Aacabamos de descubrir que la casta es transversal. Va de la derecha vasco española a la izquierda vasco española. Y precisamente parte del problema está en que PP y Podemos quieren ser al mismo tiempo españoles para aupar a sus líderes en Madrid y vascos para decidir cómo lo consiguen. De momento, la cuenta no sale cuando se juega a las dos bandas.

No salió bien en el PP, que se llevó por delante a su presidenta Arantza Quiroga cuando desde Madrid le lanzó un zambombazo Alonso; ni ahora en Podemos, cuando algún gerifalte, también desde Madrid, agarró el teléfono y le dijo algo a Uriarte que no sabemos pero podemos deducir. Tuvo que sonar a orden militar para lograr que un veterano izquierdista como Uriarte enmudeciera ante la prensa a la que había convocado.

Claro que la reacción ha sido distinta en uno y otro caso, pero puede que sea más una cuestión de tiempo que de estilo. Quiroga desapareció y reapareció al sexto día para decir que se iba. Uriarte, de momento, ahí sigue, diciendo en una misma entrevista en EITB que el problema no es grande, pero que tiene su importancia; que la culpa es que se pone demasiado la lupa en Podemos mientras en otros partidos hay discrepancias más graves (¡ay ese tic tan rancio de culpar a la prensa!) y que la crisis se resolverá en días mientras hace pedagogía con sus compañeros/jefes en Madrid.

A mí se me hace muy difícil eso de admitir que los que te mandan y a los que obedeces contra tu voluntad sean al mismo tiempo jefes y compañeros. Me suena a esos padres que van diciendo que sus hijos son sus mejores amigos. Pues va a ser que no, que la relación paterno-filial no es lo mismo que la amistad y que el compañerismo político descarta el trágala impositivo.

Pablo Iglesias es más un caudillo que un compañero. Fíjense que cuando habla de los que luego le llaman “compañero” lo hace sustituyendo el artículo por el posesivo. Los senadores de Podemos son “mis” senadores y el que ha sido nombrado como ministro de Defensa en la sombra de un futuro Gobierno de Podemos (¡vaya tema!) será “mi” ministro, y así todo. La dedocracia de Rajoy es un juego de niños comparado con la digitalización de las listas del compañero Iglesias.

No sé cómo va a acabar la crisis abierta en Podemos en Euskadi porque cuando Uriarte ha hablado no ha arrojado mucha luz, pero me da que cabalga hacia la política tradicional sin haberse estrenado en la renovación que preconizaba. No es muy estimulante que quien se presenta como regenerador se apunte a las estructuras verticales cuando las asambleas no dicen lo que al compañero/jefe le gusta escuchar.

Como tampoco ilusiona que lo que aparecía como un refresco, que sus dirigentes no vengan de la “política tradicional”, se convierta en un problema. Lo dijo ayer el propio Uriarte: que no es profesional de la cosa y la cosa le pilla con el paso cambiado. Claro; es que un político debe resolver crisis. Si no puede con las de su casa, dudo solucione las de la sociedad.