Junio es el mes de la “Batalla de Vitoria”, aquella que enfrentó a las tropas napoleónicas que escoltaban a José Bonaparte (“Pepe botella”) en su huída con el ejército del Duque de Wellington. En la era más moderna, digamos los últimos 35 años, Gasteiz está acostumbrada a vivir otra batalla que se repite: la electoral.
Los sociólogos hace tiempo que señalaron el territorio alavés como un piloto para proyectar los resultados en esta circunscripción electoral a escala estatal. La cosa venía funcionando regularmente: que ganaba el PSOE en Araba, presidía Felipe González o Zapatero; que lo hacía el PP, significaba que Aznar o Rajoy tendrían escaños suficientes para ocupar la Moncloa. Hasta que llegó Podemos el 20-D y Araba, donde ganó la formación morada, dejó de ser el referente.
Pero el territorio alavés no tiene sólo esta peculiaridad electoral. Cumple muy bien la discriminación de voto entre las diferentes convocatorias, municipales, forales, al parlamento vasco, al Congreso y al Senado y al Parlamento europeo. Esta es una característica compartida con el resto de circunscripciones vascas. Añadan el peso poblacional que tiene Gasteiz con respecto al resto del territorio. Y para terminar: la fragmentación de voto. Antes a cuatro y ahora parece que a cinco. Por eso, la batalla de Vitoria se presenta tan interesante en las dos citas electorales que se avecinan.
No es de extrañar que los partidos vayan echando el resto en un territorio donde se delimita la barrera entre el éxito y el fracaso en una convocatoria electoral. Para el PSOE sería un duro golpe que Javier Lasarte no revalidara el escaño que obtuvo hace seis meses. Y si la suma exacta de votos obtenidos en esa cita por Podemos y Ezker Anitza se repite, las encuestas así nlo vaticinan, los socialistas perderían ese representante. El equipo de campaña del PSOE tiene ahí fijado su gran reto vasco y por ahí han pasado ya en precampaña Pedro Sánchez y Antonio Hernando. El candidato socialista repetirá en campaña en la que , de momento, será su única escala en Euskadi.
El PNV tiene, además del reto de mantener el escaño de Mikel Legarda, superar el 15% del voto. La razón es bien sencilla: aunque la constitución de grupos parlamentarios en el Congreso tiene cierto punto de voluntad política más que de aplicación literal del reglamento, éste es muy claro: “una formación política puede formar grupo parlamentario a partir de 5 diputados, siempre y cuando se posea un 15% de los votos correspondiente a las circunscripciones donde se haya presentado candidatura”. El 20-D el PNV obtuvo el 15,83% de los votos en Araba. Cada voto será por lo tanto, fundamental.
El PP tiene lo suyo: nada menos que el número uno y dos condenados a pagar 400.000 euros por vaciar indebidamente las arcas públicas. Alonso y Maroto tratan de convencernos que es un error administrativo, algo así como que no pusieron el sello correspondiente. Veremos si tiene factura electoral.