bilbao - La izquierda abertzale ha afilado sus críticas contra el Gobierno vasco y el PNV en las últimas semanas. Ha pedido el cese de la directora general de EITB, Maite Iturbe, por una oferta pública de empleo que cubre 49 de las 79 plazas a regularizar en Eusko Irratia; ha visto acuerdos ocultos entre jeltzales y socialistas para recolocar a Mikel Cabieces en Kutxabank y ha extendido esa misma sombra de sospecha y la tesis de esos supuestos pactos de Estado a la gestión de las carreteras en Gipuzkoa; y también ha cargado contra el consejero de Empleo y Políticas Sociales Ángel Toña por haber sido inhabilitado como administrador concursal, aunque los sindicatos lo han defendido porque entienden que trató de preservar los puestos de trabajo. La izquierda abertzale, en ese caso, sí ha dado cierto margen a Lakua al matizar que esperará a conocer las explicaciones del Gobierno y de la comisión ética. En una entrevista en Infozazpi, el presidente de Sortu, Hasier Arraiz, volvió a referirse ayer a Kutxabank y cargó indirectamente contra el PNV a través de sus críticas a la Ertzain-tza, a la que acusó de formar parte de la estrategia estatal “contra la disidencia vasca independentista” y de ser “parte de esa maquinaria de guerra”.

Las críticas no son novedosas y no puede hablarse estrictamente de viraje en su postura porque arrancó la legislatura cargando contra Lakua por los casos Epsilon e Hiriko, los proyectos automovilísticos fallidos financiados con dinero público, y ha denunciado a nivel local a los jeltzales para tratar de desmontar su perfil gestor. No obstante, en los últimos tiempos se han acumulado las críticas, y ha sucedido, paradójicamente, al mismo tiempo que EH Bildu ha apostado por la unidad abertzale y por conformar gobiernos por el derecho a decidir. Con las espadas en alto, se aproximan una campaña electoral para las municipales y forales que se prevé intensa.

No es la primera vez que Sortu carga contra la Policía vasca, a la que ya cuestionó por detener a jóvenes acusados de pertenecer a Segi o a ETA que habían sido parapetados entre decenas de allegados para evitar su arresto, en la dinámica de los muros populares. El Gobierno Vasco entendió entonces que utilizaba sus críticas a la Ertzaintza para atizar de rondón al PNV y buscar su desgaste, cuando los agentes no tendrían otra opción que practicar esas detenciones por orden judicial. El viernes de la semana pasada, el informe encargado por el Gobierno Vasco a varios expertos para esclarecer la tortura arrojó casi 3.600 denuncias, aunque los cuerpos más señalados fueron la Policía española y la Guardia Civil, con 1.319 y 1.174 acusaciones, respectivamente. La Ertzaintza, que también aparecía en el estudio, se situaba a bastante distancia, con 271 casos. Arraiz consideró que la tortura en el Estado “ha sido sistemática” para buscar incriminaciones y encarcelar, y que en Euskadi “demasiados responsables han mirado hacia otro lado”.

“desactivar” a la policía Aseguró que “es el momento de que algunos” hagan una revisión crítica del pasado porque “todos sabemos que lo han permitido e instigado”. “Ha sido una estrategia contra la disidencia vasca independentista y la Ertzaintza ha formado parte de ello. Ha sido parte de esa maquinaria de guerra”, acusó. Opinó que, si Euskadi necesita una Policía, debe estar al servicio de la ciudadanía, y propuso “desactivar a la Ertzaintza”. Pidió que desaparezca la brigada móvil y tomar medidas para que “la tortura y los malos tratos sean inviables en las comisarías de la Er-tzaintza”. Llegó a asegurar que los agentes no tienen que ser “un enemigo para el pueblo”. Siguiendo el mismo hilo argumental, y preguntado por la muerte del joven hincha del Athletic Iñigo Cabacas por el impacto de una pelota de goma, dijo que se han tapado responsabilidades, aunque se empleó con mayor dureza contra el exconsejero socialista Rodolfo Ares, al que acusó de ser el máximo responsable político de lo sucedido.

A pesar de que el PNV y la izquierda abertzale hayan normalizado sus relaciones, no escapa a nadie que se emplearán a fondo para contraponer modelos ante las elecciones, ya que la pugna se dirime fundamentalmente entre ambos, especialmente en Gipuzkoa. EH Bildu trató en un primer momento de desactivar a los jeltzales como rivales al apostar por gobiernos a favor del derecho a decidir, aunque visto el escaso eco de sus palabras en un PNV que ha asegurado que quiere gobernar en torno a propuestas concretas y con estabilidad institucional, ha pasado a pedir mayoría absoluta en las urnas. Ayer volvió a hacerlo y alertó ante la opción de que el PNV desaloje a la izquierda abertzale pactando con PSE y, “si se tercia, el PP”. Sobre Kutxabank, no quiso convertirlo en argumento político aunque no descartó que EH Bildu se persone como acusación particular si nadie lo hace.