Alas puertas del Parlamento británico pasea un hombre junto a su perro, al que le ha puesto un cartel Planeta sacrificado - No a la energía nuclear, y de él cuelga otro Vota Salir. Es Stuart Holmes, un pensionista londinense partidario de romper relaciones con la Unión Europea, por lo que hace campaña en plena calle para que el 10% de sus compatriotas que permanece indeciso vote también por la salida.Holmes apunta a los coches y a la contaminación londinense. “Estoy cansado de que la UE no se preocupe por este planeta, de que Francia financie nuestras plantas nucleares”, cuenta mientras recuerda sus viajes a Estepona, donde también hizo campañas en contra del tabaquismo.

A pocos metros está el Centro Metodista de Londres, donde Cameron depositó su voto a primera hora del día. A él acude Bren, un abogado pelirrojo de 25 años partidario de seguir en la UE. “Estamos mejor dentro, si salimos nuestra economía sufrirá mucho”, reconoce, si bien declara que si se despierta con un Brexit, no será ninguna sorpresa. En el polo opuesto se sitúa Paul, partidario de la salida. “Este país tiene que recuperar el control de una vez por todas. La UE, tarde o temprano terminará rompiéndose. Es cuestión de tiempo, de que sea de forma lenta y pacífica, o de que sea rápido y de forma violenta, con una revolución”, predice. Paul lamenta que sea una institución a la que le falta tomar decisiones democráticas. “Si a mí no me gusta Cameron, o Corbyn, yo puedo votarles y que no salgan elegidos, pero si a mi no me parece bien lo que hace Juncker no puedo hacer nada, ahí sigue y se mantendrá después con una sueldo de no se cuántos millones”, dice enfurecido. Pocos minutos después sale de votar una pareja de mediana edad. “Hemos estado saltando de un lado a otro durante toda la campaña, pero lo que nos hizo votar por quedarnos fueron las palabras del responsable del Banco de Inglaterra”, comenta Anna. “Si él dice que hay un riesgo para la economía, hay que escucharle, son palabras mayores”, añade su marido, explicando como su familia está dividida.

Al otro lado del río Támesis, está el área de Lambeth, una de las zonas de Reino Unido con más partidarios de seguir en la UE. Aquí, la señora Fiona Campbell tiene claro que quiere votar quedarse, si bien predice un resultado muy apretado en el resultado final. “Ella me ha hecho ver la importancia de esta votación. Estaba mucho más convencida que yo”, explica su nieto veinteañero.

Una media hora de metro nos pone en Notting Hill, famoso por su carnaval y por tener una de las poblaciones más cosmopolitas de la ciudad. En el vagón un señor deposita panfletos defendiendo a la UE. “Es mejor estar dentro. Los partidarios del Brexit dicen que los inmigrantes hacen trabajos con cualquier salarios, pero los británicos también podemos hacer las cosas mejor para que eso no pase”, lamenta Mark, pidiendo que escribamos que tiene 60 años y que no es ningún jovenzuelo fácil de engañar.

A dos pasos de la estación hay una señala que nos muestra el colegio electoral más cercano, situado dentro de una iglesia. La afluencia de gente es constante. “Es una decisión muy importante. Estamos unidos desde la guerra. La UE nos ha unido, nos dado la paz. Si nos vamos perdemos todo eso y nos convertimos simplemente en un país pequeño”, explica Jane Foley, convencida de votar Remain (Quedarse). Lo mismo le ocurre a Conor, para quien los estados miembros de la UE trabajan como vecinos con un objetivo común. “Irse significa poner a la gente en peligro, perder los derechos por los que hemos luchado tanto y no podremos pedir ayuda cuando la necesitemos”, emocionándose al contarlo y lamentando la retórica de la campaña de los partidarios del Brexit.

Mientras Kelly Lynch acude a votar con sus dos hijas y ve extremadamente necesario hacerlo por el futuro de sus pequeñas. “Todo mi círculo votará por quedarse, pero me dan miedo otras zonas fuera de Londres, donde hay más desempleo. Si hay un Brexit este país se dividirá, es inevitable que Escocia se independice y quiera seguir en la UE”.