deseada por Mariano Rajoy; descartado prácticamente el sí a su reelección por parte de los socialistas, queda por ver si deciden abstenerse para permitirle empezar a gobernar.
Han pasado pocas horas desde el cierre de las urnas y ya se aventura un intenso debate interno al respecto, pues al mismo tiempo que el secretario de Organización del PSOE, César Luena, descartaba en una emisora de radio apoyar a Rajoy por “acción u omisión”, el presidente extremeño, Guillermo Fernández Vara, decía en otra que su partido debe ir a la oposición y no obstaculizar que haya gobierno “cuanto antes”.
pacto de izquierdas El portavoz del comité electoral del PSOE, Antonio Hernando, insistía ayer tras la reunión de la Ejecutiva del partido que no se plantean apoyar o abstenerse en la investidura de Rajoy. “No vamos a apoyar a Rajoy para la investidura ni nos vamos a abstener”, aseveró. “Tiene que ser Rajoy el que busque entre sus afines ideológicos los apoyos necesarios. Los ciudadanos han dado la iniciativa al PP y es a quien corresponde”, argumentó el portavoz socialista.
Lo que está claro es que al PSOE no le salen las cuentas para liderar un pacto de izquierdas. La suma de sus 85 escaños y los 71 que suman Unidos Podemos y las confluencias llega a 156.
Sólo la agrupación de todos los nacionalistas (incluidos los independentistas) valdría y los socialistas ya se opusieron a recabar esos apoyos tras el 20-D, cuando Pedro Sánchez tenía una posición más fuerte para buscar la investidura. Más lejos queda aún la unión del PSOE con Ciudadanos, cuyo pacto no ha sido respaldado por los votantes y ahora sólo alcanza 117 escaños.
La posibilidad de extender ese pacto a Unidos Podemos no parece factible, dado que Pablo Iglesias y Albert Rivera la rechazaron de plano en el anterior proceso de negociaciones y nada permite pensar que ahora vayan a cambiar de opinión.
Las Cortes se constituirán el 19 de julio y días después el Rey llamará a consultas a los líderes de los distintos partidos para elevar una propuesta de candidato. Entonces será el momento clave para saber si Rajoy ha sido capaz de lograr apoyos para intentar la investidura o si renuncia a hacerlo, como hizo tras el 20D y como hace unos días aseguró que haría si no conseguía respaldo suficiente.
un voto clave Tan ajustadas están las cosas que el movimiento enfático de un solo diputado puede resolver el problema de la investidura, aunque semejante escenario requiere el cumplimiento de algunos requisitos. El primero consiste en que el PP obtenga la adhesión de Ciudadanos (137+32=169). El segundo implica el respaldo del PNV (169+5=174). Y el tercero presupone el apoyo de Coalición Canaria. El cómputo ascendería exactamente a 175 diputados, la mitad del hemiciclo, de tal manera que uno más supondría la mayoría absoluta de la investidura.
La inédita situación se explica porque el diputado Pedro Quevedo, líder de Nueva Canarias, está y no está con el PSOE. Compartieron coalición en la circunscripción de Las Palmas de Gran Canaria, pero el acuerdo se desvanece en cuanto se produzca la constitución de las Cámaras porque el reglamento conduce a Quevedo al limbo heterodoxo del Grupo Mixto.
Una vez allí, el líder nacionalista canario puede destinar su voto donde considere conveniente. Y puede echarle una mano a Pedro Sánchez... votando a favor del PP o absteniéndose. Esta aparente deslealtad podría convenir a los socialistas, porque el valiosísimo sufragio de Quevedo en beneficio implícito o explícito de Rajoy permitiría al PSOE renegar del líder popular sin exponer al país a una parálisis institucional ni atribuirse el sambenito del obstruccionismo.
Todas las opciones anteriores requieren concesiones. Aunque el escenario no es tan complejo como el del 20-D, si nadie cede los españoles serán llamados a las urnas por tercera vez en un año. El rey está obligado a convocarlas dos meses después de la primera sesión de investidura.
La fecha probable para la Constitución de las Cortes es el 20 de julio. A partir de ahí, la primera sesión de investidura podría celebrarse a finales de julio o en agosto. Si ningún candidato es investido dos meses después de esa fecha, Felipe VI disolvería las cámaras y convocaría unas elecciones. Pero después de la repetición de junio, lo más probable es que los políticos encuentren alguna fórmula de acuerdo.
Castigo. La ley electoral española hace que el número de votos que cada una de las formaciones políticas necesita para lograr un escaño sea diferente en cada provincia. Esto no es sólo por la aplicación de la ley D’Hondt, sino -sobre todo- por la delimitación de las circunscripciones y la asignación de escaños a cada una de ellas. a la hora de repartir los escaños con la ley electoral vigente, que castiga la dispersión del voto por provincias y favorece la concentración en circunscripciones.
votos por escaño. A Ciudadanos le ha costado cada uno de los 32 escaños logrados 97.617 votos, muy lejos de lo que el PP ha pagado por cada uno de los asientos en el Congreso: 57.709 votos. Por su parte, al PSOE le ha costado un escaño 63.820 votos y a Unidos Podemos 71.123.
pérdida de escaños. En el sistema electoral español cada circunscripción o provincia elige un determinado número de escaños, pero ¿qué pasaría si se repartieran los 350 escaños en una sola circunscripción? El PP perdería 18 escaños y el PSOE 3. Podemos y Ciudadanos conseguirían 4 y 15 escaños más, respectivamente, de los que han obtenido en cada una de las provincias. ERC, Bildu y Coalición Canaria se quedaría con los mismos escaños, mientras que mientras que PNV y CDC perderían uno cada uno con una circunscripción única. Y los 285.000 votos que consiguió el PACMA se traducirían en cuatro escaños.
Caras nuevas. El 26-J deja muchas caras nuevas: hasta 43 escaños cambiarán de dueño. Entre las novedades hay viejos conocidos. Eduardo Madina, que se quedaba fuera el 20-D, sí logró su acta al sumar el PSOE un nuevo escaño por Madrid. Le acompañará Margarita Robles, a la que el PSOE fichó como número dos de Pedro Sánchez, también por Madrid. El humorista Félix Álvarez Felisuco, en la lista de Ciudadanos por Cantabria o el sindicalista Diego Cañamero (Podemos) y Mari Mar Blanco (PP) se estrenarán en la Cámara Baja.
Sin escaño. Por el PP, Javier Maroto y Borja Semper se quedan fuera del Congreso. El ex Jefe Mayor de la Defensa Julio Rodríguez, candidato de Podemos, tampoco ha logrado escaño en esta ocasión.