Jaume López acaba de publicar un libro, La independencia explicada a mis amigos españoles, para desmenuzar qué pasa en Catalunya: unas cuantas recetas que montan y desmontan tópicos con la esperanza de que el desconocimiento de los vecinos vaya en detrimento. López, profesor de Ciencia Política de la Universidad Pompeu Fabra y miembro fundador de la Plataforma por el Derecho a Decidir, apuesta por la lista única liderada por Artur Mas.

¿En qué punto se encuentra el proceso catalán?

-Estamos en un cambio de capítulo, la pelota está en el tejado de los partidos pero la ciudadanía debe mantener la capacidad de movilización. El escenario al que estamos abocados es claramente electoral, pero ahora debemos definir si estos comicios serán solo de carácter plebiscitario o si también deben tener un carácter constituyente.

¿Hay alternativa a las elecciones?

-No, pero hay dos formas de abordarlas. Por un lado está la opción de los que consideran que plebiscitarias y constituyentes deberían ir juntas, que es la apuesta de Esquerra Republicana. Por otro lado está la propuesta que planteó Artur Mas el pasado martes de hacer dos etapas diferentes, primero unas plebiscitarias y, con un tiempo explícitamente limitado, unas constituyentes.

¿Y usted por cuál apuesta?

-Pues hasta hace algunas semanas estaba más cerca de la posición de Esquerra, pero hace una semana publiqué un artículo de opinión rectificando mi postura y apostando por un proceso similar al que propuso Mas el martes.

¿Por qué este cambio de opinión?

-A un viaje que realicé hace dos semanas a Berlín. Allí me encontré con varias personas vinculadas a la política que me hicieron notar que a veces nos perdemos en detalles que a nivel internacional ni se entienden ni se valoran. Estamos en un momento clave del proceso porque la comunidad internacional ahora sí que mira lo que sucede en Catalunya y, por lo tanto, debemos hacer las cosas muy bien y lanzar mensajes muy claros al exterior. Los equilibrios que pretendemos hacer fuera no los entienden.

¿Qué tipo de mensajes?

-A la comunidad internacional que una lista sea más de izquierdas o derechas o que haya una representando cada sensibilidad le da igual. Lo que quieren saber es cuánto reconocimiento y apoyo tiene entre la ciudadanía la causa independentista y esto, por ahora, solo lo podemos cuantificar con unas elecciones plebiscitarias. La manera más meridiana de obtener esta cifra será con una lista única a pesar de que esto significa un sacrificio grande para los partidos, sobre todo para ERC, ya que debería renunciar a encabezar la lista.

Artur Mas ya ha dicho que no tiene intención expresa de encabezarla, que también la puede cerrar.

-Eso no tiene ningún sentido. Artur Mas debe encabezar la lista única porque es la cara visible de este proceso de cara al exterior. Mis interlocutores alemanes me hicieron notar también que no tiene lógica cambiar ahora de líder, sería un despropósito. Y más ahora que hay una querella de por medio. La comunidad internacional no va a entender que el Estado se querelle contra el representante de una comunidad por un hecho con tan poca base jurídica como la que esgrimen.

¿Lo ven como un mártir?

-A personas de derechas e izquierdas les parece un despropósito monumental. Esto supone un ataque frontal contra la dignidad de un pueblo. Podríamos decir que a nivel mediático es la guinda del pastel.

¿Qué consecuencias cree que podría tener esta querella?

-A priori aglutinar al polo soberanista. Puedes no ser favorable a la independencia y estar totalmente en contra de cómo está gestionando el Estado todo esto. De todas formas, la imagen de un presidente entrando en prisión, situación que no preveo posible, tendría repercusión en todos los centros de poder del mundo y seguramente obtendríamos el soporte internacional inmediatamente.

Volvamos a las listas. Si Mas encabeza, ¿Junqueras iría de número dos?

-La posición es menos relevante, lo que va a ser clave es que la lista esté formada por expertos, por primeros espadas de cada sector y, si puede ser gente que tenga reconocimiento internacional, mejor. No debemos olvidar que el parlamento que se forme a partir de estos comicios tiene una misión muy clara que es la de dotar a Catalunya de las estructuras de Estado que necesita para, el día en que se declare la independencia, esta sea de facto, no quede en una mera declaración institucional.

¿Y personas como Muriel Casals de Òmnium o Carme Forcadell de la ANC deberían formar parte?

-Podrían hacerlo, igual que otros miembros destacados de la implicación y reivindicación social o personas del mundo de la cultura como actores o cantantes como Lluís Llach, que se han dejado ver a lo largo del proceso. Lo que no podemos es calcular el impacto que tendría su presencia en la listas, porque en las encuestas que se hacen esta posibilidad no cuenta dentro de las posibles.

En la lista única que propone, ¿dónde quedan ICV y CUP?

