Guido Montoya Carlotto nació en el Hospital Militar de Buenos Aires el 26 de junio de 1978. Su madre, Laura Carlotto, fue asesinada dos meses después, el 25 de agosto. Su padre, Oscar Montoya, había sido fusilado seis meses antes, cuando llegó junto a Laura al centro clandestino de detención de La Cacha. Pero Guido, nombre que le puso su madre al nacer, no supo nada de esto hasta el martes, cuando las pruebas de ADN determinaron que es el nieto de Estela de Carlotto, la presidenta de las Abuelas de la Plaza de Mayo, la mujer que ha dedicado gran parte de su vida a buscarle y, en el camino, ha hallado a otros 113 hijos de desaparecidos. “El portarretratos vacío va a tener su imagen”, anunciaba emocionada la noticia Estela de Carlotto.

Guido ha vivido durante 36 años como Ignacio Hurban, hijo de Juliana y Clemente Hurban, una pareja de campesinos ajena a la última dictadura militar argentina, y oriundo de la ciudad bonaerense de Olavarría. Pianista, compositor y arreglista, heredó de su padre biológico, también músico, el amor por las artes. Guido hizo pública una de sus últimas composiciones el pasado 24 de marzo, día del aniversario del Golpe de Estado militar de 1976. Lleva por título Para la memoria y dice: “Cargando en ancas los hombros se van quedando los años, no se han cerrado las puertas ni las heridas de antaño”. Dos años antes había participado en el ciclo Música para la identidad, que casualmente organizaron las Abuelas de la Plaza de Mayo para difundir su labor humanitaria.

Parecido físico Las sospechas sobre su identidad le llevaron a presentarse el pasado julio ante la asociación Abuelas de la Plaza de Mayo y la Comisión Nacional por el Derecho a la Identidad, que dirige su tía Claudia Carlotto. No tenía nada concreto, ni pruebas ni indicios, solo era intuición.

Desde siempre le habían dicho que se parecía a los Carlotto. Así que, animado por su mujer, decidió hacerse los análisis genéticos. El resultado se supo el martes. “Es un chico bueno. Él me buscó”, dijo el martes De Carlotto, quien agradeció a Dios y a la sociedad argentina, conmocionada aún por este hallazgo. La presidenta de las Abuelas de la Plaza de Mayo aún no ha podido abrazar a su nieto. “Será cuando él lo decida y será en la casa de las Abuelas porque yo no le encontré sola”, adelantó. “La historia completa no la sabemos todavía, la vamos a armar. Tenemos mucha información, pero vamos a ser cautelosos”, pidió. De Guido o Ignacio apenas se han divulgado algunas fotografías. Todavía no ha hablado públicamente. “Está muy conmovido”, explicó su abuela.

Oscar Montoya Pero el pasado martes, Estela de Carlotto no solo encontró a su nieto, sino que también pudo confirmar la identidad de la pareja de su hija Laura. Esta fue secuestrada por los militares en noviembre de 1977. Entonces estudiaba Historia en la Universidad Nacional de La Plata y militaba en la Juventud Universitaria Peronista y en Montoneros. Fue llevada primero a la Escuela de Mecánica de la Armada (ESMA) y luego al centro clandestino de detención La Cacha, en La Plata. Laura vivía en la clandestinidad con Oscar Montoya, Chiquito, un montonero de Caleta Olivia -ciudad de Santa Cruz, la Patagonia argentina-, una relación que su familia desconocía. Tampoco sabían que Laura estaba embarazada de dos meses y medio cuando fue detenida.

“Yo no sabía que Laura, cuando fue secuestrada, estaba esperando un bebé. Yo pedí por ella al principio sin saber. Pero hubo una liberada que tuvo el valor de decirnos que estaba con un embarazo de seis meses, en abril de 1978, y que estaba esperando ese bebé y que, si era varón, le iba a poner el nombre de su papá, Guido”, narró Estela. Por testimonios judiciales, se sabe que el niño nació el 26 de junio de 1978, tras lo cual la madre fue asesinada. Carlotto, que comenzó su lucha el mismo día de la desaparición de su hija, logró que le entregaran su cuerpo. Pero nunca supo quién era el padre del bebé que se dedicó a buscar durante 36 años.

Oscar Montoya fue enterrado como NN en el cementerio de Berazategui el 27 de diciembre de 1977 e identificado en mayo de 2009 en el marco de la Iniciativa Latinoamericana de Identificación de Personas Desaparecidas. Mientras, los Carlotto, tras años de investigaciones, concluyeron que Montoya podría ser el compañero de Laura, por lo que pidieron a su familia que entregara muestras de sangre a la Comisión Nacional por el Derecho a la Identidad. El martes el misterio se resolvió.

Claudia Carlotto llamó hace dos días a Jorge Montoya para contarle que su sobrino había sido recuperado. La otra abuela, Hortensia Ardura, de 91 años, lloraba a mares al otro lado del teléfono y gritaba: “¡Tengo un nieto, tengo un nieto!”. Hoy, millones de argentinos siguen emocionados por esta historia.