parís - La unidad política que buscaba ayer el presidente francés, François Hollande, frente al terrorismo quedó en entredicho ante las peticiones de los responsables de la derecha y la ultraderecha de cambios radicales en sus políticas de seguridad y exterior. Hollande recibió a los líderes de los partidos, comenzando por su predecesor al frente de la jefatura del Estado, Nicolas Sarkozy, presidente de Los Republicanos y líder de la oposición.
Sarkozy reclamó “modificaciones drásticas” en la política de seguridad. Entre las ideas que lanzó el líder conservador, reclamó que se ponga a todas las personas fichadas por los servicios secretos por radicalismo religioso en residencia vigilada con un brazalete electrónico “para saber dónde están, qué hacen”. Pero sobre todo, la mayor crítica a Hollande del jefe de Los Republicanos vino por su política exterior, y en concreto por el deterioro de la relación con Rusia, que tiene a su juicio consecuencias en la lucha contra el Estado Islámico (EI), el principal objetivo. Menos contundente de lo habitual se mostró la presidenta del ultraderechista Frente Nacional, Marine Le Pen. Señaló que estaba de acuerdo con la idea de la unión nacional, pero dejó caer que algunos terroristas pueden infiltrarse entre “las gigantescas oleadas de inmigrantes que llegan y que van a seguir llegando”. Por su parte, el líder del Partido de la Izquierda, Jean-Luc Mélenchon, estimó “indispensable” que haya un gesto “hacia los rusos” porque resulta “inconcebible” que París y Moscú mantengan acciones separadas frente al EI. - Efe