madrid - Como cabía esperar, los nacionalistas catalanes pusieron el acento en el proceso independentista durante la sesión de investidura y votaron en contra. Sin embargo, se apreciaron diferencias importantes entre los dos socios del Govern, Convergència y ERC. Los segundos acudieron sin intención de ceder, con la mirada fija en la independencia, y con cierto desinterés por lo que suceda en suelo español y por quién sea el presidente. Joan Tardà se ganó el reproche de Pedro Sánchez, que vio “muy difícil” llegar a un acuerdo con él en esos términos. Lo cierto es que Tardà no le dio ningún margen. “Nos venden la moto de que la solución está en la reforma constitucional, pero no es así”, despachó. Con DiL, la antigua Convergència, hasta el tono fue diferente, con alguna chanza y sonrisas de por medio. El portavoz Francesc Homs condicionó su apoyo a la investidura a la celebración de un referéndum, aunque en otros momentos pidió con avidez a Sánchez alguna oferta para Catalunya. Su empeño en la consulta lo vinculó a superar el agravio del Estatut, aprobado por los ciudadanos catalanes y cepillado por el Tribunal Constitucional. Pidió respetar las decisiones de los catalanes y planteó como método “proponer, acordar y luego votar”. En cualquier caso, como es evidente, siguió abogando por la independencia.

El socialista se prestó a negociar las 23 propuestas que el expresident Artur Mas trasladó a Rajoy, entre las que figuran inversiones en infraestructuras. También se ofreció a relajar la meta de déficit, y citó la financiación. Homs puso en duda todos los compromisos preguntando si son compatibles con su acuerdo con Ciudadanos, una formación centralista que rechaza cualquier gesto a los nacionalismos. Con un ímpetu poco habitual en una formación conservadora, trató de empujar al candidato hacia un gobierno de izquierdas, consciente de que Podemos defiende planteamientos más ambiciosos en materia territorial como el referéndum independentista. Sánchez recordó que necesitaría introducir en esa ecuación a ERC y dejó claro que no pondría la estabilidad de España en manos de ese grupo. El candidato pidió al soberanismo que “abandone todo deseo de unilateralidad y declaraciones de desconexión” para negociar desde la legalidad.