madrid - Tras varios dimes y diretes, la reunión a tres entre el PSOE, Podemos y Ciudadanos finalmente tendrá lugar y se producirá a principios de la próxima semana, a buen seguro el lunes, aunque el encuentro no promete demasiado y es harto improbable que se den pasos para conformar un acuerdo entre todos que convierta a Pedro Sánchez en el próximo presidente español. Los protagonistas serán los equipos negociadores y no los líderes, al contrario de lo que pretendía desde Podemos Pablo Iglesias, si bien él estará presente en las reuniones como miembro de la comisión de su partido. No se descarta que Sánchez irrumpa en las conversaciones más adelante, en un momento más decisivo, con vocación de desbloquear un acuerdo. Hoy, 2 de abril, el candidato socialista arranca la cuenta atrás de un mes antes de que se disuelvan el Congreso y el Senado y se convoquen nuevas elecciones si no llega a un acuerdo que le permita superar la sesión de investidura. Y arranca esa cuenta atrás empeñado en una misión que parece imposible: sumar 199 con Podemos y Ciudadanos, dos partidos que se declaran incompatibles.
Nadie espera que logre el voto afirmativo de los dos partidos sino que, como mucho, uno vote a favor, y el otro se abstenga, algo que tampoco parece fácil. En ese contexto, parece obligado a sumar el apoyo de más partidos, pero lo cierto es que en las últimas jornadas no ha realizado ningún movimiento. Se desconoce si ha orillado ya a los minoritarios porque confía en que cuaje su vía 199 y no sean necesarios más apoyos; o porque los esfuerzos para desbloquear la interlocución entre Podemos y Ciudadanos han centrado toda su atención en las últimas horas y pretende retomar el resto de contactos más adelante. La maniobra no deja de ser arriesgada porque el calendario corre, se adentra en la zona de peligro, y los contactos con los minoritarios están muy verdes. De las declaraciones vertidas ayer por portavoces socialistas se desprende que están centrándose en la vía de los partidos mayoritarios porque daría mayor solidez a un gobierno de Sánchez.
Lo cierto es que el PNV no tiene noticias de los socialistas, ni a nivel de ejecutivas ni en el Congreso. El teléfono no suena en Sabin Etxea, no hay ningún contacto con los socialistas y los jeltzales siguen a la espera de un documento de propuestas que satisfaga su agenda vasca. En el Congreso tampoco ha habido ningún contacto entre el portavoz jeltzale, Aitor Esteban, y su homólogo socialista, Antonio Hernando. El próximo miércoles el Congreso volverá a tomar velocidad con un pleno potente en el que Mariano Rajoy dará cuenta de la política de refugiados, además de que la oposición votará si lo lleva a los tribunales por negarse a someterse a las sesiones de control. En ese contexto, no se descarta que pueda producirse algún contacto informal entre los portavoces. Desde Izquierda Unida, Alberto Garzón tampoco sabe nada de Podemos. Cree que Iglesias sigue contando con él, pero no le ha devuelto la llamada para mantener una reunión. Tal y como explicó ayer, atribuye “el silencio administrativo” a las convulsiones internas de Podemos.
diferencias El plan inicial de los socialistas pasaba por lograr los votos e Ciudadanos, PNV, Compromís, Coalición Canaria e IU, y la abstención de Podemos. A día de hoy, solo tiene el apoyo de Ciudadanos y el escaño de Coalición Canaria. Por el momento, se está centrando en las maniobras a gran escala, con los principales partidos, y se prevé que le lleven bastante tiempo porque las posiciones entre Ciudadanos y Podemos están muy alejadas. El portavoz socialista en el Senado, Óscar López, fue interrogado ayer por las relaciones con el PNV. Relató que han mantenido reuniones que fueron “positivas hasta cierto punto”, pero puntualizó que, actualmente, los socialistas están “trabajando una fórmula amplia que dé una mayoría sólida al gobierno de España”. “En la izquierda no hay mayoría suficiente. Preferimos una fórmula con 199 diputados donde ojalá se pudieran sumar otros partidos como el PNV”, dijo.
Desde Podemos, Iglesias insistió en que solo apoyará un gobierno de izquierdas y, desde Ciudadanos, Albert Rivera pidió un ejecutivo conformado por el PSOE y su partido, donde el PP y Podemos puedan brindar apoyos puntuales. Según dijo, Iglesias podría ayudarles a aprobar medidas de regeneración, y el PP quedaría reservado para los acuerdos económicos. Propone la vía de los respaldos externos porque el documento del pacto con el socialismo no se presta a demasiados retoques. Tan restrictivo fue Rivera que llegó a decir que aceptaría cambios, pero manteniendo el 90% del pacto. Ayer quiso colocar a PP y Podemos en el mismo plano como socios puntuales, pero no oculta su preferencia por un apoyo con la derecha. Se dio dos semanas de plazo para aclarar su voto.