- Mucho se ha hablado y escrito sobre la trascendencia de estas elecciones, una nueva transición, una auténtica legislatura constituyente, una cita histórica. Habrá que ver, ayer el Congreso dio un vuelco, más espectacular aún si se tiene en cuenta que el cambio llega de una mayoría absoluta. Y es que este nuevo escenario no solo hace necesarios los pactos para la investidura y la gobernabilidad, sino que la fragmentación es tal -con cuatro grandes grupos y otro gran grupo de siglas minoritarias- que probablemente harán falta alianzas más amplias, con terceras fuerzas, lo que puede dar un papel de bisagra a grupos pequeños como PNV, ERC o Democràcia i Llibertat.
El PP cumplió con el guion previsto, es la primera fuerza (123 escaños), pero muy lejos de la mayoría absoluta, tan lejos que ni una hipotética suma con Ciudadanos (40) le permitiría alcanzarla. El PP sufre en todas las comunidades autónomas. Por supuesto en la periferia -Catalunya, Galicia o Euskadi- donde Podemos o sus filiales han irrumpido de forma apabullante, igual que la Comunidad Valencia, otro feudo popular que se tambalea. Caso similar a Castilla-La Mancha, casa de María Dolores de Cospedal, que es la que cede terreno ante la irrupción de Podemos (1) y C’s (3), mientras los socialistas se mantienen en los siete escaños de 2011. También Andalucía castiga al PP, comunidad clave donde los populares dieron el sorpasso hace cuatro años y donde esta vez los socialistas -con Susana Díaz a la cabeza, lectura interna interesante también para el PSOE- lograban ayer recuperar el primer puesto, con tres escaños por delante del PP.
El PSOE (90 escaños) también padece la irrupción de los llamados emergentes, pero a priori con una virulencia menor de la que se esperaba, conservando un segundo puesto que durante la campaña se le daba por perdido. Mejora en sus feudos de Andalucía y Extremadura respecto a hace cuatro años, también lo hace en Castilla-La Mancha, y aunque vuelve a caer en la mayoría de las autonomías -caso de Catalunya, por ejemplo-, el retroceso global en porcentaje de voto se amortigua a un 6%, mientras el PP ronda un mordisco del 16%. Unos márgenes que le pueden servir a Pedro Sánchez para salvar los muebles de su liderazgo interno.
Mariano Rajoy se deja 3,6 millones de votos respecto a 2011, los socialistas, 1,5 millones. La sangría de papeletas populares es del calibre a la que sufrió el PSOE en 2011.
Así que en este caso los perdedores son los primeros -queda por ver si el segundo acaba intentando el asalto a la Presidencia con alguna fórmula en torno a ese pacto de perdedores del que hablaron los populares en campaña, aunque Sánchez anoche dejó la pelota en el tejado del PP-, el bipartidismo clásico que resiste a pesar de todo; porque los ganadores de ayer son indudablemente los terceros, Podemos, que se queda lejos en diputados del asalto a los cielos que clamó Pablo Iglesias en su día, pero que con su marca (42) y sus alianzas -En Comú (12), Compromís (9) y En Marea (6)-, irrumpe como tercera fuerza con 69 escaños sosteniéndose en Catalunya, Euskadi, Comunidad Valenciana o Galicia.
Eso sí, Andalucía se le resiste a Pablo Iglesias, terceros a larga distancia respecto a PSOE y PP. Los resultados de ayer, no solo confirman la remontada proclamada por el partido morado durante la campaña, sino que suponen una consolidación de los resultados de las últimas municipales, en la medida en que en las plazas conquistadas en mayo -como Madrid y Barcelona- vuelven a repetir sus excelentes resultados.
Ciudadanos irrumpe en la Cámara Baja con un resultado espectacular, 40 escaños, pero tenía unas expectativas tan altas antes de la campaña que quedar cuarto -habiendo aspirado a ser segundo incluso- supone una decepción para la formación naranja. Una decepción que se construye en parte en casa, en Catalunya, donde los de Albert Rivera se desinflan, aunque logran un buen resultado en Andalucía, con ocho escaños.
IU también pierde fuelle, a rebufo del impulso de su némesis morada. Alberto Garzón se queda con dos diputados -tuvo 11 la anterior legislatura con ICV-, los dos conseguidos en Madrid -pierden los dos andaluces en una autonomía donde IU solía obtener representación-, como siempre siendo los principales perjudicados por el sistema electoral de circunscripciones por provincias: por ejemplo, con unos 320.000 votos más que ERC, tiene siete escaños menos.
Y esas fuerzas como ERC, también su socio en Junts pel Sí bajo la marca Democràcia i Llibertat, así como el PNV pueden tener mucho que decir en la configuración de mayorías en el nuevo Congreso, más allá de los emergentes.