madrid - La economía y el empleo han centrado la campaña del PP. El número de parados alcanzó los 6,2 millones en noviembre de 2013 y a partir de ahí el Gobierno de Rajoy ha podido lucir buenos resultados en este indicador con cierta continuidad. Pero la evolución del mercado laboral esconde muchos puntos negros, empezando por la cifra total de personas ocupadas. El INE estima que el Ejecutivo popular ha destruido más de 100.000 puestos de trabajo mientras que la afiliación a la Seguridad Social, habitualmente más generosa con los números de empleo, ha bajado en 25.000 trabajadores en cuatro años.
No ha habido milagro, sino mucho maquillaje y algunos factores coyunturales que han soplado a favor de la estadística. El más evidente es el descenso de la población activa, que explica que Rajoy pueda presentarse a las elecciones con un cuadro macroeconómico con menos paro sin que realmente haya más personas trabajando en el Estado español que hace cuatro años. La falta de oportunidades laborales en el Estado, con tasas de paro juvenil cercanas al 60% en el peor momento de la crisis, ha obligado a miles de jóvenes a buscar trabajo en países como Alemania, Francia, Reino Unido y también en estados sudamericanos como Ecuador o Perú.
Según datos del INE, en 2012 había más de 300.000 españoles menores de 30 años residiendo fuera del Estado español, 60.000 más que en el inicio de la crisis. El Consejo de la Juventud calcula que en 2013 se marcharon más de 43.000 jóvenes, mientras que diversos estudios explican que la emigración ha sido especialmente acusada entre quienes tienen formación superior.
A este proceso hay que sumar el efecto desánimo que ha tenido la crisis, que ha hecho que muchos desempleados hayan dejado de buscar empleo y se hayan decantado por otras opciones como prolongar la etapa formativa, sobre todo en el caso de los jóvenes. Todo esto, unido a la caída de la natalidad y la salida de ocupados del ciclo laboral por jubilación, han hecho retroceder la población activa, la que realiza gestiones para encontrar trabajo, en cerca de 600.000 personas en los últimos cuatro años. En la segunda parte de la legislatura ha continuado la tendencia a la baja pese a la mejoría de la actividad económica.
Este bajón en el número de personas que buscan trabajo ha ayudado a Rajoy a suavizar las cifras de desempleo, que están ahora ligeramente por debajo de los valores que se encontró el líder del PP al llegar a La Moncloa a pesar de que el número total de trabajadores es claramente inferior. Según el INE, entre el cierre de 2011 -Mariano Rajoy fue investido presidente el 20 de diciembre y diez días después aprobaba un tijeretazo del gasto público de 8.900 millones- y el tercer trimestre de 2015 el volumen de personas ocupadas ha bajado en más de 105.000. Si se toma como referencia el tercer trimestre de 2011, que permite establecer una comparativa entre momentos del año similares, el volumen de personas ocupadas ha pasado de 18,48 a 18,05 millones, lo que supone una pérdida de más de 430.000 empleos si bien la mayor parte de la sangría corresponde a la gestión de José Luis Rodríguez Zapatero.
Tampoco en el caso de la afiliación a la Seguridad Social ha podido el PP encarar la campaña electoral con un saldo favorable. A pesar de los buenos resultados del mes pasado, en relación a noviembre de 2011 hay 25.000 cotizantes menos.
Aun así, Rajoy cuenta a su favor con el cambio de tendencia que han experimentado tanto la ocupación como el desempleo a lo largo de la legislatura aunque, como recalca la oposición, expertos y agentes sociales dudan de que el mérito haya sido del Gobierno. De hecho, según los números del INE el mercado laboral del Estado español tocó suelo en el inicio de 2013, cuando se contabilizaron menos de 17 millones de ocupados, ya un año después de que entrase en vigor la reforma laboral, una de las medidas estrella del equipo de Rajoy. En 2012 el empleo repuntó en el segundo y en el tercer trimestre pero volvió a desplomarse con la llegada del invierno.
