GAsteiz - Ignacio Jurado es doctor de Ciencias Políticas por la Universidad de Oxford y su especialidad es el análisis a de las perspectivas electorales. Desde su atalaya, ha escrutado con atención la evolución de las elecciones del 20-D y las tentativas de Sánchez de ser investido presidente del Gobierno español que han fracasado y abocado a repetir los comicios.
El fracaso para formar gobierno ¿es una irresponsabilidad o un fracaso, o hay que tomarlo como algo normal?
-Lo primero que hay que constatar es que es algo anómalo mirando otras experiencias históricas en Europa, donde solo se ha producido una situación similar en cinco ocasiones en las que se han repetido las elecciones desde la Segunda Guerra Mundial. Hay que preguntarse por qué ha ocurrido. No es un fracaso estrepitoso porque ha sido la primera vez que nos enfrentamos a este escenario. Los partidos están muy perdidos a la hora de navegar en el nuevo contexto. Por eso no es tan raro que los partidos no hayan alcanzado acuerdos.
¿Es una consecuencia casi inevitable del fin del bipartidismo?
-Es una de las consecuencias. El fin del bipartidismo supone una transformación del sistema de partidos que todavía está en transición. El nuevo sistema de partidos y el nuevo electorado no están del todo consolidados, y esto hace que los partidos sean muy reacios a tomar decisiones audaces y arriesgadas que les pueda llevar, no a la oposición, sino directamente al colapso. El fin del bipartidismo trae mucho miedo a los partidos. A los antiguos, miedo a perder su posición predominante; y a los nuevos, a convertirse en flor de un día. Este miedo ha estado muy presente en las negociaciones.
¿Eso mismo podría producirse después del 26 de junio? ¿O quizá los partidos se vean más presionados y no podrán permitirse ir a unas terceras elecciones?
-Unas nuevas elecciones pueden ser la coartada perfecta para tomar ciertas decisiones que hoy son muy arriesgadas y que parecen de difícil venta al electorado propio y difícilmente digerible para la ciudadanía. Por ahí podría venir el desbloqueo. Las nuevas elecciones no van a servir para cambiar el Parlamento español resultante de las elecciones del 20-D, ya que la aritmética que se va a obtener no va a diferir mucho de la de entonces. En todo caso van a servir para que nosotros cambiemos, para que las resistencias de los electores hacia algunas coaliciones y el grado de tolerancia de los ciudadanos ante determinados acuerdos cambie. Quizá la configuración del Parlamento sea igual después del 26-J, pero nosotros no seremos iguales.
¿Insinúa que lo que no ha sido posible (la gran coalición o el pacto de izquierdas) puede serlo tras el 26-J?
-Exacto. Tal vez tras unas segundas elecciones y ante una situación de bloqueo los partidos estén más abiertos a afrontar esas u otras opciones de investidura o de gobierno. Sus votantes les castigarían menos por sellar acuerdos que ahora parecen imposibles. Incluso la opción de que Rajoy se aparte es más posible tras unas nuevas elecciones, o que el PP apoye una lista de un partido menos votado que el suyo. Hay opciones que hoy parecen muy arriesgadas pero que, tras pasar de nuevo por las urnas, pueden madurar y ser más verosímiles.
En las elecciones del 20-D la ciudadanía examinó la gestión de los partidos durante los cuatro años de legislatura. El 26-J parece que la ciudadanía va a olvidar eso y votará sobre lo ocurrido estos seis meses.
-Las responsabilidades de los últimos cuatro años ya fueron ventiladas en las elecciones de diciembre y en estas próximas el asunto dominante va a ser la narrativa sobre quién es el culpable de unas nuevas elecciones. Gran parte del voto de castigo a los partidos tradicionales ya se activó el 20-D y seguirá siendo un factor importante, pero creo que todo eso ya fue ventilado. No creo que los resultados de junio vayan a ser muy distintos. Estamos entrando en un periodo en el que la crisis económica como tal ha desaparecido, el contexto es diferente, pero estamos en una nueva normalidad. Este no será un factor que movilizará a la gente, sino que lo hará más la cuestión del relato de la culpabilidad.
¿El votante va a castigar a los cuatro grandes partidos por igual o a unos más que otros?
-La participación será menor. A los ciudadanos no les hace gracia tener que pasar por las urnas solo seis meses después, lo perciben como una irresponsabilidad y un fracaso. Es previsible un descenso de la participación que se puede entender como un castigo generalizado. El castigo, en el sentido de votar a otra fuerza diferente respecto del 20-D, tendrá menos incidencia, entre otras razones porque el votante interpreta la realidad desde una visión partidista.
¿Penalizará a Podemos su sobreexposición en los últimos meses?
