Nadie habla de ellos con demasiada profundidad en esta campaña que ya ha superado su ecuador. Sí, salpican los discursos, le ponen el puntito de sal a los dardos al rival, incluso un poco de salsa a esas promesas electorales en las que nadie parece confiar demasiado, pero ninguno parece muy interesado en explicar cómo piensa abordar algunos de estos problemas. La fulminante desaparición de Gómez de la Serna de la caravana electoral del PP tras la publicación de las comisiones en India al alimón con el ahora embajador Arístegui dan muestra del nerviosismo por pasar página y dar carpetazo a un asunto como la corrupción como si no pasara nada.
Curiosamente, la fuerza con la que los partidos emergentes han irrumpido en el mapa político, precisamente al calor de estos problemas, ha acabado desviando el foco de los discursos de los partidos y de los medios de comunicación hacia las posibilidades de pactos. De manera que en esta campaña llevamos días oyendo hablar de conceptos como voto útil, reservados generalmente para el esprint final post empacho de encuestas de este último fin de semana de campaña. Y unos y otros, calculadoras en ristre, estamos embarcados en complejas elucubraciones -transformadas para la ocasión en operaciones y pinzas- propias de las últimas jornadas ligueras, cuando toca calcular cuántos partidos hay que ganar y cuántos han de perder los rivales para mantener la categoría.
Al fenómeno calculadora se le une otro no menos político, el de la cortina de humo. El procés catalán y los atentados de París han servido para dos cosas ante el 20-D. Primero para que el PP disponga de dos tótems que históricamente le favorecen en las urnas: la unidad de España y la seguridad. Segundo, para que el aspirante a la reelección, Mariano Rajoy, vuelva a hacer gala de su proverbial habilidad para dejar que los problemas se cuezan en su propio jugo.
Catalunya, con la formación del Govern en stand by, está ídem -imagínense en estos momentos a Artur Mas o quien fuera investido president y avanzando en la legislación de ese Estado catalán...-; y el pacto antiyihadista y la ronda monclovita con la oposición le han servido a Rajoy para que una legislatura marcada por el rodillo de la mayoría absoluta y la también absoluta soledad del PP concluya con un álbum de fotos de reuniones y acuerdos.
El goteo de detenciones de presuntos yihadistas en las últimas semanas y la trágica muerte en Kabul de dos policías españoles en un atentado talibán completan el manto bajo el que quedarán más o menos ocultas otras cuestiones de las que casi nadie hablará en serio durante la campaña.