Bilbao - La izquierda abertzale anunció en otoño su intención de dar pasos adelante en materia de convivencia, unos avances que podrían seducir al socialismo y propiciar que regresara a la Ponencia de Paz del Parlamento para reactivar así sus trabajos. El PSE abandonó ese foro porque entendía que Sortu no había reconocido la injusticia de la violencia de ETA y, en ese contexto, la izquierda abertzale se comprometió a ahondar en su reflexión y utilizar incluso palabras poco habituales en su discurso. En los últimos meses, ha intercambiado impresiones al respecto con el PNV en el marco de su normalizada interlocución, aunque su documento no ha convencido a los jeltzales. El partido de Andoni Ortuzar no ha visto ese cambio de lenguaje que auguró Hasier Arraiz y entiende sobre todo que Sortu plantea un esquema de contrapartidas, ir avanzando en el desarme o el reconocimiento de las víctimas pero a cambio de contraprestaciones. Aunque las discrepancias sean habituales en toda negociación y en ese sentido pudieran seguir adelante con sus conversaciones sin mayores dramatismos, el clima pareció haberse enrarecido esta semana, con acusaciones mutuas de haber filtrado los detalles de las conversaciones a la prensa. Aun así, fuentes jeltzales aseguran a este diario que las conversaciones seguirán y que, incluso, existe buena predisposición por ambas partes.
Los dos partidos se han reprochado las filtraciones. Sortu ha acusado al PNV de transmitir a la prensa su respuesta al documento, y los jeltzales, a su vez, tenían la impresión de que la izquierda abertzale había sido la primera en quebrar la discreción al revelar que ya había mandado un texto a Sabin Etxea y que estaba a la espera de su respuesta. Sortu justificaba esa primera filtración en que Ortuzar había asegurado públicamente que a la izquierda abertzale se le atragantaba la gestión de la paz, unas declaraciones genéricas que el jeltzale ya había verbalizado en otras ocasiones. Tras ese rifirrafe, desde el PNV admiten que ha sentado mal la gestión de las conversaciones y las filtraciones, aunque ambos partidos se han sobrepuesto y abogan por continuar negociando. Que hayan transcurrido los días y nadie haya llegado a filtrar el contenido literal del documento ha sido una buena señal y ha facilitado que el encontronazo no pase a mayores, que no se rompan los contactos y se pueda salvar la situación.
Por el momento se desconoce cuándo volverán a reunirse y qué gestiones acometerán en esa cita. El portavoz de Sortu, Pernando Barrena, pidió anteayer al PNV que responda por escrito al documento de la izquierda abertzale, aunque por el momento no hay un emplazamiento firme para que los jeltzales redacten su propio texto. En la próxima reunión se decidirá qué hacer.
Modelo unilateral Una vez aparcadas esas desavenencias públicas, PNV y Sortu deberán entrar en los contenidos, una tarea que no se prevé nada sencilla. Las posiciones están muy alejadas y los puntos de fricción no son cuestiones menores. Los jeltzales entienden que el documento supone un retroceso hacia modelos caducos de negociación, en lugar de consagrar el modelo unilateral que arrancó con el cese de ETA sin contraprestaciones tras la Conferencia de Aiete. Creen que propone dar pasos en el desarme y el reconocimiento del daño causado a cambio de cesiones de la otra parte, y que además pide concesiones que no están en la mano del PNV y ni siquiera del Gobierno Vasco sino de Madrid, como sería el caso del desarme a cambio de la retirada de las fuerzas de seguridad del Estado de Euskadi.
El PNV entiende que los temas que pone sobre la mesa Sortu están bien enumerados -desarme, política penitenciaria o memoria-, pero al pasar del enunciado al contenido afloran las divergencias y los jeltzales ven un lenguaje complaciente y acorde con la interpretación que hace la izquierda abertzale del conflicto. Aun así, los dos partidos celebrarán más reuniones para seguir buscando posibles puntos de encuentro.