-La exposición es, en general, buena. En unas democracias modernas y tan mediáticas siempre es mejor estar sobreexpuesto que agazapado. Reporta una visibilidad y una relevancia que a un partido emergente le beneficia. La presencia de Podemos en los medios es parte de su éxito.
¿A Rajoy le pasará factura su inacción o le beneficiará?
-Hay que diferenciar la naturaleza de cada electorado. El electorado del PP es de mayor edad y está más consolidado y estructurado. La estrategia de Rajoy es beneficiosa para no perder ningún voto el próximo 26-J y para ganar el voto de aquellos que piensan que se han desperdiciado seis meses.
¿Los votantes premiarán los esfuerzos de Sánchez por el acuerdo?
-En general, la posición de Sánchez ha estado bien. El PSOE venía de una dinámica muy negativa y estaba en duda si podía recuperar la iniciativa. No creo que vaya a premiar ese esfuerzo, sino el hecho de que haya recuperado la iniciativa. Estaba agazapado y por primera vez en mucho tiempo ha liderado la alternativa política. Hace un año parecía que la alternativa política estaba en los partidos emergentes, no en el PSOE. Después del 20-D y pese a los resultados más negativos de su historia reciente, los socialistas han liderado la alternativa. Eso es lo más positivo que puede recoger el PSOE, aunque es cierto que los resultados de junio le pueden quitar esa oportunidad.
¿Ciudadanos ha podido perder su marca de partido de derechas tras su flirteo con el PSOE?
-La estrategia de Ciudadanos ha sido arriesgada porque sus votantes mayoritariamente vienen del PP y además los ciudadanos lo sitúan en el eje de centro-derecha. Por tanto, es normal pensar que su coalición natural es con el PP. Lo que ha intentado hacer C’s es asumir que el PP tiene un núcleo duro y fiel de votantes y ha intentado consolidar su electorado en el centro-derecha, más abierto a acuerdos con el PSOE, y de paso romper la barrera del centro, que es donde su electorado terminaba. Ha asumido la dificultad enorme de atraerse más votos del PP y desplazarse hacia el centro. Ya veremos si es así. Las encuestas le dan que sube un poco, pero tengo dudas de que sea posible, entre otras cosas porque el PSOE está consolidado en el espacio de centro-izquierda.
¿Por qué la alianza con IU que no quiso Podemos en diciembre ahora sí quiere hacerlo?
-Porque ha cambiado el contexto. Podemos empezó con una estrategia de transversalidad, aspiraba a acaparar votos desde la extrema izquierda hasta el centro y cuando irrumpió en la arena electoral las encuestas le daban muchos apoyos en los votantes moderados pero con el tiempo lo ha ido perdiendo, donde el PP y el PSOE están mejor situados. La lógica de no entrar en un acuerdo con IU era para mantener esa transversalidad pero eso ha ido difuminándose y de ahí que se abra a una alianza electoral con IU. Además, las elecciones de junio tendrán una menor movilización y la lógica será más de retención de votos que de pescar en nuevos electorados. La coalición con IU les puede consolidar en el eje de izquierda.
¿A quién beneficiará la repetición de las elecciones?
-El que más gana es el PP porque venía de gobernar con una mayoría absoluta, perdió muchos apoyos pero aun así fue el partido ganador y ahora tiene una nueva oportunidad para gobernar. Y el que más pierde es el PSOE, que se ha visto con la oportunidad de formar gobierno y la ha desaprovechado.
¿En las generales PNV y EH Bildu, van a mantener los resultados del 20-D o la polarización de los cuatro grandes les perjudicará?
El PNV tiene su electorado bastante asentado y no espero cambios en los resultados. EH Bildu sí se puede ver algo beneficiado por el desapego generado por el escenario postelectoral y que algunos votantes decidan cambiar su voto de una fuerza estatal a una vasca. Pero la irrupción de Podemos y su implantación en el espacio de izquierdas le puede generar complicaciones de cara a las elecciones. Creo que la lucha por el electorado entre EH Bildu y Podemos va a ser encarnizada
¿A quién hubiera beneficiado adelantar las elecciones vascas al 26-J?
-Cuando hay dos elecciones el mismo día, una termina predominando sobre la otra y en este caso la agenda estatal se come a la vasca. Por tanto, en principio un adelanto a esa fecha sería poco favorable a los partidos de ámbito vasco que basan su agenda en contenidos fundamentalmente vascos. Sobre el papel no debería haber interés por parte del PNV en adelantar las elecciones al 26-J y hacerlas coincidir con las generales. En el País Vasco esto es menos relevante, porque hay partidos que no son de ámbito estatal que compiten con credibilidad y esto altera las dimensiones de las elecciones, además hay un electorado mucho más asentado.