La idea de Europa manifiestamente está en crisis. El modelo de los padres fundadores (alemanes, franceses, italianos, todos católicos, luego universales, remarcó desde la tribuna Ian Buruma, hoy profesor en la Universidad Bard de NuevaYork) aparece muy mermado por el rechazo o las dudas, que suscita la moneda única y por el desarrollo de la burocracia supranacional en Bruselas, cuyas directrices a menudo son difíciles de aceptar por los pueblos del Viejo Continente. Sin embargo, se siente la necesidad de una Europa política, incluso militar, por ejemplo ante la situación en Siria, la creación del nuevo Estado Islámico o la amenaza yihadista mundial, sin olvidar la crisis en Ucrania.
Junto a Ian Buruma, estaba en la mesa Heinz Wismann, filósofo y filólogo que vive a caballo entre Alemania y Francia y estudia la Grecia antigua que - nos lo recordó- tras vencer a los persas cinco siglos a. C., hizo posible que, en ese pequeño lateral situado al sureste de la inmensa Asia, surgiera la actual Europa. La mesa redonda la completaban dos eurodiputados, una todavía en ejercicio, la francesa Sylvie Goulard, del grupo Modem que lidera el bearnés Francois Bayrou, y el internacional Daniel Cohn Bendit, Dany el Rojo de Mayo del 68, durante veinte años eurodiputado por los verdes (acaba de abandonar la Cámara) y, como su colega francesa en Estrasburgo, europeísta convencido.
Frente a ellos, en el Gran Anfiteatro de la Opera Bastilla, unas trescientas personas. Tres ideas mayores sobrevolaron en la mesa redonda. La primera, que Europa equivalía a solidaridad; la segunda, que el futuro de Europa exigía una Europa federal y transnacional; y la tercera, que solamente en una Europa Unida no seríamos engullidos los pueblos que la conformamos por las grandes potencias: hoy, EEUU; mañana, China.
Europa equivale a solidaridad. Es la principal razón de ser de Europa en los momentos actuales de crisis, señaló Heinz Wisman, quien insistió en la importancia del aprendizaje de idiomas, sin perder el propio para mantener sus raíces pero aprendiendo al menos otro para que nuestras raíces no nos ahoguen. La eurodiputada Sylvie Goulard afirmó que, después de seis años de crisis y con varias recaídas, Europa ha aguantado, y ha aguantado porque, contra lo que se dice, ha habido una solidaridad interna. No toda la que se hubiera deseado pero -dio como ejemplo- el Bundestag aprobó por una gran mayoría la ayuda a Grecia en momentos particularmente delicados cuando había voces que reclamaban que Grecia saliera de la Unión Europea.
La idea de la Europa Federal la sostuvo con fuerza Cohn Bendit. Daniel Cohn Bendit es una fuerza de la naturaleza que arrastra por la claridad y argumentación de sus ideas, y por la contundencia con la que las expresa. “Hasta después de la Segunda Guerra Mundial no ha habido Europa democrática, pues hasta ese momento la mitad de los europeos, las mujeres, no pudieron votar”. Y continuó (lo parafraseo): el proyecto europeo es un proyecto en proceso. Lo estamos haciendo día a día. A trompicones. Con errores pero con la convicción firme de que, si queremos ser dueños de nuestro destino, debemos construir una Europa fuerte. Una Europa transnacional (lo que ya dijeran Habermas y Beck hace tiempo), una “Europa federal”, idea muy repetida por Daniel, pero no una mera federación de los actuales estados-nación, sino que es preciso también reconocer la voz de los pueblos que en ellos anidan. Y aquí cito a los vascos, flamencos, escoceses, catalanes etc. La víspera de la mesa redonda se había votado la posibilidad de la independencia en Escocia que Cohn Bendit elogió como modelo para avanzar en la Europa Federal post nacional. Si Chipre, Malta y Holanda (que es mas pequeña que Catalunya, subrayo) pueden estar como tales en Europa, ¿cómo no Euskadi, Flandes, Catalunya, etc? Por cierto, el expresidente del Consejo de Estado, Rubio Llorente, que compareció el 1 de octubre en la Ponencia de Autogobierno de la Cámara de Gasteiz, argumentó, según refiere la agencia Efe, que “es bueno que los pueblos tengan la posibilidad de expresar su voluntad”. ¡Elemental, querido Watson!
Claro que esto exige una transferencia de competencias, de soberanías. ¿Por qué el Estado español acepta transferir competencia y soberanía a Europa pero no a las nacionalidades que la componen, Catalunya (lo está padeciendo ahora mismo) y Euskadi. En Euskadi, incluso pretende la reducción o desaparición de una larga lista de instituciones ya en funcionamiento. Unos pocos ejemplos: el Tribunal Vasco de Cuentas Públicas, el Ararteko, el Instituto Vasco de Estadística, la Agencia Vasca de Protección de Datos, el Gabinete de Prospección Sociológica, Euskalmet, la Agencia de la Calidad del Sistema Universitario Vasco /Unibasq, el Ente Vasco de la Energía /EVE, etc., etc. Pretenden que esas funciones se lleven, o coordinen, directamente desde Madrid. Es una nueva Loapa.
La tercera gran cuestión que se abordó ese sábado en París, hablando del futuro de Europa, fue la trascendental importancia de su unión interna, de que se instale un sentimiento de conformar una unidad (aun en la diversidad de nuestros idiomas, culturas, modos de vida, historia...) no sea más que para salvaguardarnos en nuestra particular idiosincracia. Francia sola, Alemania sola, España sola, no digamos Chipre o Euskadi solas, serían engullidas por las grandes potencias. No tendrían papel alguno en el concierto de las naciones (salvo circunstancias muy particulares, algunas nada deseables, Suiza, Andorra, Mónaco etc.). Europa no será una nación, nunca hablaremos de nacionalidad europea (como lo hacen norteamericanos, porque apenas tienen historia propia). Seremos vascos, españoles, franceses, alemanes (y bávaros, renanos?), catalanes... ciudadanos de Europa, y decidiremos en conjunto de una serie de cuestiones, algunas internacionales a Europa (si tenemos que mandar un ejercito a tal o cual lugar del mundo donde se masacran personas), algunas propias a Europa (por dónde van a ir las grandes comunicaciones), otras a niveles más internos, sea en los restos de los Estado nación, sea en las emergentes naciones sin Estado. Una unidad en la que todos podamos decir, con orgullo, “I am basque, I am European” y algunos añadirán, al mismo tiempo,” I am spanish” o french etc.
Identidades múltiples, soberanías compartidas, interdependencia en vez de una ilusa y castrante independencia, capacidad de decidir y obligación de pactar (entre iguales), solidaridades ultranacionales, bajo un paraguas fuerte, llamado Unión Europea. Así sueño yo el futuro de Europa. Un sueño realizable.