gasteiz - Mariano Rajoy sigue sin responder a las peticiones del lehendakari en materia de autogobierno e inversiones para Euskadi. Iñigo Urkullu le hizo llegar una carta con sus propuestas en julio, y las volvió a plantear cara a cara en su reunión del 15 de septiembre pero, según fuentes de Lehendakaritza consultadas por este diario, no ha recibido respuesta “en ningún tema”. En principio, cabría pensar que el horizonte no se presenta demasiado halagüeño para el Gobierno Vasco porque el tiempo comienza a agotarse. Urkullu había dado de plazo a Rajoy hasta finales de año porque será entonces cuando se aprueben los últimos Presupuestos estatales antes de las elecciones generales de 2015 y, teniendo en cuenta que es en el presupuesto donde se tienen que plasmar esas medidas, esa votación es la última bala que le queda a Lakua para introducir algunas de sus demandas. La votación final se producirá dentro de un mes, entre el 16 y el 18 de diciembre, y la fecha se acerca sin que Rajoy dé señales. No es una cuestión menor porque su respuesta podría condicionar el futuro de las relaciones institucionales entre Euskadi y Madrid. De momento parece poco probable que el presidente español vire ahora cuando lleva toda la legislatura pasando de puntillas por la paz y el autogobierno, y cuando no necesita los votos del PNV para aprobar las Cuentas porque goza de mayoría absoluta. Además, podría centrar toda su atención en Catalunya, con su viaje previsto para el día 29. Pero Lakua ve argumentos a su favor.
Por un lado, las fuentes consultadas precisan que aún queda tiempo y que las negociaciones suelen resolverse en el último momento. Creen que la fase decisiva arrancará a partir de ahora, en el último mes, y seguirán apurando las posibilidades de acuerdo hasta el último día. Por otro lado, creen que la clave puede residir en que el lehendakari ha puesto sobre la mesa “objetivos asumibles”. No quiere decir que sean cuestiones irrelevantes, sino más bien al contrario, pero Lakua ve posible el acuerdo porque muchas de ellas fueron pactadas con el anterior gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero, quedaron en el limbo por el adelanto electoral decretado por el socialista, y simplemente habría que retomarlas. “Algunas cuestiones están muy avanzadas y solo falta la firma. No requieren grandes negociaciones”, explican. En concreto, aluden a tres competencias pendientes de ser transferidas a suelo vasco: la gestión del Fogasa -el fondo de garantía salarial, encargado de pagar los sueldos pendientes a los trabajadores cuando su empresa es insolvente-, los ferrocarriles y las autopistas. “Ya están negociadas. Es cuestión de voluntad política dar el sí definitivo”, abundan.
Durante el mandato de Zapatero, el PNV arrancó un importante paquete de transferencias. Siguió atando acuerdos en el estertor final de la legislatura, cuando amarró el traspaso de la A-68 y el tramo que quedaba pendiente de la A-1 entre Armiñón y Burgos. También comenzó a encarrilar el debate sobre las líneas de cercanías de Renfe y Feve. Pero Urkullu pedirá más: acordar el Cupo, mejorar las inversiones en el tren de alta velocidad, e impulsar el aeropuerto de Foronda.
desacuerdos El Cupo es sin duda alguna el punto más problemático de la lista del lehendakari. Ese concepto fija el dinero que debe pagar Euskadi a España por los servicios que presta el Estado en suelo vasco, como el Ejército o la Corona; y también determina los fondos de solidaridad que deben pagar los vascos para apoyar a las comunidades autónomas menos boyantes. Ese porcentaje se sitúa en el 6,24%. Sin embargo, la ley que fija el Cupo lleva caducada desde 2011, lo que da una medida de lo complicadas que acostumbran a ser esas negociaciones. Y no es el único frente abierto. En los últimos años, España y Euskadi han discrepado a la hora de aplicar ese Cupo, y el Gobierno Vasco entiende que se le deben mil millones de euros. Mientras no se resuelva ese conflicto, la cifra seguirá engordando: cuando Patxi López dejó Ajuria Enea, se situaba en 500 millones, y ahora se habla del doble.
A la complejidad de la negociación habría que sumarle otro dato: Madrid pretende saltarse la negociación bilateral y meter la negociación del Cupo en el mismo saco de la financiación de las comunidades de régimen común para visualizar que Euskadi no tiene privilegios. Teniendo en cuenta que va a aplazar la financiación autonómica a la próxima legislatura, el Cupo correrá la misma suerte. La deuda de mil millones seguirá engordando hasta entonces, aunque también es cierto que, tras las próximas elecciones, es muy probable que quien gobierne lo haga en minoría y en esas circunstancias el PNV podría rascar un acuerdo más favorable para Euskadi. Desde Lehendakaritza, no obstante, no arrojan la toalla. “Es una cuestión que lleva tiempo coleando, y en los últimos meses ha habido contactos”, dicen.
Urkullu también pedirá inversiones en el tren de alta velocidad, una infraestructura que el PNV exige que esté lista para 2020; y aspira a revitalizar el aeropuerto de Foronda para que opere las 24 horas. Las mismas fuentes aseguran que Rajoy tomó nota de todo ello en la última reunión, que el lehendakari no se dará por vencido hasta el último día, y que Catalunya no tendría por qué influir en las negociaciones porque tampoco han exigido a Moncloa unas medidas que requieran empezar de cero complejas negociaciones. Aunque sean cuestiones relevantes, tampoco entrañarían un coste político elevado para Rajoy, otro matiz que podría facilitar el acuerdo.
Urkullu lleva toda la legislatura reivindicando al presidente español que respete el Estatuto y transfiera las competencias que recoge ese texto y aún no han llegado a la CAV, entre las que también se encuentran la Seguridad Social y prisiones. Asimismo, le ha pedido que no se inmiscuya en las competencias que ya gestiona Euskadi y que el Gobierno español estaría laminando con el copago farmacéutico, la extensión de los horarios comerciales o la supresión de la paga extra navideña a los funcionarios. El Gobierno vasco es consciente de que resulta complicado que Madrid atienda sus demandas, porque el PP goza de mayoría absoluta y los acuerdos más relevantes se han suscrito con gobiernos en minoría necesitados de apoyos como el que presidió Zapatero. Al PNV le ha resultado muy complicado arrancar acuerdos en el Congreso y, aun habiéndolo hecho, en muchos casos ha tenido que velar por su cumplimiento para que no se desviaran de la letra inicial.
En los últimos días ha podido encauzar un acuerdo de calado para preservar las 120 plazas de la oferta pública de empleo de la Ertzaintza, unas plazas que cuestionaba Madrid. Además, el Gobierno Vasco ha denunciado una recentralización sin precedentes con 26 conflictos competenciales, algunos de ellos en el Tribunal Constitucional, y ha lamentado también la nula implicación de Rajoy en el nuevo tiempo sin ETA. Por todo ello, la confianza entre Lakua y Madrid comenzó a tocar fondo meses atrás, y la situación solo podría reconducirse con un acuerdo en diciembre.