gasteiz - Su declive físico, la imposibilidad de levantar el impulso de una institución en caída libre y las especiales circunstancias políticas del momento llevaron ayer a la Casa Real a anunciar por sorpresa la abdicación de Juan Carlos I después de 39 años de reinado. Fue Mariano Rajoy el encargado de comunicar la renuncia de Juan Carlos de Borbón y Borbón en favor de su hijo, que reinará con el nombre de Felipe VI, aunque previamente las Cortes deberán acometer una serie de trámites legales que pese a estar recogidos desde la Constitución de 1978, todavía no se habían regulado. Aunque el objetivo es que el heredero sea coronado este mes, el trámite institucional se extenderá entre tres y seis semanas.
El presidente del Gobierno citó a los medios de comunicación a las 10.30 horas para anunciar una noticia de enorme trascendencia, sin dar más detalles. Luego dio cuenta de su reunión con el rey, de la decisión de abdicar y de que el monarca iba a dar explicaciones personalmente sobre las razones de su renuncia.
Lo hizo sobre las 13.05 horas, en una declaración institucional televisada que se había grabado poco antes en el propio palacio de La Zarzuela. "Hoy merece pasar a la primera línea una generación más joven, con nuevas energías, decidida a emprender con determinación las transformaciones y reformas que la coyuntura actual está demandando", fue parte del mensaje que leyó Juan Carlos.
El escenario escogido como fondo para su declaración no fue casual, con una bandera nacional y otra europea a su derecha y dos emblemáticas fotografías a su izquierda, en una junto al príncipe y su nieta, la infanta Leonor, y en la otra acompañado de su padre, el conde de Barcelona. Detrás, un retrato de Felipe V de niño, el primer rey de la dinastía borbónica, y cuyo reinado fue el más largo de la historia de España, 45 años y tres días.
El rey se mostró convencido de que la nueva generación "reclama con justa causa el papel protagonista", y desveló que fue en enero cuando decidió ceder el trono "a quien se encuentra en inmejorables condiciones", el príncipe Felipe, para asegurar que la "estabilidad" es "seña de identidad de la institución".
Orgullo y gratitud
Reiteró su compromiso de servicio a los "intereses generales de España", recordó la ilusión con la que encabezó la transformación del país y mostró su sentimiento de "orgullo y gratitud" hacia los españoles por todo lo conseguido. También hizo mención a las "serias cicatrices" que ha dejado la crisis y al "balance autocrítico de nuestros errores y de nuestras limitaciones como sociedad", pero siempre mirando hacia un futuro "decididamente mejor", pero ninguna alusión a las sombras de su reinado.
Aunque su nombre siempre quedará asociado al regreso de la democracia tras 40 años de dictadura franquista, lo cierto es que se va obligado por una cadena de errores propios y algunos ajenos que han dejado a la monarquía borbónica en los niveles más bajos de popularidad de su historia. Pese a sus problemas físicos -ha sido operado cinco veces en poco más de dos años- ha puesto mucho empeño en volver a la escena pública en un intento desesperado por recuperar su imagen y la de la Casa Real. De ahí la serie de viajes al extranjero de marcado carácter económico que ha mantenido sin que hayan servido para tapar el verdadero origen de sus problemas.
Nóos, safari y Corinna
La investigación judicial de su yerno, Iñaki Urdangarin -agravada con la imputación de la infanta Cristina, pendiente todavía de acabar sentada en el banquillo de los acusados- ha sometido en los últimos años sus actividades a un escrutinio público inédito hasta entonces, cuya verdadera dimensión descubrió con crudeza en abril de 2012, en el hospital donde se recuperaba de la fractura sufrida en Botsuana durante una cacería de elefantes.
Que disfrutara de un safari de lujo mientras la mayoría de los ciudadanos sufría las embestida de la crisis y los recortes fue un golpe a su imagen del que no ha sido capaz de sobreponerse. Una vez asumida la sorpresa de comprobar cómo hasta en los sectores más afines a la Monarquía le reclamaban explicaciones y algún tipo de rectificación por su grave desliz, aquel insólito "lo siento mucho, me he equivocado y no volverá a ocurrir" fue para él un punto de inflexión personal que marcó simbólicamente el inicio de la última etapa de su reinado.
