Pamplona - Un mensaje previsible, muy previsible, es el que enfrentó ayer el portavoz de UPN, José Javier Esparza, al discurso de investidura de Uxue Barkos. Un mensaje basado en cuatro pilares que son, precisamente, los que sustentaron la fallida campaña regionalista, esa que dejó a UPN fuera de la gestión de las principales instituciones: la exageración de la amenaza nacionalista, las loas a los supuestos logros del Gobierno de Barcina, las dudas ante la capacidad de los rivales para gestionar la realidad económica actual y el uso del euskera como herramienta de división y enfrentamiento.
Es verdad que el portavoz regionalista reconoció algunos errores (los menos), pero no es menos cierto que el grueso de su discurso se centró en sembrar las dudas sobre la independencia de Barkos respecto a EH Bildu (dirigió su discurso también al “presidente en la sombra”, en referencia a Adolfo Araiz) y en dibujar escenarios apocalípticos tanto respecto a la gestión del nuevo Ejecutivo, como respecto a la realidad institucional de Navarra “como comunidad diferenciada”. En definitiva y como el propio Esparza reconocía al principio de una intervención que él también calificaba de “previsible”, su mensaje se puede resumir en la máxima de que con la gestión del nuevo Gobierno “Navarra dejará de ser Navarra” frente a los intereses de “Euskal Herria”. Eso sí, Esparza aseguró que él no apela al “discurso del miedo”.
la acusación El portavoz regionalista, tras iniciar su intervención anunciando que votaría en contra de la investidura, acusó a Barkos de “dar el control de la Comunidad foral a EH Bildu” al concederle la gestión de “áreas estratégicas” como Justicia, Interior o Administración Local. “EH Bildu quería el control de Navarra y usted se lo ha dado y así estarán en el Gobierno quienes no han pedido perdón a las víctimas de ETA ni condenado” y lo estarán “porque comparte con ellos su proyecto nacional”, le espetó a Barkos, antes de reclamarle que “rectifique”. De no hacerlo, UPN considera que la nueva presidenta estará pasando “de puntillas por los años de plomo”. “Para las víctimas memoria, dignidad, verdad y justicia”, exigía Esparza.
Tras tratar de cuestionar la independencia del Ejecutivo de Barkos (“le ciega ser presidenta” y EH Bildu “le hará pagar peaje”, le acusó), el portavoz regionalista pasó a cuestionar la legitimidad de la candidata para presidir el Gobierno asegurando que “va a gobernar sin haber ganado las elecciones por un pacto de partidos heterogéneos” a los que sólo uniría el anhelo “de echar a UPN” y la convicción, en el caso de Geroa Bai y EH Bildu, de “crear Euskal Herria”. “Tendremos más nacionalismo y menos Navarra”, auguró.
el análisis Respecto al acuerdo programático de gobierno, Esparza criticó sus “generalidades y vaguedades”, su falta de “credibilidad económica” y la ausencia de concreción a la hora de fijar las medidas para la creación de empleo. Frente a esto glosó los supuestos logros de UPN en materia de control del paro, déficit, deuda e inversión social y afeó al nuevo Ejecutivo por anunciar, como una de sus primeras medidas, una reforma fiscal que implicará “una subida de impuestos no a los más ricos, sino a la clase media navarra”.
En la misma línea acusó a Barkos de poner en entredicho el futuro económico de Navarra con medidas como la renta básica, que calificó de “sistema insostenible”, y de hacer “demagogia” en temas como la Sanidad o la Educación donde Navarra, según Esparza, sigue “al frente” de todas las estadísticas. “No nos va a importar que se cuelgue medallas si son merecidas”, para que Navarra mejore “siempre podrá contar con UPN, pero no hable de cambio tranquilo e integrador porque sus primeras decisiones no la avalan”, dijo Esparza tras insistir en los nombramientos de consejeros de EH Bildu o en el apoyo a la ikurriña en el balcón del Ayuntamiento de Pamplona.