Corría el octavo mes de 1936 cuando el fundador de la Legión, José Millán-Astray y Terreros, encontró en la azotea trasera de la sede del Banco de España el lugar idóneo desde donde arengar a las tropas falangistas. El también fundador de Radio Nacional halló en esta atalaya del centro vitoriano la fórmula perfecta, micrófono en ristre, para hacerse ver y oír por la ciudadanía de la capital gasteiztarra al paso de los requetés. Un mes después, el referente jeltzale José Antonio Aguirre viajaba hasta Gernika y se convertía “ante Dios humillado” en el primer lehendakari de la historia.
Estos dos hechos coetáneos pero inconexos, con protagonistas anclados en las antípodas ideológicas, están unidos hoy en día a través del caprichoso callejero, que bautiza con el nombre de Lehendakari Aguirre la vía sobre la que se levanta la antigua sede del Banco de España que alojó al militar franquista.
Testigo silencioso del ajetreo diario de la urbe, el enclave enmarcado en la transición del Casco Medieval al Ensanche cobrará a partir del próximo año especial relevancia como sede del Centro Memorial de las Víctimas del Terrorismo. El acuerdo, anunciado en abril y rubricado la pasada semana con la visita al Ayuntamiento de Vitoria del ministro del Interior, Jorge Fernández Díez, salda el compromiso del Gobierno español de ubicar en suelo vasco este proyecto que pretende “difundir los valores democráticos y éticos que encarnan las víctimas del terrorismo, construir la memoria colectiva de las víctimas y concienciar a la población para la defensa de la libertad y los derechos humanos contra el terrorismo”.
La puesta en marcha del Centro, prevista para este año, obligará al Consistorio dirigido por el popular Javier Maroto a buscar una sede provisional hasta que las obras de acondicionamiento habiliten su destino definitivo en 2015. Para ello, los Presupuestos Generales del Estado contemplan una partida de casi tres millones de euros que permitirán completar estos trabajos, además de 1.153.000 euros más destinados a la creación y funcionamiento de este organismo.
Hechas las cuentas y dispuestos los dineros, a partir de ahora todo es cuestión de tiempo para que los damnificados por la violencia terrorista vean culminado en este inmueble su deseo de no ser olvidados ni por las instituciones ni por la propia sociedad, pero en la recta final de esta iniciativa cabe preguntarse por qué éste y no otro emplazamiento ha sido el elegido para tamaño proyecto.
Como primer paso, la elección de Vitoria era algo cantado. En una idea que parte del Gobierno liderado por el PP entraba dentro de toda lógica que el gabinete presidido por Mariano Rajoy buscara un emplazamiento donde los populares mantuvieran el papel protagonista. La capital alavesa es la plaza fuerte de los conservadores desde que Alfonso Alonso iniciara en 1999 un hegemónico periodo en la Alcaldía solo segmentado por los cuatro años que el socialista Patxi Lazcoz ocupó el cargo (2007-2011). Como era de esperar, el actual primer edil, el también popular Javier Maroto, aceptó de buen grado el ofrecimiento ministerial y el proyecto empezó a tomar color.
Se buscaba un lugar céntrico, de fácil acceso y protagonista en la urbe. La sede del Banco de España cumplía con creces estos requisitos y, además, su nueva utilidad ponía fin a una década de sucesivas ideas descartadas desde que la entidad financiera cerrara sus puertas con motivo de la reestructuración que en 2004 afectó a nueve delegaciones repartidas por todo el Estado, entre ellas la de la capital alavesa. Pero para conocer la importancia que este edificio tiene en Vitoria hay que remontarse muchos años atrás.
Aquí subió por primera vez su telón el Teatro Principal el 24 de septiembre de 1822 , tal y como recoge Juan Carlos Centeno en su obra Los teatros y cines de Vitoria. Arquitectura para el espectáculo. Y desde entonces se convirtió en testigo de uno de los periodos más importantes para la ciudad desde el punto de vista de los avances sociales y culturales. Por sus tablas pasaron algunas de las compañías españolas más notables del siglo XIX, con clásicos inmortales como el Rigoletto que en 1862 acercó al público vitoriano la Compañía Lírica italiana del Teatro de Santander, según recogen las crónicas de la época.
Un incendio puso fin a esta gloriosa etapa la noche del 12 de agosto de 1914 sin que nadie descubriera el origen de las llamas. Faltaban únicamente ocho años para que el edificio cumpliera su primer centenario.
Sede provisional El compromiso adquirido por el Gobierno de poner en marcha este mismo año el Centro Memorial deja en manos del Ayuntamiento de Vitoria la elección de una sede provisional antes del 31 de diciembre. En el Consistorio gasteiztarra existe la firme disposición de cumplir este mandato, pese a ser conscientes de que el tiempo juega en su contra.
Según ha podido saber este periódico de fuentes municipales, tras la visita del ministro del Interior, esta misma semana se han retomado los contactos entre ambas administraciones, aunque desde el Ayuntamiento destacan que aún no les ha sido remitida “la memoria de contenidos”, un documento imprescindible para saber exactamente “qué tipo de edificio podría reunir las necesidades” que requerirá el Centro Memorial en esta fase preliminar. Confían en que a lo largo de este mes, Madrid les dé cumplida cuenta de las características técnicas que requiere una infraestructura de estas características, una creación insólita que el ministro del Interior equiparó con el Museo del Holocausto en Jerusalem o la Zona Cero de Nueva York.
Comparaciones al margen, las víctimas aguardan ya a que su sueño abra las puertas en Vitoria.