Treinta años en prisión, ni un día menos, es lo que ha cumplido Jonathan Jay Pollard, el espía judío estadounidense convertido en héroe en Israel y cuyo encarcelamiento ha enturbiado durante décadas las relaciones bilaterales y ha llegado a frustrar acuerdos de paz. Desde que Israel asumió públicamente que Pollard, de 60 años y puesto en libertad ayer, espió para sus servicios secretos, George Bush, Bill Clinton, George W. Bush y Barack Obama han rechazado las peticiones de indulto de todos los primeros ministros israelíes desde Isaac Rabin (1992-1995), así como del Tribunal de Justicia de Israel, políticos y decenas de iniciativas públicas y privadas.

En otoño de 1981, Pollard, de 27 años, analista de investigación de la Inteligencia de la Marina y con un paquete de información clasificada bajo el brazo, llamó a la puerta del hoy poderoso lobby judío en Washington AIPAC, para ofrecer sus servicios de espionaje. La organización cogió su currículum y decidió ignorar la explosiva oferta de ese hombre nacido en Texas de padres judíos, que fue aceptada tres años más tarde por la Oficina de Enlace Científico del Ministerio de Asuntos Exteriores en Washington. Once años antes había visitado por primera vez Israel, en un programa de verano de estudiantes tras el que se licenció en Ciencias Políticas en California.

detenido en 1985 El 21 de noviembre de 1985 fue detenido a las puertas de la embajada de Israel (donde llegó en coche con su entonces esposa Anne y los guardias le ordenaron que aparcase y regresase andando) por agentes del FBI, que le acusaron de vender por 45.000 dólares y durante 18 meses miles de documentos clasificados con información sobre programas de misiles de países en Oriente Medio. El material incluía datos y fotografías satélite, información técnica sobre armas y movimientos de buques militares y códigos criptográficos de alerta estadounidenses.

En 1987, tras confesar, fue condenado a cadena perpetua, que según la legislación existente podía convertirse en prisión condicional anticipada tras treinta años que ha cumplido en la cárcel de máxima seguridad de Marion (Illinois) y una prisión federal en Carolina del Norte. Anne, de la que se divorció poco después, fue condenada a cinco años por ayudarle, de los que pasó tres en prisión, antes de mudarse a Israel.

Pollard, judío, es el único ciudadano estadounidense que ha sido condenado de por vida en su país por espiar a favor de un país aliado y uno de los espías que más años ha cumplido tras las rejas. The New York Times lo describía en los 90 como un hombre “con una memoria prodigiosa, capaz de recordar sin problemas la información a la que tuvo acceso hace más de 15 años” y aseguraba que intentó pasar información secreta en 14 cartas escritas desde la cárcel.

información “crítica” “Es difícil para mí concebir un daño mayor a la seguridad nacional que el provocado por el acusado”, declaró durante el juicio el entonces secretario de Defensa de EEUU, Caspar Weinberger, que dijo que la información revelada era “de importancia crítica y alta sensibilidad”. Diez años más tarde, el exdirector de la CIA James Woolsey explicó que se opuso al perdón porque la información vendida “era tan voluminosa y tan altamente clasificada” que requería una condena larga. Clinton también arguyó que el condenado “nunca se arrepintió”.

El caso desató una fuerte crisis bilateral a mediados de los 80, dado que EEUU era el principal aliado militar y político de Israel, y levantó una feroz crítica dentro de la comunidad judía estadounidense (de alrededor de cinco millones) por haber puesto en tela de juicio la lealtad con su país.En los años 90, Israel reconoció que Pollard trabajó para sus servicios secretos, pidió disculpas por el “error” y comenzó a solicitar el indulto, que jamás logró.

En 1994, Pollard se casó en prisión con Elaine Zeitz, una profesora canadiense judía al frente de una de las muchas campañas para exigir su liberación, y un año después Israel le concedió la nacionalidad. Durante décadas, no ha cejado su lucha legal para pedir la revocación de la cadena perpetua: ha tratado de retractarse de su confesión, alegado que recibió asesoramiento legal incompetente y presión de los fiscales y solicitado documentos secretos sobre su caso.

exigencias de israel En 1998, la campaña gubernamental israelí para su liberación se hizo patente cuando el entonces ministro de Asuntos Exteriores, Ariel Sharon, frustró el acuerdo de paz de Wye Plantation al imponer como condición indispensable la liberación de Pollard dos horas después de que la Casa Blanca anunciase que se había llegado a un pacto, que debían firmar Benjamín Netanyahu y Yaser Arafat. En 2011, Netanyahu (que le ha visitado en prisión varias veces) hizo la primera petición pública de clemencia, en una carta en la que reconoció que “Israel actuó de forma errónea e inaceptable”.

Hace un año, el posible indulto se puso también sobre la mesa en el fallido proceso de paz con los palestinos que impulsó el secretario de Estado John Kerry. Pero Washington ha rechazado siempre perdonar una traición que aún le duele y, aun ahora, ha limitado su libertad prohibiéndole usar internet, viajar a Israel y abandonar la región de Nueva York.