la vicepresidenta, en pronovias. La vicepresidenta del Gobierno, Soraya Sáenz de Santamaría, y una modelo que luce una de las creaciones de Pronovias, posan durante la visita que la vicepresidenta realizó ayer a la factoría de la firma Pronovias, que en plena campaña de las elecciones catalanas amenazó con irse de Catalunya en caso de que se independice. Foto: Efe
madrid - Los únicos que parecen satisfechos por el resultado del debate cara a cara entre Mariano Rajoy y Pedro Sánchez son los candidatos y sus partidos, que se declararon vencedores del round, al menos de cara a la galería. Pero la frustración por el contenido y el tono empleado por los contendientes del PP y el PSOE fue la tónica entre el resto de formaciones, que criticaron especialmente el espectáculo poco “edificante”, y la falta de pluralismo y democracia que evidenció el debate, que achacaron en gran medida al fin de ciclo que se adivina para el bipartidismo. Pese a todas las críticas, el cara a cara fue visto por 9,7 millones de espectadores, siendo la emisión televisiva más con más audiencia en lo que va de año, por encima incluso del debate a cuatro de hace una semana.
El PP se declaró “razonablemente satisfecho” con la actuación de su líder y engrasó la maquinaria de partido para cargar con contundencia contra los agresivos insultos que, a su juicio, profirió Sánchez contra su líder cuando le acusó de “no ser una persona decente” por cómo ha tratado los casos de corrupción, acusación que llevó al candidato del PP a tildar al líder del PSOE de “ruin” y “mezquino”, unas descalificaciones que según afirmó ayer el propio Rajoy las hizo porque le salió del “alma” tras los “insultos”.
La más contundente de las críticas al socialista fue la escudera del candidato popular, la vicepresidenta del Gobierno español, Soraya Sáenz de Santamaría, quien apaleó a Pedro Sánchez por haber hecho “un ejercicio de macarrismo a la desesperada”, que a su juicio le ha hecho perder “muchas opciones para continuar en política”. Otro miembro del Gabinete Rajoy, el ministro de Justicia, Rafael Catalá, interpretó los ataques de Sánchez a Rajoy en clave de descalificación “personal”, que demuestra “la calidad no solamente política sino humana de algunos”, en referencia al líder del PSOE.
Los socialistas, por su parte, justificaron el debate bronco porque Rajoy debía escuchar lo que piensan de él “millones de españoles, y con razón”, aseguró el candidato socialista, que dijo no arrepentirse de sus acusaciones. Pedro Sánchez defendió la acusación de falta de decencia que lanzó a su oponente a propósito de la corrupción de los casos Gürtel o Bárcenas, porque a su juicio el Estado español necesita que “la decencia vuelva a la política y las a las instituciones y sobre todo a la presidencia del Gobierno”.
“insulto y ciénaga” Pero, aparte de este ejercicio de barrer para casa que realizaron PP y PSOE, todos los demás partidos censuraron el debate, tanto por su contenido como por las formas. Los llamados partidos emergentes, Ciudadanos y Podemos, coincidieron en remarcar los fallos de los candidatos de PP y PSOE, una estrategia que pretende incidir en que los ganadores del cara a cara no son ni los populares ni los socialistas, sino estas nuevas fuerzas. El candidato de Ciudadanos, Albert Rivera, fue quien más incidió en que los “insultos” estaban fuera de lugar y en que el lunes se demostró que el bipartidismo, que “ha hecho lo que ha querido” y que ha “degradado el sistema democrático”, llega a un “fin de etapa”.
En parecidos términos se pronunció el candidato de Podemos, Pablo Iglesias, quien vio en el cara a cara entre los líderes de PP y PSOE el “epílogo” de una época en el que ambos “salieron haciendo un epitafio”. Tras asegurar que Rajoy y Sánchez “no son los presidentes del Gobierno que se merecen” los españoles, censuró que el debate cayera en el “y tú más. “A los ciudadanos de nuestro país les gusta el juego limpio”, sentenció.
El coordinador federal de IU, Cayo Lara, cargó contra un debate “del insulto y de la ciénaga” en el que no hubo “propuestas concretas alternativas” para el pueblo y para resolver los dramas humanos.
Desde Euskadi, el portavoz del Gobierno Vasco, Josu Erkoreka, incidió en que el debate fue un reflejo de un bipartidismo que deja fuera al resto de fuerzas políticas. En el cara a cara, dijo el portavoz, “perdió claramente la transparencia, el pluralismo y la democracia”. Tras asegurar que el espectáculo no fue “edificante”, explicó que el Gobierno Vasco considera “negativo el bipartidismo” en el planteamiento de los debates porque “constriñe la pluralidad reducir el número de contendientes”. “Creemos que un bipartidismo, en el que la presencia de Euskadi o es nula o es meramente anecdótica, no constituye una aportación positiva para Euskadi”, resumió Erkoreka.
EH Bildu extendió la crítica al bipartidismo y a “la decadencia del Estado español” al conjunto de los cuatro partidos. Hasier Arraiz dijo que los aspirantes de Ciudadanos y de Podemos “no tienen nada que ofrecer a este país”. “Quienes hace un año nos hablaban de ruptura -manifestó en alusión a Podemos-, hoy solo hablan de una reforma cosmética del Estado español”. Mientras tanto, Pernando Barrena puso el foco en que PP y PSOE cometen el “error” de excluir del debate político el fin de la violencia en Euskadi, lo que “están pagando muy caro” entre su electorado vasco.