El principio de su final, a lo que hubo que añadir filtraciones sobre su vida personal, como cuando se desveló que la princesa alemana Corinna zu Sayn-Wittgenstein estaba con él en la cacería en Botsuana.
Desde hace un año se han venido repitiendo análisis que incluían la abdicación entre las opciones más factibles para el futuro de la monarquía. No fueron muchos los que lo veían venir -aunque ayer en las tertulias de radio y televisión era raro encontrar a quien no lo supiera o no le hubieran dicho algo al respecto- pero es una realidad que algunos periodistas esperaban desde el sábado a esta posibilidad.
La monarquía, a debate
La decisión de dejarlo, según aseguraron ayer fuentes de la Casa Real, la tomó en enero, con motivo de su 76 años, donde apareció muy desmejorada. Al parecer fue entonces cuando comunicó a su hijo Felipe la decisión. Mariano Rajoy, primero, y el secretario general del PSOE, Alfredo Pérez Rubalcaba, después, la conocieron en marzo.
Tampoco ha sido casual el momento político elegido para tal trascendente paso. Las últimas elecciones europeas han puesto de manifiesto que el efecto de la crisis puede tener unas consecuencias todavía imprevistas en el mapa representativo español, donde las dos principales fuerzas políticas han visto amenaza muy su hegemonía.
Resulta indudable concluir que el temor a un cambio más radical haya llevado a la Casa Real a adelantar una decisión que tarde o temprano debía adoptar. Y mejor hacerlo ahora, que la mayoría PP-PSOE lo permite, que esperar a sorpresas del futuro, incluido el debate sobre la cuestión territorial.
Tras conocer la decisión de Juan Carlos de renunciar a la Corona en favor de su hijo, se sucedieron las reacciones políticas de muy diferente signo. Mientras que formaciones como PP, PSOE, UPyD, Ciudadanos o UPN mostraron su apoyo a la continuidad de la monarquía; PNV y CiU aprovecharon para pedir una reforma del modelo de Estado e insistir en sus reivindicaciones territoriales o soberanistas; y otros partidos como IU, Equo o BNG reclaman un referéndum sobre monarquía o República, para lo que incluso el diputado de Compromís-Equo, Joan Baldoví, registró ayer una proposición no de ley.
22-11-1975. Juan Carlos de Borbón y Borbón fue proclamado rey ante el presidente de las Cortes, Alejandro Rodríguez de Valcárcel, y pronunció su primer mensaje a la nación, en el que expresó su deseo de ser "rey de todos los españoles". Cinco días más tarde, en una ceremonia religiosa celebrada en la iglesia de San Jerónimo el Real de Madrid, tuvo lugar la denominada "exaltación" al trono de España, con el nombre de Juan Carlos I. Foto: Efe
2-6-2014. Treinta nueve y años después de su proclamación, Juan Carlos I firmó ayer el documento de su abdicación, como se recoge en la imagen superior, que posteriormente entregó al presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, en el Palacio de la Zarzuela. Un equipo de televisión se desplazó posteriormente a su residencia oficial para la grabación del mensaje en el que explicó su decisión a los ciudadanos españoles. Foto: Efe
Reunión y a grabar. El rey recibió ayer a las 9.00 horas al presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, en su despacho del Palacio de la Zarzuela, para entregarle el acta de su abdicación y después grabó el mensaje en el que explica los motivos de su renuncia. Fue a las once y Felipe le acompañó.
La fecha, a tres bandas. La fecha de la abdicación fue acordada conjuntamente por el propio monarca, el jefe del Ejecutivo, Mariano Rajoy y el líder de la oposición, Alfredo Pérez Rubalcaba.
Su primer acto, con sabor americano. El primer acto oficial de Juan Carlos I tras su abdicación fue recibir por la tarde en la Zarzuela al presidente de la Cámara de Comercio de Estados Unidos, Thomas Donahue.
La fecha, a tres bandas. El rey respondió "a la gallega" a la prensa a la pregunta de si está triste por abdicar. "¡Qué barbaridad!", exclamó al advertir el numeroso grupo de periodistas que se agolpaban en el Salón de Audiencia.