Bilbao - El PNV y la izquierda abertzale normalizaron sus relaciones el pasado año y han mantenido encuentros para dialogar sobre paz y autogobierno, pero no obsta para que la cercanía de los comicios municipales y forales de mayo y las últimas declaraciones de EH Bildu arremetiendo contra los jeltzales por Kutxabank o las torturas estén trasladando una imagen de enfrentamiento y tensión preelectoral entre los dos principales partidos de la CAV. EH Bildu volvió a arremeter ayer contra el lehendakari para acusarle de negarse a investigar los pagos al exdelegado del Gobierno español, Mikel Cabieces, y para considerar que “nadie está en situación” de dar lecciones de derechos humanos a la izquierda abertzale.

Cuando salió a la luz que el expresidente de Kutxabank, Mario Fernández, había ayudado a recolocar al socialista Mikel Cabieces en un bufete de abogados, y que lo había hecho a petición del PP y en virtud de un pacto no escrito para proteger a los que habían trabajado bajo la amenaza de ETA, Urkullu puntualizó que él no tuvo nada que ver con ese acuerdo aunque en aquel momento presidía el PNV. Es más, le pareció un error que socialistas y populares llamaran a la puerta de una entidad privada para colocar a Cabieces en un momento en que contaban con sobrados resortes en la administración pública, ya que el PP gobernaba en el Estado, y el socialismo lo hacía en la CAV.

Pero, poco después, la izquierda abertzale aprovechaba el argumento de los pactos de protección a excargos amenazados para considerar que algunos se han “forrado” con el conflicto, y encuadró en esa tesis la supuesta financiación con dinero opaco de la sede del PP de la CAV en Bilbao, habló de acuerdos para encubrir la tortura y situó a la Ertzaintza en la maquinaria “de guerra” estatal, salpicando de paso al PNV. Desde algunos ámbitos se interpretó que EH Bildu buscaba dar la vuelta a la tortilla y eludir responsabilidades en el conflicto, y fue entonces cuando Urkullu salió al paso el domingo para no admitir “lecciones” de quienes no han reconocido “el daño causado”.

Críticas La secretaria general de Aralar, Rebeka Ubera, aseguró ayer en un artículo publicado en su blog que el lehendakari ha optado por mirar al pasado para “justificar acuerdos injustificables, de la política corrupta y sucia de las leyes no escritas que poco tienen que ver con el conflicto armado vivido desgraciadamente durante muchos años”. Ubera aseguró que parte de ese sufrimiento que generó el conflicto persiste, y citó por ejemplo los acuerdos que posibilitaron la dispersión de los presos. Unos pactos en los que situó al PNV. “Por lo que lecciones las justas. No creo que nadie esté en situación de dar lecciones y menos de derechos humanos a la izquierda abertzale”, lanzó.

Ubera consideró que, gracias a las revelaciones sobre Kutxabank, “cada vez entendemos mejor esa obsesión de algunos para no avanzar en la construcción de la paz y anclarse en el pasado. Parece ser que esa cortina llamada ETA les sirve, les vale o les justifica para practicar el robo a mano armada, expoliar a la sociedad vasca y enriquecerse”, dijo.

Los parlamentarios de EH Bildu Unai Urruzuno y Juanjo Agirrezabala, por su parte, aseguraron que es “verdaderamente preocupante que el lehendakari actúe al estilo Rajoy o Cospedal y que, cuando a su partido le vienen mal dadas porque le salpican actuaciones irregulares, recurra al comodín del todo es ETA para escapar de sus propias responsabilidades”. Recordaron que la coalición ha solicitado constituir una comisión de investigación en el Parlamento sobre Kutxabank, y que PNV y PSE se han opuesto. “Más lamentable todavía ha sido la respuesta de Urkullu, que ha actuado más como hooligan del PNV que como lehendakari; él sabrá si es así como entiende Lehendakaritza, como un apéndice más del PNV”, acusaron.