Cree que hay que distinguir bien lo que es memoria -un proceso individual- y lo que es historia -un proceso más científico, que implica objetividad-. Partidario de una memoria inclusiva que no debe excluir absolutamente nada, Krakenberger cree que la labor del historiador tiene que ser “fría, de recogida de datos” y dar oportunidad al receptor del relato quien determine el veredicto ético de los hechos. Además, considera importante que quienes favorecen una memoria no inclusiva “se acuerden de que después viene la historia y la hisotria puede incluir también que esos ejercicios de memoria no inclusiva no contribuyeron a una verdadera solución del problema”.