El empuje del turismo Aunque a distintos niveles, ese patrón estacional se ha repetido en años posteriores por la dependencia que tiene la economía española de los tirones del turismo. La buena salud de este sector ha sido otro de los grandes aliados del mercado de trabajo español, alentado por la inestabilidad económica y política que padecen otros destinos turísticos del entorno como Grecia o los países del norte de África y Oriente Medio. El último ha sido el mejor mes de julio para el turismo del Estado de la historia con 8,8 millones de visitantes.
El turismo supone el 11% del PIB español y solo la hostelería, una de las ramas económicas que están mostrando mayor vitalidad en los últimos años, da empleo a casi millón y medio de personas. Dentro de la pérdida global de ocupados en la legislatura, el sector servicios ha sido el único que ha ganado trabajadores mientras que tanto la industria y sobre todo la construcción y el sector primario han prolongado su trayectoria negativa.
La evolución por sectores refleja bien la estrategia del PP para dar la vuelta a las estadísticas del mercado de trabajo, sostenida en las ramas económicas menos productivas y con mayor incidencia de empleos precarios. La reforma laboral, que puso la alfombra roja a los ERE y al despido con 20 días de indemnización, ahondó en la pérdida de ocupados poniendo en el disparadero a los contratos más estables tras una primera parte de la crisis de profunda pérdida de empleo temporal.
Tras tocar suelo en el arranque de 2014, la ocupación emprendió la senda alcista sobre las muletas de la precariedad. El Gobierno de Rajoy ha concedido todo tipo de estímulos a los contratos baratos desde el comienzo de la legislatura. Uno de los más criticados ha sido el contrato de apoyo a emprendedores, que incluye un periodo de un año con despido gratis, una fórmula ampliada también al empleo parcial.
El contrato por horas se ha visto beneficiado por los diversos incentivos en las cotizaciones sociales puestos en marcha por el PP, lo que junto a otras medidas para hacerlo más atractivo, como la posibilidad de que los trabajadores a jornada parcial realicen horas extras, explica su continuo ascenso.
Animado por organismos macroeconómicos como el FMI o el BCE, Rajoy ha buscado en los minijobs el atajo para reducir las abultadas tasas de paro. En esta legislatura los contratos a tiempo parcial han subido desde los 2,45 millones, el 13,5%, a más de 2,75 millones, más del 15%. Al contrario, la jornada completa pasa de 15,7 millones de ocupados a menos de 15,3 millones. Diversas organizaciones señalan que la mayoría de quienes acceden a un contrato parcial lo hacen forzados porque no encuentran un empleo a jornada completa.
La temporalidad también ha seguido creciendo en el cómputo de los cuatro años sin que la reforma laboral haya logrado potenciar el contrato fijo. El PP ha tratado de destacar en campaña el peso que tienen los contratos indefinidos frente a los temporales, pero según el INE la proporción de empleo fijo ha pasado del 75% a finales de 2011 al actual 73,8%. Resultado de la suma de ambas variables, los trabajadores indefinidos a jornada completa se han desplomado.
Como resaltan los empresarios, la incertidumbre que aun sobrevuela la economía es el principal enemigo de la contratación estable, pero lo cierto es que los incentivos a la precariedad tampoco ayudan a que el contrato indefinido sea una opción apetecible -más del 90% de los contratos que se firman cada mes son temporales-. En la práctica resulta muy complicado para los jóvenes romper esa cadena de contratos de prácticas y temporales.
Como último parche a la falta de trabajo estable, el PP ha aprobado un rosario de ayudas al autoempleo, en muchos casos la única opción para dejar la cola del paro. El empleo autónomo, marcado por la inestabilidad y la incertidumbre que supone afrontar los gastos del mes, ha crecido en más de 100.000 ocupados desde 2011 mientras los asalariados han caído con fuerza.