-Entiendo que ellos no participen de esta lista. La CUP seguro que no, y creo que pueden aglutinar a un buen número de independentistas que luego contarán en el cómputo final. Y con ICV no sabemos cómo se van a postular. Creo que, si son fieles al derecho a decidir, se posicionarán con la lista conjunta grande, pero tienen un papel difícil con su militancia, ya que hay un sector considerable que no contempla la independencia como solución y que no perdonaría a sus líderes compartir cartel con CIU.

¿Esta lista única garantiza la mayoría absoluta?

-Ese no es el objetivo, aunque estaría muy bien lograrlo. Pero, incluso si no se logra esa mayoría absoluta, con la lista única lo que sí se garantiza es que la diferencia en votos entre la primera y la segunda lista más votada sea concluyente para determinar que una mayoría social amplia está por la independencia.

¿Los técnicos que propone también deben abordar el nuevo modelo de Estado?

-No, en absoluto, y que nadie pretenda abordarlo durante el período que dure la primera etapa de este proceso porque sería un fraude. Una vez tengamos las estructuras de Estado definidas, deberemos convocar de nuevo elecciones y esta vez sí, cada uno con su programa definitorio del país que quiere. Será entonces cuando las listas separadas tendrán todo el sentido del mundo.

Hablan de un plazo de 18 meses entre elección y elección. ¿Es tiempo suficiente?

-Yo creo que sí, si ponemos a la cabeza a personas competentes. Las estructuras de Estado son mucho más que la hacienda propia que todo el mundo identifica cuando hablamos de esto. Nadie se ha planteado por ejemplo qué pasa con el control de la energía o quién va a realizar los controles veterinarios. A pesar de que CIU se comprometió con las estructuras de Estado, la realidad es que no están tan avanzadas como deberían. Son cruciales para la realización plena de la independencia.

Existe el ‘Libro Blanco’ que elaboró el Consell Per la Transició Nacional...

-Sí, es un buen inicio, no partimos de cero, pero hay que desarrollar las propuestas y definir quién se hará cargo de qué cuando llegue el momento. Nuestro Libro Blanco se parece mucho al escocés, la gran diferencia está en la definición del proceso, que en Escocia era pactado con el Estado y aquí, como vemos, no lo será.

Acaba de publicar un libro que pronto presentará en Euskadi, y que ha tardado cerca de 8 años en elaborar, casi tanto como el proceso catalán.

-Sí, y se podría decir que con ello he evolucionado también yo ideológicamente. Yo, y por lo tanto el libro, partimos de unos postulados federalistas y con intención de explicar esto empecé a escribir. Pero los acontecimientos nos han llevado por otros caminos, y esto se plasma en el resultado final de La independencia explicada a mis amigos españoles.

¿En el Estado español no se entiende lo que pasa en Catalunya?

-No, en absoluto, y la culpa es de la intoxicación pero también del desconocimiento. Muchas personas piensan que nos hemos sacado un país nuevo de la manga, pero desconocen nuestra historia milenaria. Algo similar pasa con Euskadi, lo referencio en el libro. Hace unos años en un documental un guardia civil se apenaba de que le hacían el vacío en Euskadi porque las misas las hacían en euskera. No entienden que somos diferentes, que tenemos otra cultura, otra lengua, otra identidad.

¿Y fuera del Estado?

-Con más desconocimiento del que pensamos. No somos un problema para la comunidad internacional, así que justo nos empiezan a mirar ahora. Esto tiene algunas ventajas como que no hay prejuicios negativos. España puede dar las instrucciones que quiera a las embajadas pero fuera no conocen el conflicto y cuando lo conocen nos dan la razón a nosotros. También tiene inconvenientes como que consideran que esta reivindicación es una consecuencia de la crisis económica.

¿No se ha explicado bien el conflicto catalán?

-No es cuestión de bien o mal, es una cuestión de tamaño. La comunidad internacional tiene problemas más gordos que nosotros, y normalmente la recepción de estos pequeños conflictos se adquiere cuando hay violencia de por medio, y no es nuestro caso.

Con los acontecimientos sobre la mesa, ¿dónde queda el derecho a decidir?

-Aún no lo hemos ejercido, y es un derecho que estará presente en las plebiscitarias, en el Parlament, etc., pero no implica necesariamente un referéndum. Si nos atenemos al dictamen sobre Kosovo, que es el que nos puede poner en perspectiva de base legal, no se pedía referéndum, solo que el mandato fuera clara e inequívocamente democrático. El derecho a decidir no se salda con una consulta no vinculante, porque no implica una toma de decisión.

¿Qué papel le queda por jugar a la sociedad civil?

-Hasta ahora hemos sido los impulsores del proceso, pero a partir de ahora debemos desarrollar el papel de garantes. El 9-N no fue la última movilización, nos vienen unos años de reivindicación perpetua para garantizar que el proceso se hace de forma escrupulosa, saltando por encima de los intereses de partido que nos pueden perjudicar. Espero que en breve la ANC y Òmnium se pronuncien al respecto y preparen alguna acción para pedir la lista única.