Londres - Tras un largo debate de once horas en la Cámara de los Comunes londinense, donde los diputados dieron luz verde a bombardear Siria, los aviones de la Royal Air Force (RAF) británica apenas tardaron unas horas en comenzar los bombardeos, atacando los campos petrolíferos del Estado Islámico en Al Omar.

En concreto, los conocidos como aviones Tornado fueron los que efectuaron “la primera operación ofensiva en el cielo de Siria”, según confirmó en un comunicado el ministerio británico de Defensa, indicando que se habían usado “con éxito” bombas guiadas Paveway IV.

La zona atacada se encuentra en la frontera este de Siria con Irak y pretende dañar la explotación de los campos petrolíferos de la organización terrorista, actividad señalada como la principal fuente de ingresos del Daesh, acrónimo despectivo en árabe para referirse al EI que empezaron a utilizar los diputados en Westminster durante el debate.

“Deberemos ser pacientes y persistentes, esto llevará tiempo”, se apresuró a decir ayer el primer ministro británico, David Cameron, reclamando tiempo tras las primeras operaciones y explicando que el trabajo que le piden a los políticos a los militares es “complejo y difícil”. Mientras, el líder laborista lamentó el resultado de la votación, diciendo que “los soldados británicos estarán ahora en peligro y la pérdida de vidas inocentes es tristemente inevitable”.

Cameron formuló la propuesta de atacar Siria como respuesta a los atentados del 13 de noviembre en París que dejaron 130 muertos, así como por el asesinato en junio de más de 20 turistas británicos en Túnez. Su mirada estaba puesta en poner en marcha los bombardeos antes de Navidad, como finalmente ha sucedido, con el objetivo de “debilitar a la organización yihadista” antes de un ataque en suelo británico.

Lo cierto es que con la victoria en la votación, Cameron sale consolidado y se quita una espina que tenía pendiente, tras perder hace dos años y medio una votación en la misma Cámara de los Comunes para llevar a cabo una acción militar contra el presidente sirio Bashar Al Asad por usar armas químicas contra la población de su país.

En los próximos días, se espera que Londres refuerce su logística en la base chipriota de Akrotiri, con el envío de otros ocho aviones de combate -dos Tornado y seis Thyphoon-. En la actualidad, cuenta con unos 860 militares y diversos cazas, entre ellos ocho Tornado GR4, así como drones Predator armados con misiles Hellfire. Se calcula que las bombas utilizadas cuestan unos 28.000 euros cada una, habiendo sido utilizadas en el pasado en misiones en Afganistán y Libia.

Decisión “correcta” Para Cameron, la decisión fue “correcta para mantener seguro al Reino Unido”. En la misma línea se posicionó el ministro de Relaciones Exteriores británico, Philip Hammond, quien subrayó que siente que el “Reino Unido está más seguro con la decisión que ha tomado el Parlamento”, tras varios meses atacando objetivos del EI en Irak.

Lo cierto es que en la votación no hubo sorpresas y pasadas las diez de la noche hora local del martes, el Parlamento autorizó los bombardeos en Siria por 397 votos a favor y 223 en contra, destacando los 66 votos laboristas dándole el visto bueno a la propuesta y haciendo así oídos sordos a la postura del líder laborista, Jeremy Corbyn, contrario a la intervención e incrédulo de que consiga acabar con Daesh.

Durante el debate, más de una decena de diputados laboristas exigieron a Cameron que pidiese disculpas por haber llamado “simpatizantes de los terroristas” a quienes se opusieran a bombardear Siria, sin embargo Cameron consiguió irse por las ramas en todas sus intervenciones y evitar decir un “lo siento”. Lo intentó el portavoz de Exteriores del Partido Nacional Escocés (SNP por sus siglas en inglés), Alex Salmond, diciendo que los comentarios del conservador eran “profundamente insultantes”, y también la parlamentaria laborista Caroline Flint, preguntándole si iba a “pedir disculpas por los comentarios que hizo contra sus honorables amigos de este lado de la sala”. Y así una larga lista, pero ninguno lo consiguió.

Mientras, en las afueras de Westminster miles de personas se manifestaban en contra de los bombardeos y reclamaban echar un vistazo al legado del ex primer ministro Tony Blair y las consecuencias de la participación de Londres en la guerra de Irak, donde más de 600 soldados británicos perdieron la vida. Al grito de “vergüenza” y “no en mi nombre”, los manifestantes esperaron hasta el fin de la votación. “Estoy triste y sorprendida por el resultado. Realmente pensé que estábamos ante una oportunidad de hacer las cosas mejor”, contaba Anna Smith, una joven estudiante de Diseño, que portaba una vela en sus manos.